Blackout, una novela de Simon Scarrow
Simon Scarrow es conocido en España por las serie de novelas que ha dedicado a los legionarios romanos Macro y Cato. Diecinueve libros, y los que vendrán, forman de momento un ciclo literario que si por algo se caracteriza es por la descripción de ambientes y su rigurosa documentación de época aunque las historias resulten repetitivas en algunas ocasiones. La mayor preocupación de Scarrow como la de otros muchos escritores de novela histórica anglosajones, que han sido los grandes impulsores del género, es la de reconstruir un escenario lo suficientemente creíble que resulta sobre todo muy realista en las vertiginosas escenas (y hay muchas, créanme) de batallas.
Simon Scarrow que antes de ser escritor fue historiador, cuenta también con una interesante tetralogía dedicada a Napoleón Bonaparte y Arthur Wellesley, más conocido a partir de 1814 como el duque de Wellington. Estas novelas, a imitación de las Vidas paralelas de Plutarco, siguen la vida de estos dos grandes militares de la primera mitad del XIX. Hombres que se midieron las caras finalmente en la famosa y sangrienta batalla de Waterloo.
Personalmente, me parecen más atractivas estas cuatro novelas que las que lleva dedicada hasta la fecha a Macro y Cato, aunque gracias a estos dos personajes el escritor goza de fama y popularidad entre los aficionados a la novela histórica en España.
Simon Scarrow cuenta con otros libros, alguno de ellos escritos en colaboración, también con varias novelas “de romanos”, gladiadores en este caso, dedicadas al público joven y ahora con Blackout (Edhasa, 2022), que desarrolla en la ciudad de Berlín en septiembre de 1939, con un personaje que, sospecho, dará origen a una nueva saga: la del inspector Horst Schenke.
Resulta llamativo cómo esa época, los años 30 y 40, y un país, la Alemania nazi, sigue siendo una fuente inagotable de novelas. El tristemente desaparecido Philip Kerr, a través de su primero inspector de la policía y más tarde detective privado, Bernie Gunther, explotó ese mismo escenario en una serie de historias que sus aficionados, que somos legión desde entonces,echaremos de menos tras la repentina muerte del escritor. Hay otros narradores,
curiosamente la mayoría de ellos anglosajones, que desarrollan sus argumentos en Alemania durante la guerra o los años previos y en algunos casos posteriores a ella. La lista es muy extensa y entre tanta producción emerge ahora Schenke, un personaje que parece que vino para quedarse aunque no se sepa cuánto tiempo.
En Blackout se mezclan personajes reales con ficticios. Son reconocibles como reales el almirante Canaris, jefe de los servicios secretos alemanes; Gestapo Müller y Heydrich, segundo al mando de la tenebrosa SS. Entre los ficticios, Schenke y un amplio círculo de secundarios como la novia del inspector, sobrina de Canaris y el equipo de agentes que forma su unidad de investigación, entre los que se encuentra un eficaz miembro de la Gestapo enviado para “controlar” la investigación que Schenke y su equipo desarrolla para atrapar a un asesino en serie que se mueve por las estaciones de trenes de una ciudad sumida en la oscuridad, el apagón del título, porque Francia y Gran Bretaña han declarado la guerra a Alemania tras ocupar Polonia.
Como en las novelas de romanos o napoleónicas anteriores del mismo autor, Blackout está escrita con un estilo ágil, que no se rompe la cabeza. La fórmula del sujeto verbo y predicado es la norma en este tipo de literatura cuya única obsesión es la de contar historias. No ofrece así su lectura quebraderos de cabezas sino más bien al contrario. Se trata además de un libro, como pasa con los otros del mismo autor, que está notablemente documentado por lo que todo lo que se desarrolla en sus páginas, más de cuatrocientas, si por algo se caracteriza es porque mantiene el tono ascendente, y no solo por la investigación que se lleva en curso sino también por la descripción de una ciudad sumida no solo en las tinieblas de la noche sino por un régimen que, entre otras cosas, fomenta la delación.
En este panorama se mueve un policía que no tiene ideología sino una vocación de trabajo muy germana. Como él, la mayoría de una población –explica Scarrow– que admitió el nazismo como hubiera admitido el comunismo si estos hubieran ganado la batalla de las ideas.
Lo interesante del caso que se investiga es que sucede en un país que ha entrado en guerra y que quién puede ser el asesino es un hombre del partido y alto cargo de las SS.
La novela está narrada en tercera persona y es muy seria. No tiene, en este aspecto, nada que ver con las protagonizadas por Bernie Gunther, que si por algo se caracterizaban eran además de por su implacable recreación histórica, por su notable y en ocasiones negrísimo sentido del humor.
En Blackout no hay espacio para la risa sino una profunda reflexión sobre un sistema que otorgó cargos y responsabilidades a los villanos. Blackout, como las anteriores novelas del escritor, no decepcionará en este sentido. Sí que se hace un poco larga, pero es una regla que persigue a este tipo de género: libros siempre generosos en páginas.
A modo de conclusión, se puede decir que Simon Scarrow se mueve muy bien en el año que ambienta su nueva novela y que se agradece topar con un narrador que lo mismo visita y se codea con los legionarios que hicieron posible el imperio romano; que estudia a dos de los más grandes generales del XIX como ahora retrata con una atractiva mirada de época una ciudad, Berlín a finales de los años 30, que se prepara para una guerra que no va a resultar un paseo militar como la invasión de Polonia.
A la espera de nuevas entregas Schenke, merece la pena acercarse de momento a Blackout, una novela tan impecable como implacable. ¡¡¡Viva el entretenimiento!!!
Saludos, se acaba agosto, desde este lado del ordenador