Gracias a Dios que “esto sí es real, esto sí es real”
* No todo van a ser malas noticias en esta tierra culturalmente hablando. La vieja y señorial La Laguna, esa ciudad cuya parte antigua respira humedades castellanas en sus paredes de piedra, ha recuperado de mano de iniciativas privadas (lo que tiene doble mérito) el viejo castillo donde antaño se rodó El ladrón de los guantes blancos, el primer largometraje de eso que algunos llaman cine canario (risas).
Me entero del notíción gracias a loquepasaentenerife, donde si pinchan el enlace sabrán mucho más de los que han obrado el milagro (¿pero tú no eras el que no creías en milagros?).
El castillo quiere ser además de una sala de exposiciones un lugar de encuentro y tertulia, por lo que acoge en la actualidad la muestra colectiva Escuela de La Laguna, organizada por la galería Dámaso Guardí, y que entre otros artistas expone obra de Marcos Lorenzo.
* Repasando la prensa local me tropiezo con otro de esos artículos de Alfonso González Jerez que me obligan a quitarme con reverencial respeto el sombrero que cubre mi cabeza. Pasen y lean. Lean pinchando el enlace, claro está.
* Terminó la tercera edición de Fimucité. Y por lo que me dicen con éxito. Es una buena noticia aunque los festivaleros organizadores deberían de plantearse en futuras ediciones (que las habrá, toquemos madera) que se haga oír también lo que se está cociendo en Europa en cuanto a bandas sonoras se refiere. De todas formas, creo que el señor Jerry Goldsmith está con una sonrisa que se le sale allá en los cielos…
* Y para terminar dos recomendaciones: No dejen de ver Good, de Vicente Amorin. Todavía está en los Renoir de Santa Cruz de Tenerife. Y pese a que hay que ver la película en versión rigurosamente doblada, hacía tiempo que no me impactaba tanto ese certero y feroz retrato del nazismo como idea que penetra en el corazón de un hombre bueno. El final casi me hizo saltar las lágrimas. “Esto es real, esto es real”. Ya sabrán porqué escribo lo de “esto es real, esto es real” si van a ver la película.
La otra recomendación es que si tienen oportunidad vuelvan a ver (y si no la han visto, háganse un favor y se me la ven) El Gatopardo, de Luchino Visconti. La noche del sábado me la pasé en estado de orgasmo intelectual disfrutándola, y sacando un millón de interpretaciones. Junto a la celeberríma frase de todo tiene que cambiar para que no cambie nada, hay otro montón de diálogos que te tienen permanentemente atado ante la pantalla. Diálogos que refuerza la magistral dirección de Visconti y la interpretación siempre fuera de sí de ese pedazo de actor que fue Burt Lancaster (¡cómo se movía el tipo, parece un león).
Saludos con la sensación de que hemos hechos los deberes desde este lado del ordenador.
Julio 27th, 2009 at 9:52
La pompa y la gala que parece tanto le gusta al público tinerfeño va a terminar por ahuyentar a los que sólo quieren escuchar música de cine. La inacabable sesión de clausura del Fimucité fue todo un ejemplo de cómo acabar con la paciencia del más pintado. Tres horas de discursos en ingles castellano, castellano inglés, agradecimientos, premios, agasajos onanistas, aplausos, más aplausos… Sí, si me llegan a decir que era una gala, me quedo en mi casita.