Qué siga el espectáculo

jaws1.jpg  Ha muerto Roy Scheider. Casi todos los despachos de agencia destacan que fue el co- protagonista (el otro fue el gran escualo) de Tiburón. La primera y segunda, aunque todos recordemos la primera que sigue siendo una obra maestra de su director, Steven Spielberg.

            Scheider, que tenía rostro de boxeador y de tío duro pero con corazón, también protagonizó 2010: una odisea 2, que es una segunda parte irregular de una gran e incomprendida película de ciencia ficción, 2001, una odisea espacial, así como cantó y marcó pasos de baile en All that Jazz, donde se transformaba en una especie de alter ego de Bob Fosse, su gran director.  También intervenido en Trueno azul, de John Badham, todo un taquillazo en los años ochenta y un filme más que recomendable para los amantes de los helicópteros de última generación,aunque hoy resulte el Azul de segunda y tercera.

            La última vez que vi a Scheider fue en la fallida serie seaQuest, producida por Spielberg, pretensiosa recuperación de Viaje al fondo del mar con Star Trek pero sin la gracia de la primera y mucho menos de la segunda. Roy Scheider fue, de todas formas, uno de esos actores que se dejaban querer, y una estrella pálida del Hollywood dorado algo devaluada en los últimos tiempos. No era, de todas formas, lo que se dice un actor gigantesco pero sí que fue un actor meridiano, una de esas muchas caras que tiene el cine norteamericano con las que te identificas.

            Es verdad, de todas formas, que el papel por el que le recordamos esa amplía mayoría silenciosa que somos los espectadores será por su papel del capitán Brody en Tiburón, de Spielberg, donde el por aquel entonces enfant terrible del cine americano reiventó el género de terror y de paso logró que muchos, y en particular el que les escribe, no deje de estar inquieto mientras se baña en el mar. Aunque sea en Las Teresitas.

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