Eugenio Fuentes: “A la novela negra le queda pendiente una gran obra maestra”

Tiene un extraordinario parecido con el escritor norteamericano de género negro James Ellroy pero hasta ahí llegan las semejanzas porque si algo caracteriza la literatura de Eugenio Fuentes (Montehermoso, Cáceres, 1958) es por variada aunque la mayoría lo conoce por ser el creador de Ricardo Cupido, detective privado con despacho en Breda y cuyo primer caso lo llevó en avión hasta Tenerife.

El escritor fue uno de los protagonistas del cartel este año de Tenerife Noir, donde habló de Cupido sí, pero también de su libro más reciente: Los bajos fondos del corazón. Las emociones en la novela negra (Tusquets, 2024), un ensayo muy atrevido y rompedor sobre el género.

- ¿La novela negra puede morir de éxito?

“Sí, y no pasaría nada siempre que reviviera quitándole el apellido de negra. No pasaría nada si los componentes del género se añadieran a la historia de la literatura como un género más”.

- ¿Qué opinión tiene de lo que se está escribiendo del género negro ahora mismo en España?

“El nivel general es bueno. Hay escritores que escriben muy bien y nombrar uno sería injusto porque te olvidas de otros pero para poner dos ejemplos destacaría a Alexis Ravelo y Domingo Villar. También Alicia Giménez Bartlet. Los tres escriben con una corrección y ponen tanto cuidado en la estética y en la concepción de personajes e historias que me resultan autores muy solventes. En general, el nivel ha subido porque antes te encontrabas solo con cuatro maestros y ahora hay una pléyade de autores con un nivel muy notable”.

- Pero ¿a qué cree que se debe el éxito que está viviendo el género en la actualidad?

“En general se ha elevado el nivel y el género ha perdido el estigma gracias a escritores que escriben muy bien y de otros autores que se han incorporado y que no son del género negro como Antonio Muñoz Molina, Javier Marías, Mario Vargas Llosa, que lo han polinizado y demostrado que no pasa nada por escribir una novela negra ya que éstas se pueden escribir con el mismo rigor y solvencia que cualquier otro texto y eso ha elevado el género y servido de acicate. Se ha producido también un fenómeno de que el género se ha dispersado y sus componentes genéricos, un secuestro, la muerte, un misterio, aparecen en novelas que no son estrictamente de género negro y eso ha hecho que este tipo de literatura suba un peldaño y salga de ese gueto al que estaba reducida –los ambientes de la delincuencia– y se incorpore ahora a historias más generales”.

- Explica en Los bajos fondos del corazón que no le gusta especialmente la palabra género.

“El género puede resultar muy útil para profesores de la Universidad y periodistas pero una novela no es buena o mala por pertenecer o no a un género. Sería absurdo rechazar Guerra y Paz porque se trata de una novela histórica o Las amistades peligrosas por ser epistolar. Los libros, como las personas, son buenos o son malos uno a uno, con independencia de que sean blancos o negros, altos o bajos, gordos o delgados…”

- Escuché en cierta ocasión decir a Paco Ignacio Taibo II que la novela negra era la novela realista de nuestro tiempo. ¿Está de acuerdo con esta reflexión?

“No, no estoy de acuerdo. La novela negra refleja los males de la sociedad, el malestar, el conflicto pero la vida es mucho más que eso. Y un género que refleja la realidad si solo refleja una parte obvia a la otra que está llena de prodigios maravillosos, por eso creo que la novela negra no puede ser un género realista porque solo refleja un aspecto de la realidad y no la realidad entera”.

- ¿Cómo terminó usted escribiendo este tipo de literatura?

“Pues casi por casualidad porque mi personaje Ricardo Cupido nació aquí, en Canarias, que es donde transcurre su primera novela, El nacimiento de Cupido. La comencé casi como si fuera un juego y para mejorar los diálogos que me salían impostados, sin soltura. Así me puse a escribir una novela negra porque en éstas hay enigma, preguntas, respuestas e, inevitablemente, diálogos. Y descubrí que el género negro es un instrumento fantástico para hablar de dos cosas que son los ingredientes que han estado desde siempre en la literatura y que han dado platos muy suculentos: el misterio y el daño, el daño intencionado, el mal interior que llevamos dentro y que no somos capaces de dominar. La novela negra era un instrumento para hablar de estos dos temas sin necesidad de limitarse a la coartada y por ahí fui avanzado más de lo que había imaginado en un principio”.

