El cine rumano se apropia del silbo gomero
La película La Gomera, del cineasta rumano Corneliu Porumboiu, se presenta hasta el 20 de octubre, en la quinta edición del Festival de Cine Rumano de Valencia.
El filme cuenta la rocambolesca historia de Cristi, un policía y a la vez chivato de la mafia que viaja a La Gomera ya que en Rumanía se encuentra bajo vigilancia policial. Será en esta isla donde descubra el silbo y surja la idea de utilizar esta forma de comunicación con la mafia para conseguir sacar de la cárcel a Zsolt, el único que sabe donde están escondidos 30 millones de euros.
Corneliu Porumboiu (1975) estudió cine en Bucarest y es una figura destacada de la nueva ola de cine rumano. Con su ópera prima 12:08 al este de Bucarest obtuvo la Cámara de Oro en Cannes, festival al que volvió con la película que le consagraría, Policía, Adjetivo (2009), que se hizo con el Premio del Jurado de la Sección Un Certain Regard y con el Premio Fipresci, entre muchos otros premios en festivales internacionales. Después vendrían ficciones como When Evening Falls on Bucharest or Metabolism (2013), estrenada en Locarno y presente en el Festival de Sevilla, y El tesoro (2015), de nuevo premiada en Cannes. Infinite Football, su segundo trabajo de no ficción dedicado al fútbol tras El segundo juego (2014), fue parte de la sección Las Nuevas Olas No Ficción en Sevilla. Su último film, La Gomera, compitió por la Palma de Oro en Cannes el año pasado.
El reparto actoral de La Gomera (The Whistlers, Rumania-Francia-Alemania-Suecia, 2019) lo componen Vlad Ivanov, Catrinel Marlon, Rodica Lazar, Agustí Villaronga, Cristóbal Pinto, Antonio Buíl y George Pistereanu. La fotografía es de Tudor Mircea y la edición de Roxana Szel.
En una entrevista, el cineasta declaraba que la idea de realizar este largometraje, con una duración de 97 minutos, se le ocurrió observando un programa de televisión sobre La Gomera y el silbo y como el lenguaje “ha sido una de las claves centrales a lo largo de toda mi filmografía. Mis personajes siempre intentan entenderse y el silbo me interesó mucho en ese contexto. También me atrajo su aspecto poético. El hecho de que se desconoce su origen y que cuando los españoles colonizaron la isla canaria se utilizó como un código de rebelión. Los nativos se solían comunicar de esa forma. También me admira el contraste de que un lenguaje tan primitivo siga existiendo en una sociedad tan desarrollada”.
Saludos, silba si me necesitas, desde este lado del ordenador