La carne es vida

  ravenous.jpgNo es una película de barrio porque no la vi en un cine de barrio. Además, es relativamente reciente, 1999, pero me causó estupor y una náusea sartraiana de la que todavía no me he recuperado. Como pasa casi siempre con todas esas películas que se graban al rojo vivo en el disco duro de mi memoria, la cinta fue descuartizada por cierto sector de la crítica que todavía no se ha quitado la caspa de los hombros pero fue bien recibida por un puñado de aficionados al cine fantástico por lo arriesgado de su propuesta. Es decir, que recibió positivamente que su realizadora pretendiera contarnos una historia de terror con cierto barniz intelectual. Y como todo el mundo sabe, o debería saber, los legionarios del género pese a que no somos muy dados a que nos rompan la cabeza con lecturas y sublecturas, agradecimos esa aguda reflexión sobre la carne que es Ravenous.

Dirigida por Antonia Bird, Ravenous comienza siendo un western fantástico para terminar siendo una película gore. Ambientada en 1847, su protagonista, el actor australiano Guy Pearce, termina con sus huesos tras una traumática experiencia militar en México, en un apartado fortín de una sierra nevada rodeado de oficiales y soldados psicópatas.

Aislados por la nieve y el frío, un buen día rescatan a un colono que les cuenta una extraña historia sobre canibalismo al ser poseído por el espíritu de un ser legendario: el wendigo.

(Un inciso: La primera vez que leí algo sobre el wendigo fue en un extraordinario relato de un extraordinario aunque hoy olvidado escritor norteamericano: Ambroce Bierse. Bierse combatió en la guerra de secesión norteamericana, fue un sagaz periodista y un delicioso observador de la realidad de su tiempo, a la que miró con sorna y toneladas de cinismo. Nadie sabe exactamente los por qué, pero Bierse desapareció en México para entrar en la leyenda).

El wendigo en Ravenous es una excusa, no obstante, para estudiar el lado salvaje del hombre en situaciones extremas y si bien resulta grosera en algunas momentos, en especial por el regodeo casi pornográfico que emplea su directora para mostrarnos lo obsceno que resultamos cuando devoramos platos y más platos de carne, no deja de ser una de esas películas raras que de tanto en tanto llegan a nuestras pantallas.

El reparto es prometedor, y hace creíble lo increíble. Ahí están además de Pearce, Robert Carlyle, mi admirado Jeffrey Jones y Jeremy Davis, entre otros.

La película está editada en dvd y garantizo a la tropa de aficionados al cine raro, raro, raro, que resiste otro visionado. 

No Responses to “La carne es vida”

  1. David Delgado Says:

    Es cierto que la película es absolutamente interesante, y sin ser yo un gran seguidor de los géneros fantástico y menos del gore, puedo asegurar que me causó gran impacto. La película tiene una construcción visual y rítmica contundente, y está envuelta de una inquietante atmósfera a medio camino entre la psicología y la antropología, o entre la enfermedad y la creencia.

    Puede ser interesante tener en cuenta una creencia de dos pueblos de América del norte, así podremos tener alguna hipótesis sobre la posible fuente de la que bebe el film.

    Existe entre los pueblos cazadores-recolectores “ojibwa” y “cree” del norte subártico canadiense, una creencia en que los humanos pueden ser poseídos por el espíritu de “Windigo”, un monstruo caníbal con el corazón de hielo. Por eso estos dos pueblos están hipotéticamente sujetos a una “enfermedad cultural” llamada la “psicosis windigo”. A las personas que caen en tal desgracia o posesión, les entra un irrefrenable deseo de matar y hasta de comerse a sus compañeros. Tal creencia puede venir de las duras condiciones que esos individuos experimentaban en sus campamentos, lo que servía como justificación para deshacerse de compañeros en determinadas fases de enfermedad o bien a individuos de otros grupos, ganando con ello más posibilidades de supervivencia para los demás, tratándose pues de un posible “homicidio por conveniencia”, según apunta Louis Marano en su “Windigo Psychosis: The Anatomy of an Emic-Etic Confusion”.

  2. editorescobillon Says:

    Vaya, David, gracias por tan excelente comentario. Te recomiendo, no obstante, aunque es más que probable que lo haya leído, el excelente relato de Bierse al que hago referencia en el texto. Un abrazo.

  3. David Delgado Says:

    Gracias. Aunque he leído bastantes relatos del fantástico (en el doble sentido) Ambrose Bierce, no recuerdo haber leído en cual de ellos hablaba del wendigo, aunque tengo una ligera sensación de que quizá si (ya me pasó cuando estudie el caso del Windigo canadiense). Si se acuerda del relato y es tan amable, hágamelo saber.
    Salud

  4. editorescobillon Says:

    Te prometo David que lo buscaré en casa, aunque algo me hace sospechar ahora que ese relato al que hago referencia no corresponde al genial Bierse sino a otro escritor genial, Algernon Blackwood, y que Llopis incluyó en su imprescindible Los mitos de Cthulhu editado hace ya varios años por Alianza. Disculpa el que presumo es mi error de otro aficionado a la literaturta fantástica en su doble, triple vertiente.
    Y lo dicho, salud.

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