- Pienso que uno de los éxitos de la novela negra en España se debe a que se ha repartido por las distintas comunidades autónomas. Es decir, que existe una novela negra canaria como gallega, andaluza…

“La novela negra tiene más rapidez que otros géneros pero esto no es bueno ni malo porque al final es el lenguaje lo que dice si un libro es bueno o malo. Es verdad que la novela negra tiene mayores reflejos que otros géneros para llevar a sus páginas temas candentes pero hoy en día todo es mestizo, mezclado y la novela negra que antes era urbana ahora es rural, marinera, lo único que hace es reflejar el ritmo de los tiempos y el ritmo del tiempo del siglo XXI o al menos una de sus características es el mestizaje, la globalización y eso lo refleja la novela negra y por eso aparece en cada una de las comunidades autónomas y va y viene porque todo está mezclado”.

- Pero esa novela negra que se escribe por autonomías permite a sus autores escribir como hablan, y pienso en Alexis Ravelo.

“Es que eso también se acepta, se acepta como es cada uno, que cada uno es como es y no se rechaza porque el otro sea de otra manera”.

- Y en su literatura, y sobre todo en la serie Ricardo Cupido, ¿cuáles son sus fines?

“No tengo un ideario ya que he ido escribiendo las novelas en alguna ocasión pensando que era la última. En la más reciente, Perros mirando al cielo, se metió la pandemia cuando quería escribir otra historia sobre la España vaciada pero se mezclaron ambas cosas y quizá salió –para mi gusto– la mejor novela que he escrito hasta ahora del ciclo pero en resumen no tengo un propósito global definido sobre qué quiero conseguir con estas novelas”.

- Pero continúa escribiendo historias de Ricardo Cupido.

“Sí, sí. Ahora mismo estoy escribiendo una novela más sobre el personaje pero luego pararé, que es lo que hago siempre porque no tengo una dependencia de él”.

- De momento no está harto del personaje.

“No, no siento esa presión. En todo caso, le estoy sumamente agradecido a Ricardo Cupido porque me ha hecho conocer a gente fantástica gracias a la literatura así que el día que llegue la hora de despedirnos la única palabra que le diré será gracias”.

-Es inevitable que hablemos de la primera novela del personaje porque se desarrolla en Tenerife.

“Por ciertas amistades me vine a Canarias y a partir de entonces tuve con las islas una relación afectiva y sentimental. En Lanzarote, donde conocí la casa de Saramago y los fascinantes paisajes de la isla. Más tarde, en 1999, vine porque me dieron el premio Alba Prensa Canaria que tuve la buena suerte de ganar pero también la mala suerte que coincidiera el mismo día en que se anunció el premio Nobel a Günter Grass. Al llegar a las islas y quedar impresionado por sus paisajes, me puse a escribir la primera de Cupido al darme cuenta que me resultaba difícil articular los diálogos, que no tenían fluidez en otras historias. Eso me animó a trabajar lingüísticamente la técnica del diálogo y me pareció que la novela policíaca sería un buen instrumento para desarrollarlo. Llegué a la novela negra por esta función y me ha servido desde entonces como una navaja multiusos en los dos grandes temas que trabaja este género como es el misterio y por otra parte la capacidad que tenemos de hacer daño a los demás y es que desde La Biblia se han construido con estos temas platos muy suculentos”.

- El subtítulo de Los bajos fondos del corazón es Las emociones en la novela negra. ¿Cuáles son estas emociones?

“Cada novela genera una emoción. Si es de amor, es el amor y si es sobre la paternidad los hijos y que te puedan secuestrar a uno de ellos. Lo que quería explicar con este subtítulo es que se hace un excesivo hincapié en que la novela negra es la encargada de reflejar el malestar social y creo que eso no es así porque tradicionalmente eso siempre ha sido cosa de la poesía y el teatro. Lo que defiendo en este ensayo es que la novela negra además de preguntarse qué sucede en las calles responde también a la pregunta de qué sucede en los corazones porque la mayoría de la violencia que se genera en el mundo real es por cuestiones del corazón, es decir, que la violencia que se desata se debe más a cuestiones emocionales que a sociales”.

- ¿Tiene límites la literatura negra?

“Solo existe una frontera para la novela negra y es no revelar quién es el asesino. No conozco ningún otro tema que no pueda abordar esta literatura”.

- Es un género que nace en los Estados Unidos.

“Nace con Edgar Allan Poe pero está también en Conan Doyle y en otros porque es un género que aparece en todas partes, lo que incluye España con Valle Inclán y Emilia Pardo Bazán, escritora que a mi juicio es la primera que escribe un relato negro en este país y en la que codifica al detective de Doyle más que al de Poe. Los norteamericanos le dieron una vuelta de tuerca al sacarlo a la calle”.

- Algunos diferencian la novela enigma, la que cultivaba Agatha Christie, con la novela negra que es la que escribe Hammett.

