El Bajío, una novela marinera de Marcos Cova

Ha sido realmente una sorpresa encontrarme con una novela como El Bajío (Ediciones Aguere/Idea, 2024), de Marcos Cova porque en contra de la tendencia actual de los escritores que comienzan, que es la de publicar novelas demasiado generosas en páginas, Cova nos cuenta su historia, sus historias, en apenas un centenar, páginas que no tienen desperdicio y sí su razón de ser. Páginas que poseen la capacidad de proponer un gran fresco de dos localidades, como son la de Punta del Hidalgo y San Andrés, en La Laguna y Santa Cruz de Tenerife, respectivamente, así como la de algunos de los vecinos que aparecen y desaparecen en este libro singular que no pretende innovar nada sino contar varias historias.

En esta novela “canaria” (obsérvese el entrecomillado) aparecen varios personajes que están hábilmente trazados, comenzando por Gregoria, una fuente de sabiduría popular y en la que descansa la memoria de un lugar sacudido por las desgracias y en el que es necesario adaptarse para sobrevivir. La historias que irá contando esta señora que ha dedicado su vida a la venta de pescado fresco, nos revela una existencia marcada por las dificultades y “las injusticias”, largo monólogo que a ratos es interrumpido por otros para volver a retomarlo en una serie de fragmentos con los que va armando un relato “realista” y de otros tiempos que a su vez nos lleva a una serie de historias que van conformando el cuadro de una localidad en la que el mar es una presencia continúa y no solo como espacio en el que salen a la mar los pescadores sino también sujeto a caprichos imprevistos que impone el tiempo, siempre inconstante.

Estas historias saben así a sal,y dejan una huella profunda entre los que conocieron cómo era la Punta y San Andrés en un lejano pasado que por fortuna continúa presente en la memoria gracias a novelas como ésta ya que si hay una reivindicación, una reclamación, ésta se ramifica en numerosos relatos que a su vez nos cuenta la historia de otros vecinos de ese Bajío donde habita la protagonista, que es el astro a través del cual gira todo un sistema planetario con la forma de hombres y mujeres que si han sacado alguna lección de vida es la de sobrevivir, la de plantar cara a la adversidad.

Entre las grandezas de esta novela destacaría la capacidad que tiene Marcos Cova para contarnos un modo de vida que ha ido desapareciendo paulatinamente con el paso de los años y presentar una galería de personajes muy bien definidos, para nada estereotipos de una geografía que el autor sabe delimitar con exquisita pulcritud.

El Bajío además de narrar relatos de todos ellos, nos muestra en un epílogo que se hace extenso uno de los episodios más trágicos de la vida de San Andrés, como fue la epidemia del cólera morbo de 1893 que asoló este barrio de la capital tinerfeña y que le costó la vida a cuarenta vecinos.

Este capítulo es importante porque nos revela lo duro que tuvo que ser vivir en unas islas que estaban tan aisladas del mundo, y cómo la amenaza de epidemias se cernía con absoluta crueldad en una geografía que junto al fenómeno de la emigración fue esquilmando la población de las diferentes localidades que la estructuraban. Esta circunstancia hace pensar en lo vulnerable de un archipiélago que por aquel entonces vivía en la más absoluta de las pobrezas y en cómo se lo montaban sus habitantes para salir adelante en un medio que, como el nuestro, resultaba por aquel entonces tan hostil, tan dramático.

Esta y otras sensaciones he ido recogiendo tras la lectura de un libro que no va a decepcionar a quien acuda a él con el espíritu de aprender lo mucho que como insulares hemos tenido que aguantar a lo largo del tiempo, y en la extrema pobreza que dominó estas tierras en un siglo pasado que si algo enseñó a quienes habitan en ella fue a sacar la cabeza pese a las dificultades.

El Bajío enseña así que no todo fue fácil sino más bien lo contrario, extremadamente difícil para salir adelante con lo poco que se tenía: ingenio para resolver los imponderables y manos y piernas para trabajar la tierra, cuidar el ganado o lanzarse a la mar para pescar.

Reitero que no esperaba que El Bajío me resultara tan especial, un libro tan necesario sobre todo para los que habitan estas islas abandonadas de las manos de los dioses. Tan necesitada de gente que nos explique lo durísimo que fue sacar adelante a familias enteras que vivían, este es el caso en la novela, en la más absoluta de las indigencias.

LO MEJOR: El retrato que hace de una época en la que nada se le regaló a nadie. La capacidad para mostrar las duras condiciones a las que se enfrentaron los canarios y lo que costó sobrevivir en unos tiempos no tan lejanos.

LO PEOR: No quedan a veces demasiado bien engarzadas a la historia central los relatos que se ramifican a lo largo de los más de XXII capítulos con los que el autor estructura la novela.

Saludos, con aroma a sal, desde este lado del ordenador

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