Ha muerto El Estudiante, ¡viva Pepe Sancho!
Imagino que como a muchos compañeros de generación José Sancho o Pepe Sancho forma parte de su disco duro individual por una serie de televisión, Curro Jiménez, cuyo protagonista nos dejó –curiosidades inquietantes de este paso fugaz que es la vida– el año pasado, Sancho Gracia.
En Curro Jiménez, Pepe Sancho interpretaba el papel de El Estudiante, compartiendo aventuras por las tierras de España junto a un grupo de bandoleros con claras señas de identidad.
La serie, que además de ser popular en este país sin memoria que es este en el que nací y vivo, fue también objeto de culto y pasiones desatadas en otros territorios de la América hermana.
En Cuba, por ejemplo, son muchos aún los que recuerdan las hazañas televisivas de Curro Jiménez y lo suyos con una radiante sonrisa caribeña en la boca.
Pepe Sancho no se quedó solo, de todas maneras, en El Estudiante.
Como actor supo crecer a medida que pasaban los años, convirtiéndose pronto en uno de esos protagonistas inevitables cuando lo que se buscaba era un actor de carácter.
Y Sancho tuvo carácter delante y detrás de las cámaras.
Y todo ello pese a que la prensa que destripa las entrañas del corazón no se cansó de explotar durante unos años sus presuntos malos tratos a quien fue su primera mujer, la cantante María Jiménez.
Fuera o no cierto, la verdad es que a partir de ese entonces la marca de la sospecha, esa letra escarlata que involuntaria o voluntariamente se pega en el costado de quienes acusan de levantar la mano, le acompañó lo que le quedó de existencia.
No voy a entrar en sus conflictos personales, pero sí a afirmar que en Pepe Sancho como en Sancho Gracia desaparece una estirpe, una raza de intérpretes que hicieron creíbles sus personajes porque además de conocer las claves del oficio de actuar les acompañó un físico del que apenas queda hoy registro en eso que llamamos cine español.
El caso es que fue de los pocos actores de su generación que se mantuvo activo en teatro, cine y televisión, por lo que fue un rostro conocido y respetado tanto por amigos como enemigos.
En este sentido, quizá sea Pepe Sancho lo mejor de la sobrevalorada serie Crematorio, y una presencia creíble en películas fallidas pero no exentas de interés como Libertarias o ¡Ay, Carmela!
Encarnó a su paisano Joaquín Sorolla, el fascinante pintor de la luz valenciano, en la serie Cartas a Sorolla y también lo pudimos ver recientemente en la exitosa Cuéntame cómo pasó así como en Tarancón, el quinto mandamiento, donde encarnó al cardenal que tanto contribuyó a hacer posible la Transición, entre otras experiencias que, en esta crónica de urgencia, escrita más con la pasión y también la desazón que me produce enterarme de su muerte, redacto ahora.
Pepe Sancho trabajó también a las órdenes del cinaesta tinerfeño Jaime Falero en su cortometraje Dinero negro y figura en el reparto de El clan, primer largo de Falero aún pendiente de estreno.
Pepe Sancho, a quien al parecer le mantuvieron en secreto la gravedad del cáncer que fue devorando su poderosa vitalidad estos últimos meses, es un actor que se merece nuestro más sincero reconocimiento por los trabajos que legó tras de sí.
Títulos en los que se entiende lo mejor y también lo peor de una industria audiovisual como es la española tan dada a siniestros ombliguismos.
Su muerte, ya digo, me produce esa tristeza extraña que me produce las ausencias de todos aquellos que me acompañaron durante un cierto tiempo de mi vida.
Su fallecimiento coincide además un fin de semana en el que vientos huracanados y lluvia sacuden las islas en las que habito.
No sé si se trata de un presagio, pero quiero pensar antes de concluir estas líneas que hacen falta hombres como Sancho para desafiar éste y otros temporales con el que nos invitan las autoridades a que permanezcamos en casa para evitar riesgos.
O desgracias, apuntan, mayores.
Descanse pues en paz, Pepe Sancho.
Saludos, decir adiós es morir un poco, desde este lado del ordenador.
Julio 21st, 2013 at 16:30
“Curro Jiménez”, serie mítica e inolvidable donde las haya. Estoy de acuerdo, a grandes rasgos, con el artículo. Cierto que Pepe Sancho merece nuestro reconocimiento. Saludos.