“No veo una gran diferencia entre uno y otro. Una novela canónica como El sueño eterno de Raymond Chandler resuelve un enigma”.

- Pero creo que en el caso de Chandler la resolución del enigma es lo de menos.

“Las novelas de enigma inciden más en el enigma y as otras en el daño pero creo que están mezcladas unas y otras. En Diez negritos de Agatha Christie hay diez muertes y más violencia que en la novela de Chandler, las fronteras no están tajantemente separadas”.

- Y escribe este libro…

“Para responder a todas esas preguntas, fui a un congreso en Alsacia sobre mi escritura dos meses después que Andreas Lubitz, el mayor asesino múltiple, acabase con 141 personas al estrellar el avión que pilotaba contra los Alpes. Yo hice ese mismo trayecto e impartí la conferencia que llevó por título Malestar social y novela negra pensando en Lubitz y Breivik, que tres años antes había asesinado y herido a numerosos jóvenes en una isla de recreo en Noruega porque, según él, odiaba la clase social a la que pertenecían. Cruzando Los Alpes pensé las razones que pudieron tener para hacer lo que finalmente hicieron. Lubitz sufría un problema del corazón y Breivik odiaba a aquellos chicos pero no se trataban de personas desclasadas. E investigué y descubrí que muere más gente de manera violenta en el ámbito doméstico aunque las cifras han cambiado ahora por la Guerra de Gaza y Ucrania. E intenté escribir unas páginas para contestar a una pregunta: ¿la novela negra responde a la sombra de la sociedad, revela y denuncia las cloacas del sistema? Y descubrí que se mata más en las alcobas. Ese fue el impulso para este ensayo que iba a tener unas veinte o treinta página y al final para contarlo necesitó de unas cien mil palabras”.

- ¿Y al final cuál es la conclusión?

“No es solo el componente social lo que genera la novela negra. Hay otra parte, John Bambille, Fred Vargas, que nos revelan en sus libros que los mejores crímenes son en familia y que a la novela negra le falta un último paso que es perfeccionar la estética para que la aclamen lectores que no sean del género y se promocione como una gran novela. A la novela negra le queda pendiente, en este sentido, una gran obra maestra que por fin la incorpore a la casa madre de la literatura porque entró por la puerta de servicio”.

- La crítica vamos a decir que mandarina empieza a claudicar ante ella.

“La novela negra se ha ganado el respeto que antes no tenía de la crítica más tradicional y mandarina. Ya no es desdeñada automáticamente pero falta que ahora se gane la admiración”.

- Pero creo que eso mismo pasa con otras literaturas de género.

“¿Alguien puede decir que Memorias de Adriano es una mala novela? ¿Y Guerra y paz?”

- Antes mencionaba la Biblia…

“No como novela negra sino como ejemplo de que el enigma, que junto al daño es clave en el género, la primera vez que aparece en su estado más puro es en la historia del rey Salomón con las dos mujeres, que no acuden a Dios sino a la sabiduría del rey para que averigüe quién es la madre verdadera. Estos ingredientes sí que estaban desde el principio de la literatura, articulando una historia y creo que todo eso aparece ya en la historia de Salomón”.

- ¿Y cuáles son para usted los ingredientes de una novela negra?

“Cinco, considero que son cinco los ingredientes. Empezando de menos a más valoro menos la acción que el misterio pero el misterio me importa menos que los personajes y por encima de los personajes la emoción, porque quiero que me conmuevan y, por último, la estética, ya que si no hay un tratamiento lingüístico del lenguaje se me cae el libro que tengo entre las manos”.

- Antes dijo que estaba trabajando en una nueva novela de Ricardo Cupido.

“La estoy escribiendo pero prefiero no hablar de ella porque igual no sale o la editorial no quiere publicarla. Es una novela de Ricardo Cupido que es distinta de todas las anteriores porque voy a hablar un poquito más del detective”

LIBROS, LIBROS Y MÁS LIBROS

Eugenio Fuentes cita entre los libros y autores que recomienda El tiempo de las moscas de Claudia Piñeiro y en cuanto a clásicos a Manuel Vázquez Montalbán. Otros títulos que menciona son las historias policíacas de Emilia Pardo Bazán; El aire de un crimen, de Juan Benet y a la escritora Lourdes Ortiz por lo que significó. También recuerda a los fallecidos Domingo Villar y Alexis Ravelo por lo que fueron como escritores y como personas. En el libro aparece el español Pedro Antonio de Alarcón con El clavo, un libro que aún se lee y La pena máxima, de Santiago Roncagliolo. “Aquí y allá surgen novelas policíacas con mucho nivel”, destaca.

FIRMA FOTO: Juan Camilo

Saludos, días muy, muy extraños, desde este lado del ordenador

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