Eva, una novela de James Hadley Chase
“La mirada de confianza desapareció: dejó caer las manos al lado de su cuerpo. Me alegré de no haberme enfrentado a ella en su propio terreno. Mientras me comportara de manera distinta a los demás hombres que la visitaban, estaba seguro de llamar su atención y de mantenerla intrigada.
- Me gustaría que habláramos de ti cuando tengas tiempo para hacerlo -dije, sonriendo- Tal vez pueda serte de alguna utilidad. Para tu complejo de inferioridad. -Al pasar frente a la cómoda deslicé dos billetes de diez dólares entre los animalitos de cristal. Uno de ellos, la reproducción del Bambi de Disney, se cayó de lado.”
(Eva, James Hadley Chase, RBA. Traducción: Estela Cantos)
Creo que a James Hadley Chase nunca le perdonaron el éxito que tuvo con sus novelas. También por intruso. Un intruso por navegar en las agitadas aguas de la literatura negra, porque en Chase la literatura es más negra que policial, tras la publicación de El secuestro de miss Blandish, un relato caliente y en permanente ebullición sobre una familia de pistoleros durante los años de la depresión en un país llamado Estados Unidos.
El caso es que Chase, de nombre real René Babrazon Raymond, escribió esta novela sin haber pisado ese país. Recurrió a un diccionario de jerga y mapas y guías de viajes para contar un relato que posicionó a su autor en el género. Incluso cuando se descubrió que estaba inspirada en Santuario, de William Faulkner, un Santuario para lectores con las manos sucias.
Tras pasar por varios empleos, James Hadley Chase apostó todo a uno para vivir de sus libros, libros que se caracterizan por su extremada violencia –tanta, que cuentan que a George Orwell le inspiró una escena de 1984– como su alto y obsesivo contenido sexual. Pero un sexo retorcido y loco, que no descuida las escandalosas descripciones pero sin caer en una cruda pornografía.
James Hadley Chase se pasó casi toda su vida escribiendo este y otro tipo de novelas, y vivió como un marajá gracias al éxito que cosecharon muchos de sus títulos. Cuando la inspiración le resultaba esquiva, recurría a otros autores y los versionaba a su estilo. La apuesta le hizo bastante gracia a su amigo Graham Greene cuando Chase publicó Un loto para Miss Quon, una versión para lectores con manos sucias de Un americano impasible. Sin embargo, a su más directo competidor, James M. Cain, que fue su involuntario padre putativo, los saqueos continuados de Chase terminaron por sacarlo de las casillas.
Y no le faltaba razón al autor de Un cartero siempre llama dos veces porque su influencia es notable en las historias de James Hadley Chase, que están protagonizadas también por mujeres fatales, aunque muchas de ellas no resulten tan calculadoras como las de Cain.
Ha tenido suerte Hadley Chase en España. Sus novelas se han editado y editan porque parece que la sombra del tiempo poco le araña. Y nada más comenzarlas prometen lo que todo lector que se precie espera de una novela negra, más que policíaca.
Esta y otras razones son las que me invitan a que si bien pasan los años que te empujan al cambio, de vez en cuando vuelva a este escritor. Un escritor en el que descubro asombrosas cosas nuevas, e incluso perdono la premura con la que redactó muchos de sus libros.
Eva pertenece a una de las épocas de mayor producción de Chase, influenciado aún por el estilo y el universo de Cain. Tiene además la novela la virtud de presentar a un personaje, Clive Thurston, que cae antipático desde el principio. Por mucho que éste cuente la historia en primera persona.
Thurston no es un buscavida sino un tipo que se aprovecha de la vida. Hace pasar por suya una obra de teatro que ha escrito un amigo fallecido y Hollywood lo reclama para que escriba guiones y gane dinero.
Guapo y especie de estrella local en la Meca del cine, Thurston publica un par de novelas que no alcanzan el éxito de su primera obra y se dedica a la gran vida. Conoce a un buena chica, Carol, vive en una casa con mayordomo y tiene un puñado de amigos en las altas esferas…
Y rueda y rueda hasta que se encuentra con Eva. Una mujer que conoce y detesta a los hombres. Trabaja de chica de compañía de altos vuelos, y no entiende de amor sino de dinero. No obstante, el flechazo que siente Thurston es tal que provocará su, no estoy tan seguro, inconsciente hundimiento.
Thurston está empeñado en que Eva lo quiera como hombre, pero la mujer va a lo suyo y enloquece al protagonista, que no deja de arrastrarse por el suelo buscando lo que de sobra sabe imposible.
Escrita para lectores con manos sucias, la Eva de Chase no es un personaje calculador ni deshonesto pero sí una mujer fatal para algunos hombres que han pagado por pasar una noche con ella en una novela en la que solo y casi al final, se produce una muerte. Una muerte que no tiene las consecuencias que muchos imaginan.
Eva sorprende en cada nuevo capítulo así como sorprende en su misógina interpretación de Adán y Eva.
Thurston, demasiado egoísta y cobarde, es expulsado del paraíso por Eva. Algo así como su árbol de la ciencia.
Saludos, mordemos la manzana, desde este lado del ordenador.