Werner Herzog, memorias

Dentro de lo que se conoció como nuevo cine alemán hubo tres nombres que se convirtieron además de abanderados de aquel movimiento en la santísima trinidad de una forma de entender el séptimo arte muy centroeuropea pero también refrescante tras la ola rupturista de la nouvelle vague francesa y del free cinema británico. Los cineastas que formaron parte de los tres lados de este triángulo equilátero fueron Rainer Werner Fassbinder, Win Wenders y Werner Herzog.

La cinematografía de Fassbinder se ha ido diluyendo con el paso de los años. Gran parte de culpa la tiene una muerte temprana aunque dejó tras de sí una filmografía rompedora y muy polémica que pide a gritos su recuperación en estos tiempos tan dormidos que vivimos. Win Wenders continúa rodando películas, alguna de ellas con el apoyo del “amigo americano”, amigo éste que también ha respaldado el cine de Herzog, cineasta que publica sus memorias en España de la mano de la editorial Blackie Books y que llevan por título Cada uno por su lado y Dios contra todos.

Se esté iniciado o no en el cine de Werner Herzog me atrevería a recomendar estas memorias porque son casi tan intensas como sus películas. El libro sirve además para repasar la experiencia en la vida al aire libre que lleva desarrollando este hombre desde que nació en un pueblito de la Alemania profunda, así como la estrecha relación que mantuvo con escritores del fuste de Bruce Chatwin (quizá uno de los capítulos más hermosos que forman parte de estos recuerdos) así como el escritor sudafricano J.M. Coetzee.

Se echa en falta en la edición de Blackie Books fotografías que ilustren algunos de los momentos que narra el cineasta aunque es probable que la que apareció en su día en alemán también careciera de ellas porque, pese al profundo ego que marca la vida y la obra del director de Aguirre, la cólera de Dios, todo hace indicar que es bastante pudoroso en dejarse ver. También noto en falta un índice onomástico porque son muchos los nombres que aparecen en este libro que es como la gran vida aventurera de un hombre de montaña que terminó haciendo cine sin que nos dé explicaciones muy concretas para despejarnos la duda. Se reitera, de todas forma, que pese a estas incomodidades, las memorias de Herzog se leen muy bien y que no hace falta ser un especialista en su cine y en su literatura para sumergirse en las páginas de un retrato que no tiene demasiadas cosas íntimas acerca de un hombre al que le gusta caminar y escalar montañas.

Así que el cinéfilo que se acerque a este libro que sepa que no va a encontrar todo el cine que buscaba de Herzog pero sí interesantes reflexiones y la oportunidad de leer partes de su diario íntimo así como textos que escribió y dejó abandonado en cuadernos que ahora recupera para añadirlos a este retrato de un hombre que se empeña en asegurarnos que mira de frente a la vida.

Aviso para los que buscan chismes con o sin altura moral, habla, claro que habla, pero no demasiado mal de la némesis del memoralista, el actor Klaus Kinski, a quien consagró en varias de sus película entre otras la ya mencionada Aguirre, la cólera de Dios y también en Nosferatu, donde interpreta al cadavérico príncipe de los vampiros así como a quien dedicó el documental Mi enemigo íntimo. Kinski hace lo mismo, bien es verdad que con algo más de sangre, en su deliciosa autobiografía Yo necesito amor, y en la que nos describe a un egomaníaco Werner Herzog que nos muestra ahora en su autobiografía su alma también egomaníaca así que la relación entre estos dos, actor y director, tuvo que ser como un choque de trenes a gran velocidad.

Al margen de esta discordia, que como se ha dicho no explota en estas páginas, Cada uno por su lado y Dios contra todos no deja de ser un atractivo retrato de un hombre que parece que se confiesa en estas páginas. Lo interesante, además de lo que cuenta de algunas de sus películas (Fitzcarraldo, entre otras) es la gran pasión que siente por caminar por senderos que no son para todos los públicos y la de filmar con su cámara situaciones tan extremas como un oso pardo con ganas de comer o acercarse a la boca de un volcán en erupción. De estas dos experiencias salieron dos película muy de Herzog que nos hizo olvidar a los que seguimos su desde el inicio de los tiempos que es un cineasta que se mueve muy bien tanto en el territorio de la ficción como del documental, lo que hace que su filmografía resulte tan rica como variada. Nos hace olvidar de paso, su paso por el cine americano donde ha participado como actor en alguna que otra película así como director en, entre otras, la muy fallida Teniente corrupto, remake poco afortunado del título que rodó Abel Ferrara.

Saludos, se dijo y se dice, desde este lado del ordenador

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