Cuando los Rolling Stones llegaron a La Habana, una novela de Carol Zardetto

Se trata de una novela de estructura aparentemente sencilla, construida en capítulos muy cortos que agilizan la lectura. Escrita con un lenguaje que huye de cualquier artificio experimental, Cuando los Rolling Stones llegaron a La Habana más que la experiencia de una centroamericana que ingresa en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños es el retrato de la degradación de un país donde solo hay consignas aunque a estas alturas nadie le preste atención salvo los turistas que acuden en masa buscando sol y playa, mujeres y hombres que se prostituyen para resolver y aquellos que la visitan para empaparse de lo que queda de una revolución que despertó tantas esperanzas como hoy se desprecian.

Escrita por la guatemalteca Carol Zardetto es inevitable pensar cuando se lee un libro que parece que es una novela que haya mucho de autobiográfico en cada uno de los segmentos en los que se vertebra la obra. El retrato que hace no ya de La Habana sino de la misma Escuela, con miles de ranas croando y dando saltos por el exterior cuando cae la noche, así como el proceso que hace la protagonista junto a dos compañeras más para realizar un documental en un pueblo próximo a donde se encuentra el centro, refuerzan la sospecha que todo cuanto está escrito está capturado de una realidad que resultó si no tan extrema a la que cuenta en la novela sí al menos muy próxima a la que se dispersa por sus páginas.

Se aprecia además como sube el tono crítico hacia la realidad de un país que hace tiempo dejó de gritar con entusiasmo comandante en jefe, ordene. O aquello tan manido y trágico a la vez de Patria o muerte, venceremos y la socorrida Hasta la victoria ¡siempre! Que se han quedado en eso, frases cuya pintura revolucionaria se descascarilló hace ya mucho tiempo en los muros de la memoria.

La protagonista a raíz de ese documental que realiza en un pueblo cercano a la Escuela, descubre a través de lo que fue una vez una hermosa sala de cine una metáfora con la que reflejar la realidad de un país que lleva ya demasiados años sumido en una pesadilla. Cuba, que desde hace tiempo parece que está a punto de desmoronarse, se convierte en la novela de Zardetto en ese cine que hace años no proyecta película alguna porque al proyector –un modelo ruso–le falta desde hace años una pieza.

La aprendiz de cineasta comienza entonces a acariciar un proyecto que refleje a través de ese cine fantasma, descuidado ahora y con un techo en el que se reproducen las grietas, el hundimiento de una revolución que atraviesa en la novela uno de los momentos más dramáticos de su historia tras salir de lo que se conoció en la isla como Periodo Especial y que llevó a los cubanos al borde del abismo.

En algún momento, un cubano exclama a la protagonista que en Cuba la gente se muere literalmente de hambre y en otro se muestra el apartheid al que se somete a la población, a los cubanos, ya que sin dólares no pueden acceder a los hoteles y las diplotiendas, lugares estos últimos donde se encuentra un poco de todo.

El título de la novela como otras cosas que cuenta se viste con el disfraz de lo equívoco y de la metáfora. Algunos de los capítulos de la obra, muy cortos y en ocasiones extremadamente cortos, sirven a la escritora para radiografiar y de paso expresar sus opiniones en torno a una realidad que no es como la pinta el sistema cubano a través de sus altavoces oficiales. La Cuba a la que se acerca la protagonista es una Cuba que se acostó con el sueño de la revolución y se levantó al día siguiente con la amenaza de esa misma revolución. Un proceso, explica, que se acostumbró a devorar como Saturno a su prole. Esa prole a la que se llama a la acción desde las tribunas y que responde al nombre de pueblo, que es una palabra que sirve para muchas cosas pero sobre todo para adoctrinar a una población que está dejando de ser feliz, algo insólito entre los cubanos, pueblo (ahora sí) que se acostumbró a vencer las adversidades con una ancha sonrisa y si no, una sonora por estruendosa carcajada.

Es una lástima que esta novela de iniciación y también de frustración, que los sueños, sueños son, esté editada en Alfaguara solo que en su división mexicana. Para hacerse con ella, recomendaría que bucearan en Internet para leer un libro que por desgracia es de difícil acceso en España aunque quien les escribe tuvo la oportunidad de hacerse con un ejemplar durante la celebración a finales de septiembre pasado de la quinta edición del Festival Hispanoamericano de Escritores.

Lo de menos de Cuando los Rolling Stones llegaron a La Habana es, precisamente, la visita que realizó el grupo de rock británico a la capital cubana, título que es una metáfora como todo en este retrato feroz de un país que se degrada y que una vez fue ejemplo de vida para los oprimidos que vivían en otros territorios no necesariamente próximos a esta isla del Caribe. La novela incluye además de una mirada melancólica en torno a una utopía que se transformó en distopía una serie de interesantes reflexiones sobre el cine, y sobre el cine documental específicamente.

LO MEJOR: El hábil uso de la metáfora para contar el final de una utopía que acabó por transformarse en distopía

LO PEOR: Algunas de las reflexiones de la protagonista ya que a veces parece que olvida que ella misma viene de un país gobernado por una dictadura no de izquierdas sino de derechas

Saludos, I Can’t Get No, desde este lado del ordenador

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