‘Pa Negre’, ¿me entiende?
Es una pena que la capital de este país que llamo las Españas no dé al mar.
Pienso, y quiero seguir pensando, que entonces el carácter que conforma esta suma de complejidades que es ser lo que unos llaman español hubiera resultado muy diferente.
En mis arrebatos más locos, siempre he defendido contra los mesetarios que la capital de este país de colores rojos y negros debería de haber estado al occidente ubicada en Lisboa, mirando desafiante el Atlántico. O al oriente en Barcelona o Valencia por citar solo dos, encarándose con ese mar en el que se mezclan culturas y por lo tanto sangre, sudor y lágrimas como es el Mediterráneo.
Lamentablemente, por esas razones que escribe la Historia, la capital del país se aglutinó en pleno centro de la península Ibérica. Se llama Madrid, y si bien tiene ese encanto castellano resignado y pobretón, hidalgo y tontorrón, quiero seguir pensando que en Lisboa o en Barcelona la influencia que se hubiera derramado dentro y fuera del territorio sería distinta.
Algo me dice que más cosmopolita y menos ombliguista.
No quiero alimentar la hoguera de las vanidades que rodea a la siempre intrigante cuestión de las capitalidades pero mi experiencia me ha mostrado que los que vivimos de cara al mar tenemos otra naturaleza.
Otra forma de ver las cosas.
Bien es verdad que viviendo en Santa Cruz de Tenerife esta reflexión se hace añicos porque la ciudad siempre estuvo de espaldas al mar, casi como si lo detestara, pero es innegable que los que nacemos al lado del mar, los que nos acostumbramos a verlo sereno y bravo, lo consideramos casi como una extensión de nosotros mismos. También como la manifiesta realidad de que hasta ahí llega la tierra conocida y más allá la próxima por explorar.
Viene toda esta reflexión porque la Academia de Cine español ha apostado por la película Pa Negre, dirigida por un isleño, el mallorquín Agusti de Villaronga, para competir en la terna de largometrajes que Hollywood seleccionará en próximas fechas en la categoría a mejor película de habla no inglesa.
Me he molestado en leer las noticias, los artículos de opinión, y también los comentarios que en radio y televisión se han hecho eco en torno a la designación de Pa Negre. Y en casi todos ellos me ha molestado que además de recordarnos que se trata de la primera película catalana que representará a España en esa preselección, que insistan que nos encontramos ante un título difícil y por lo tanto dirigido a públicos minoritarios (¿los catalanes?).
Aprecio pues en todas estas reflexiones como una frustración, un vaticinio velado que Pa Negre no pasará la primera oposición a la que será sometido por el comité seleccionador norteamericano.
También una queja, disfrazada de erudición, que es una película que habla de nuestra mayor enfermedad nacional: la Guerra Civil. La Guerra Civil y sus secuelas en un rincón de la Cataluña profunda.
No han querido darse cuenta esas voces que precisamente ese detalle es lo que hace fuerte a un largometraje que acaparó estatuillas de ese cabezón que llaman Goya para sorpresa de un cine demasiado mesetario y por lo tanto poco ambicioso para descubrir otras miradas de ese país que llamo España.
En esta elección, que probablemente tiene oscuras razones políticas para quien desee verlo así, jugarlo todo a La piel que habito de Pedro Almodóvar suponía apostar con las cartas marcadas. El nombre del director manchego es reconocido fuera de nuestras fronteras.
Que se seleccionará también La voz dormida, del siempre interesante e inquieto Benito Zambrano, imagino que fue dictado más por un trato de favor de los académicos españoles (¿?).
Ya saben una manera de promocionar un filme que aún no ha llegado a estrenarse en mi provincia al menos.
Cinta la de Zambrano, curiosamente, que habla también de los efectos devastadores de su (no mía) Guerra Civil y que adapta la novela del mismo título de Dulce Chacón, una escritora a la que tuve la suerte de entrevistar años antes de su muerte y que cuando hablaba de aquel periodo penoso de la historia de España no había logrado aún llegar a lo que debe ser una justa reconciliación entre nietos y bisnietos.
El caso es que Pa Negre es una película catalana como se empeñan en recordarnos los escribas y comentaristas. Escribas y comentaristas incapaces de descubrir que, efectivamente, siendo una película catalana, estamos ante una cinta catalana que con todo el derecho del mundo puede representar a España precisamente porque está hablada en un idioma (mal que les pese a unos y a otros) como es el catalán.
Saludos, asomado a una ventana desde la que no veo el mar, desde este lado del ordenador.
Septiembre 30th, 2011 at 0:12
Madrid es una ciudad habitable, acogedora. Ojalá Anghel y su G-21 la disfruten. ¡Viva Madrid! Y el Real Madrid de Mourinho.
Septiembre 30th, 2011 at 8:26
Sabias palabras. Si lo comparamos con el corto Esposados, producto canario, nos alegramos que una película echa aquí con gente de aquí, pisara la alfombra roja del Teatro Kodak. Y eso que los tres actores principales no son canarios ni hablaban con nuestro deje. Seguro que el resto del país les pareció exótico, curioso y gracioso, que es como nos ven. Pero si es Catalana y en habla catalana les parece lamentable, separatista, etc, que es como los ven. Las películas son primero de sus autores y despues del público, no importa ni la nacionalidad ni el idioma sólo si te llega o te deja indiferente y esto es lo que hace que perdure en el tiempo.
Saludos desde este lado del Mediterraneo.
Septiembre 30th, 2011 at 10:07
No soy futbolero, Bartolo, pero entre el Madrid de Mourinho y el Barcelona de Guardiola me quedo, efectivamente, con el Barcelona de Pep.
Septiembre 30th, 2011 at 12:09
Busque el mar, busque el mar…por favor¡¡¡¡¡ es la vida, el oxígeno, el futuro, la esperanza. Quizás la ventana se cerró sin querer, pero busque el mar y vuelva a mirarlo.