Atraco (im)perfecto
Título original: La estrategia del pequinés / Año: 2019 / Duración: 96 min. / País: España / Dirección: Elio Quiroga / Guion: David Muñoz, Elio Quiroga, Alexis Ravelo (Novela: Alexis Ravelo) / Música: Brutalizzed Kids, Elio Quiroga, Alejandro Ramos, Due / Fotografía: Juan Antonio Castaño / Reparto: Unax Ugalde, Kira Miró, Enrique Alcides, Ismael Fritschi, Gonzalo Hernández, Jorge Bosch, Pep Jové, Alejandro Almeida / Productora: Zanzibar Producciones Audiovisuales / Begin Again Films / La Huella Efectos Digitales SL / Servicio de Cultura del Cabildo de Gran Canaria / Ian Stewart Producciones Cinematográficas / Instituto de Crédito Oficial / Televisión Española (TVE) / Televisión Pública de Canarias
Por aquel entonces todo parecía más o menos tranquilo en los territorios de la novela negra española hasta la publicación, entre otras, de La estrategia del pequinés, una novela de Alexis Ravelo en la que sus protagonistas eran parias de la tierra, famélica legión que formaban dos delincuentes de medio pelo; Cora, una prostituta que tiene el mismo nombre de la protagonista de El cartero siempre llama dos veces, de James M. Cain, y una ciudad, Las Palmas de Gran Canaria, descrita con una siniestra paleta oscura.
Hasta ese momento y salvo más que honrosas excepciones, la literatura policíaca que se escribía en este país –y mucho me temo que también la que se escribe ahora– estaba protagonizada por guardias civiles, policías nacionales y autonómicos como los cuerpos policiales vascos, catalanes y navarros, todos ellos honrados profesionales y defensores de la ley que habían obviado el verdadero espíritu que hizo grande al género, la denuncia de una realidad social corrupta, envenenada por dentro.
El género era el mejor acicate para criticar duramente la realidad de aquellos días y Ravelo, aún un escritor dubitativo, procuró mostrar cómo pensaban y cómo eran los que no lo tuvieron fácil, esos parias de la tierra que podían ser detectives privados solitarios, periodistas que aún creían en la honestidad de su oficio y delincuentes que luchaban y luchan contra el sistema.
Partiendo de esta base, Alexis Ravelo recuperó una tradición todavía poco explotada en España con La estrategia del pequinés, una obra en la que cuenta cómo un grupo de perdedores son capaces de enfrentarse a los gigantes, los poderosos y corruptos.
En esta novela que podría ser como una reinterpretación muy personal de La jungla de asfalto, de W.R. Burnett, creíble y con acento de aquí, el robo, el acto delictivo, es cometido a otro ladrón, solo que éste, abogado, está perfectamente instalado en una sociedad que solo mide a los demás por el rasero de lo que lleva en el bolsillo, por lo que la novela además de la denuncia venía a decir que en el mundo del crimen existen también las clases.
Un conflicto el de clase que con el paso de los años ha venido a ser una de las constantes de la mayor parte de la producción literaria de Alexis Ravelo, quien detiene la mirada en unos protagonistas que nacieron sin nada mientras describe a navajazos a los corruptos y poderosos, los que manejan el cotarro, los adoradores del becerro de oro.
Elio Quiroga, un cineasta que cuenta con una interesante y personal filmografía, adapta a la pantalla grande la novela de Alexis Ravelo y el resultado final con todas sus carencias no deja de ser satisfactorio además de una eficaz adaptación del libro.
La película se deja ver y a ratos se deja ver muy bien. Su estética a los años 70, impecablemente fotografiada en tonos muy fríos por Juan Antonio Castaño y dividir la pantalla con el objetivo de imprimir velocidad a la narración son solo algunos de los hallazgos de un filme que ha sabido captar el espíritu de la novela original, lo que no era una tarea fácil.
En todo este proceso, Elio Quiroga no traiciona su mirada, bien es cierto que más contenida que otras veces pero esto en vez de ir en demérito redondea una cinta que, a nuestro juicio, es la más lograda de un cineasta que tiene ojo cinematográfico y que no traiciona aunque sí matiza su estilo.
El reparto ayuda a sostener la película. Kira Miró hace de Cora y viste al personaje con el mismo encanto con el que la describió Alexis Ravelo en la novela. Lo mismo pasa con Unax Ugalde y Enrique Alcides como Junior, turbio y peligroso. Destaca también el trabajo de Ismael Fritchi, Jorge Bosch y Pep Jové, este último como El Gordo, personajes todos que encajan muy bien en el imaginario que como lector asumimos al leer la novela.
En cuanto a la historia, Elio Quiroga refleja lo esencial de la obra literaria recogiendo algunas de las claves que Ravelo diseminó en ella y que ya forman parte del universo del escritor como es recurrir a la variedad del español que se habla en Canarias, y que en la película como en la novela no chirría, se desliza perfectamente entre unos y otros, y describir el paisaje nocturno de una ciudad que resulta muy creíble como espacio negro y criminal.
Como espectador, se me fueron las casi dos horas que dura el largometraje como si nada, la misma sensación que tuve cuando leí el libro. Al mismo tiempo, me preguntaba las razones de que no se recurra con más frecuencia al rico y variado material literario que hay en las islas para ser llevado al cine.
La estrategia del pequinés, al margen de su origen literario, funciona también como película autónoma y romperá moldes en el cine de género que se rueda en España porque su mensaje es directo y sus protagonistas tipos que han terminado así porque les fue mal en la vida. Pese a todo, intentan vivir y dejar vivir.
Se trata de un filme atípico que hace verosímil una historia de amor y muerte que transcurre en un escenario conocido y en el que algunos de sus personajes hablan con acento canario y otros peninsular. La mezcla no resulta cacofónica sino natural porque este elemento es uno más de una película que sin ser redonda atrapa porque narra muy bien una historia que va más allá del robo y que sin pretensiones y agradecida humildad resuelve de manera notable el espíritu de un libro que a su manera hizo historia en el género negro y criminal español y ahora en la carrera como cineasta de Elio Quiroga, un tipo que ha sabido transmitir el mundo imaginado por Ravelo en imágenes. Algunas de ellas muy poderosas como la del puerto de la capital grancanaria iluminado de noche por las plataformas petrolíferas o la del reencuentro de la pareja protagonista.
Saludos, amanece, desde este lado del ordenador