Leopoldo, una novela de Jorge Fonte

Jorge Fonte es una de las personas que conozco que más sabe de Walt Disney y Woody Allen, personajes a los que ha dedicado varios libros. En su ya más que respetable bibliografía, cuenta con otros textos de cine dedicados a directores como Steven Spielberg, Oliver Stone y John Lasseter, entre otros.

Hace unos años, sin embargo, apostó por interrumpir su producción de libros de cine para decantarse por la literatura de ficción. Es autor de dos volúmenes de relatos eróticos (Natalia y otros relatos solo para adultos y Milena Velba y más relatos para adultos) y de varias novelas. En la primera de ellas, Una isla a la deriva, que se desarrolla en El Hierro, promete lo que da, evasión, mientras que la segunda, Llevadme a ver el mar, se sumergió en las aguas del género histórico al recrear la ciudad de La Laguna de mediados del siglo XVII para narrar con pulso los turbulentos amores entre el noble don Jerónimo de Grimón y Rojas y la monja sor Úrsula de San Pedro.

A partir de entonces Jorge Fonte ha seguido indagando en el género. Su tercera ficción, El hijo del apotalado, volvió a desarrollarse en la isla de El Hierro durante la Guerra Civil y se trata de uno de sus títulos más interesante porque sabe recrear muy bien aquellos días infames.

En el 2022 publicó la novela corta From Me To You. The Beatles en Tenerife, en la que narraba la estancia de tres miembros del grupo (George, Paul y Ringo) en el norte de la isla a través de cartas y recortes de prensa y en los que se apreciaba una constante en toda su literatura, sea el ensayo como la ficción, y es la cuidadosa investigación que emprende para contar sus historias “basadas en hechos reales”.

Leopoldo (Colección Agustín Espinosa, Gobierno de Canarias, 2023) rompe ligeramente la trayectoria que estaba caracterizando la obra del escritor. Se escribe ligeramente porque no se trata de un libro en el que se tire por la ventana pero sí que tiene ambiciones ya que lo que desencadena la acción y casi transforma a su protagonista en otra persona es un nuevo caso en el que debe trabajar, el crimen de la familia Alexander. Este horripilante suceso le sirve de telón de fondo para ahondar en las dudas que le asaltan a su protagonista, que llega a poner en duda su sentido del bien y del mal.

El Leopoldo que da nombre al libro es un juez destinado en Tenerife a quien le toca llevar este caso criminal, uno de los más espantosos de la crónica de sucesos en Canarias. Sucedió a inicio de los años setenta en la capital tinerfeña cuando se descubrieron en una céntrica vivienda los cadáveres de tres mujeres (Dagmar, la madre y Marina y Petra, dos de sus hijas) asesinadas brutalmente por el padre (Harald) y su hijo /hermano (Frank), quienes obedecían, según ellos, órdenes celestiales. Escapó de aquella orgía de sangre Sabine, una de las gemelas porque no se encontraba aquel día en la vivienda familiar.

Como en sus novelas históricas anteriores, el caso está rigurosamente documentado, accediendo el escritor a fuentes poco conocidas. El resultado es un interesante trabajo aunque la sustancia que anima a la obra, y que no es otra que el macabro crimen cometido, se convierte en sombra con el fin de oscurecer la mente de su protagonista, hasta ese momento un hombre honesto y muy familiar que tras conocer a Harald y Frank comienza a oír voces y a cuestionarse ¿qué separa el bien del mal?

Para narrar este proceso de paulatina transformación, de esa dualidad que se fragmenta para que una de las partes domine a la otra, trata en el fondo el libro. El crimen, el asesinato que aquellos iluminados carniceros realizaron porque obedecían órdenes de Dios pasa a un segundo plano pero no deja de ser el desencadenante, no el motor, que pone en movimiento a esta la novela.

Leopoldo cuenta con numerosas descripciones de la capital tinerfeña, algunas de cuyas zonas documenta Jorge Fonte más con espíritu informativo que como paisaje con personalidad dentro del relato. Para visualizar las dudas que asaltan al buen juez, las convierte en palabras que terminan en largos diálogos con un amigo que es sacerdote, un sacerdote progresista y moderno en la oscura España de aquellos años. Estas conversaciones son reflexiones que poco aportan al curso de la historia.

Se aprecia en el libro una férrea voluntad por recrear de manera “realista” aquel Santa Cruz de Tenerife de principio de los años 70 y se agradece que el autor no caiga en el morbo al inspirarse en un crimen tan espantoso, y eso contando con la documentación necesaria para invitarlo a que así lo hiciera.

El protagonista, Leopoldo, resulta humano por las contradicciones en las que incurre cuando comienza a dudar de lo que es realmente el bien y el mal, que encuentre o no respuestas es una de las claves más señaladas de un libro donde por mucho que se esfuerce no se entiende cómo Harald y Frank actuaron como lo hicieron, tampoco que padre e hijo piensen que lo que hicieron estuvo bien porque fue mandato divino.

La novela consta de 51 capítulos que se distribuyen en más de trescientas páginas y cuenta con un Epílogo y un extra, Desmontando a Leopoldo, donde Jorge Fonte explica cómo trabajó al personaje y el libro.

LO MEJOR: La documentación que recopiló el autor para escribir la novela. Y no solo la relacionada con el espantoso crimen que la inspira. Se agradece, además, que no incida en los datos más sangrientos de aquel asesinato.

LO PEOR: Si se tiene en cuenta que el espantoso crimen sirve para contar la paulatina transformación que sufre el protagonista, poco. No es una novela sobre el asesinato sino de cómo le afecta al protagonista las conversaciones que mantiene con los asesinos.

Saludos, encadenados, desde este lado del ordenador

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