A Josep Maria Berenguer, fundador de ‘El Víbora’
Ha pasado el tiempo pero todavía recuerdo cuando llegó a mis manos el primer número de la revista El Víbora y su apuesta por el comix para supervivientes. Aún debo de conservar el ejemplar en algún lugar de mi desordenada biblioteca, pero no ha habido manera de encontrarlo para reproducir el editorial en el que su editor, Josep Maria Berenguer, anunciaba los ¿principios? de una revista cuya portada estaba dibujada –creo recordar– por Nazario y que a partir de ese momento trastocó mi manera de ver y entender los comics.
Fui leal a El Víbora, que en un principio iba a salir al mercado con el explosivo nombre de Goma 2, durante su primera etapa, aquella que recorre los turbulentos años ochenta con una visión descarnada pero también festiva de la vida. Quiero pensar que fue su ciclo más undeground, también el más políticamente incorrecto de su carrera hasta desaparecer en 2005 convertida en otra cosa. En una revista en la que apenas se podía rastrear el contenido canalla y subversivo de sus números anteriores aunque, pese a todo, contara con destellos que obligaba a su manada de lectores a seguirla si bien no con la periodicidad de antaño, sí a leerla casi a escondidas si uno tenía la fortuna de encontraba olvidada en algún lado.
El Víbora original, el que nace en 1979 y continúa como un un cohete su trayectoria durante los ochenta, contribuyó a que mirara el mundo de otra manera, y que descubriera que el tebeo, el colorín, la historieta podía narrar historias subterráneas de este territorio del que formo parte y que se llama Expaña.
Gracias a sus páginas, y a la dirección de Berenguer, descubrí a Max y su endiablado Peter Punk o a su contestarlo Gustavo. También el perturbador erotismo de Anarcoma, escrito y dibujado por Nazario, o las historias negras, con cierto aliento poético a lo David Goodis, creadas por Alfredo Pons, fallecido el 23 de abril de 2002, lo que me hace pensar que quizá el maestro de la línea chunga espere a Berenguer en algún lugar de ese territorio donde ya no existe ni el bien ni el mal para irse juntos de fiesta… Sin olvidar, claro está, las geniales cafradas de Miguel Gallardo y Juan Mediavilla; del desarmante Martí, cuyos dibujos estaban tan notablemente influenciados por Chester Gould, el creador de Dick Tracy, y responsable de una de las series que, para quien les escribe, se convirtió en uno de los iconos de la revista, Taxista, entre otros grandes sin olvidar las creaciones de los estadounidenses Robert Crumb y Gilbert Shelton, responsable de esos locos adoradores de la marihuana que son The Freaks Brothers y del descacharrante ¿súper héroe? Superserdo, entre otros muchos.
Berenguer, personaje que sin su trabajo la historia del underground en este país no hubiese sido la misma, logró impregnar a la revista de su personalidad antes de que dejara descansar el proyecto en otras manos quizá porque supo darse cuenta al finalizar los años ochenta que las cosas estaban cambiando y no precisamente para mejor.
A él, y al fantástico grupo de guionistas y dibujantes con los que supo rodearse, le debemos el primer especial de la revista –más tarde una colección paralela de monografías salvajes– en la que se tomaba con mucho humor y por lo tanto muy en serio el asalto del coronel Antonio Tejero al Congreso de los Diputados en febrero de 1981, así como que a través de El Víbora se hablara siempre con tono políticamente incorrecto de sustancias psicotrópicas, el ejército, la religión y la policía. También, que se tratara por primera vez el travestismo y la homosexualidad sin falsos victimismos, y sí como una defendible opción sexual más.
Con la muerte de Berenguer desaparece un agitador que quizá fue inconsciente de la labor que estaba desarrollando entre sus lectores, pero estoy seguro que colaboró bastante para que muchos de ellos hoy vean las cosas de otro color y desde otra perspectiva. También, que se hagan preguntas. Una de las cuales me asalta mientras estoy repasando los tebeos de la primera etapa de la revista.
¿Hubiese tolerado la sociedad en la que nos hemos convertido la feliz anarquía que inicialmente se desplegó a través de las páginas de El Víbora?
Probablemente no.
Y es que ya ni se respeta a los clásicos.
Saludo, fundido a negro, desde este lado del ordenador.
Abril 24th, 2012 at 21:53
Que recuerdos. Por nombrar algunos de los que no te cupieron en tu reseña: el impresionante Rankxerox de Liberatore y Tamburini y el desasosegante Charles Burns con sus Misterios de la Carne.
Siguiendo los designios del péndulo de la historia parece que de alguna manera vamos a tener que retornar a una época parecida.
Abril 25th, 2012 at 20:27
No fui, ni sigo siendo, muy devoto de Rankxerox. Charlie Burns sí que es, a mi juicio, palabras mayores… De hecho, procuro tener todo lo que sale de su enfermiza cabeza.
Abril 26th, 2012 at 12:35
El Víbora es una de las mejores revistas de comic de este país. Ya podrían muchos aprender de sus valientes historias.
Mayo 7th, 2012 at 9:19
[...] a ser cómic. ¡Qué historietas! Os dejo además este enlace del Tío Berni en Entrecómics y este otro de Eduardo García Rojas en El Escobillón, que hablan de Berenguer y su época. Tweet Categoría: Periodismo 7 mayo 2012 at 10:19 No [...]
Diciembre 19th, 2023 at 18:11
[...] a ser cómic. ¡Qué historietas! Os dejo además este enlace del Tío Berni en Entrecómics y este otro de Eduardo García Rojas en El Escobillón, que hablan de Berenguer y su [...]