Rey Vidor

Hollywood al desnudo es una curiosa autobiografía de King Vidor en la que relata  sus experiencias en la Meca del Cine.

No creo que a nadie se le escape a estas alturas que Vidor es una de las grandes leyenda del cine norteamericano, un hombre preocupado por mostrar la pequeñez del individuo en el mundo y la lucha que establece para ocupar, precisamente, un lugar en ese mundo, en el que parece que está desubicado.

Mi relación con Vidor comenzó de manera casual, que es la manera en cómo se forjan las verdaderas relaciones ya que crea una espontánea, nada fingida, influencia. A lo largo del tiempo, y siguiendo sus películas, me he dado cuenta que muchos de sus largometrajes dejaron una huella que el paso de los años no ha podido borrar.

Siempre aprendo algo viendo las películas de este director, un hombre con notable sentido del humor si se lee este libro publicado en los años cincuenta en español por A.H.R, con traducción de Luis Solano Costa y que, sospecho, debe de ser la primera edición de un libro que en 2003 presentó Paidós Ibérica con el título de Un árbol es un árbol. Se dice esto porque en la edición de A.H.R. que cae en mis manos gracias a la generosidad de un amigo, no consta el título original de la obra pero sí el nombre de su traductor.

Hollywood al desnudo no deja de resultar mal título aunque induce a pensar en otra cosa. En sus páginas se muestra cómo se trabajaba en el cine en la época silente y principios del sonoro desde dentro, desde la perspectiva de un profesional que se forja en un arte que comenzaba a bocetarse como la gran industria del entretenimiento en que se convirtió años más tarde, y periodo en el que el King Vidor, como otros compañeros de generación, se desarrolló como cineasta.

A entender el cine no ya solo como producto de entretenimiento sino también como vehículo para contar las historias de sus personajes.

El director comenta muchas de las películas que levantó y también sus accidentadas relaciones con algunos productores y estrellas del Hollywood de su tiempo, y la amistad que mantuvo con leyendas del cine como Chaplin cuando no hacía de Charlot.

King Vidor no juzga a nadie en este libro, se limita a repasar un pasado marcado por el cine, un arte que contribuyó a engrandecer gracias a su talento para trabajar en equipo.

El libro está repleto de anécdotas y también de lecciones magistrales sobre el cine. El cineasta describe el Hollywood dorado de los años 20 y 30 con la mirada de un profesional, sin prestar mucha atención al glamour (el glamour forma parte del paisaje) y sí una realidad que mostró con cruda intensidad.

El Rey Vidor pertenece a esa venerable familia de hombres y mujeres que procuraron con el arte no perder la mirada crítica sobre la realidad de su tiempo.

Ya conocía la fuerte personalidad del cineasta gracias a otro libro vinculado con el cine pero concebido como una investigación policial. A la muerte de King Vidor, se encontró entre sus papeles un trabajo detectivesco en torno al asesinato del director de cine mudo William Desmond Taylor, documentos que el investigador Sidney Kirkpatrick novelizó en Un elenco de asesinos, un libro sobre el viejo Hollywood protagonizado por personajes reales y que denuncia un caso malamente resuelto. Esa es la conclusión a la que se llega al final de una obra que cierra con una convincente conclusión unos de los escándalos más sonados de la Meca del Cine.

La edición de Hollywood al desnudo que está en mis manos ha envejecido como envejecen muchos libros, no tiene sobrecubierta y está algo estropeado por la edad y, probablemente, el mal uso.

Pero quizá sea esta combinación física otro de los encantos que acompañan un libro que ya ocupa un lugar privilegiado en mi mefistofélica biblioteca.

Saludos, hombres y mujeres de paz, desde este lado del ordenador.

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