Otro movimiento desesperanzador del Ayuntamiento chicha(rrero): No apoyar al libro. “Total, para lo que vale…”

Hay un puñado de editoriales a las que debo haber pasado algunos de los mejores ratos de mi vida. Entre otras, gracias a Bruguera y Plaza y Janés (todavía no se les ha pagado como merecen el esfuerzo que hicieron en los 80 por rescatar de las tinieblas géneros “menores” para la crítica seria como el policiaco y la ciencia ficción, entre otros), así como Alianza Editorial, Seix Barral, Alfaguara, Lumen y Muchnick, entre otras muchas que ahora mismo se me escapan de la memoria. Pero entre todas ellas si hay una que funcionó a modo de revulsivo (obviando los libros que episódicamente editaba la gente de la revista Star) esa fue la colección Contraseñas de la editorial Anagrama, sello bajo el que muchos españolitos que no nos cansábamos de leer descubrimos escritores broncos y muy canallas como Charles Bukowski e Iceberg Slim por citar sólo a dos de los que se pasaron la vida contándonos lo de más dura será la caída.

 

No voy a entrar en el debate sobre la calidad literaria de estos dos delincuentes que abandonaron la botella y las drogas por la novela pero sí que su lectura todavía provoca dolores en la tripa. Soy consciente, no obstante, que un exceso de lectura de ambos autores puede resultar letal para la salud, pero leído a dosis muy medidas ayudan (o al menos me ayudaron) a ver el mundo de otra manera. Probablemente con unos ojos más siniestros, es verdad, pero también (me temo) más sinceros.

 

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Al frente de Anagrama se encuentra Jorge Herralde (en la fotografía), uno de esos personajes raros, raros, raros que un día dejó oficio y beneficio y se embarcó en una aventura tan compleja como es la de editar. Sobre todo en un país como es España, donde cada tanto tiempo se nos recuerda por encuestas fantasmales que vivimos en un territorio donde no se lee. Entonces, y esa es la pregunta, ¿qué hace este señor editando?

 

Yo no hago caso de las encuestas y soy de los que sospecho que en España sí se lee, sólo que de tapadillo. Es decir, que al lector español le da como un no sé qué salir del dichoso armario aunque es verdad que por lo menos hoy algunos están asomando la punta del pie. Algo es algo. Lo que de verdad sí me tiene convencido de que no leen son los que gestionan la Cultura desde las administraciones públicas. La Cultura debe ser para todos estos bichos raros como sinónimo de espanto, y si pudieran no pongo en duda que al oír su nombre (Cultura) sacaran la pistola. Como dijo Goebbelss, el ministro de propaganda del innombrable.

 

Temiendo que algunos de ustedes piensen al leer estas líneas que me excedo (con frases socorridas como “cómo se pasa el tío éste, siempre con las mismas…”) ¿alguien me puede explicar porqué el V encuentro de la Edición y VI encuentro de Editores de Tenerife no cuenta este año con el respaldo del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife aunque, afortunadamente, sí del Gobierno de Canarias, Cabildo Insular y varias empresas privadas? Vamos, que cómo se come que el órgano gestor de la capital anfitriona de estas importantes jornadas los haya ninguneado, apartado como leche mala… Y mientras tanto que derroche dinero en circo y conciertos multitudinarios pese a su dudosa calidad… ¿Lo entienden? Yo tampoco. Claro que así nos va, aunque algunos se crean el chiste (o mejor, la tontería) de Santa Cruz de Tenerife, capital cultural de Canarias (¡!).  Añado que en todo caso sería curtural de Canarias porque a veces tengo la sensación  de que eso es lo que nos venden los curturetas que dirigen el cotarrito curtural desde el Ayuntamiento de la capital tinerfeña. ¿Será cosa del pibe de Ofra, que reparte dinero y dinero en cafradas varias?, ¿o de Ángela Mena, quien probablemente pasará a la historia como la peor concejal de Cultura (perdón, Curtura) del Ayuntamiento santacrucero?

 

Dejo ambas preguntas en el aire, pero tiene maldita la gracia. Sobre todo si uno piensa que esta Feria promociona el libro que se hace aquí en otros mercados que no son, precisamente, de aquí, y organiza una exposición que rinde homenaje a Anagrama y a su responsable, Jorge Herralde, entre otras cosas.

 

Supongo que como los editores y escritores no son famosos, ni la Apena, digo Mena, Ángela Mena ni el chico de Ofra (¿me pregunto yo que libros leerán por si leen libros?, que se sepa no han salido aún del armario) habrán apostado por la Cultura porque no vende y no hace bonito.

 

Y así la va a la capital, que vive de Carnaval, paga himnos que vindican lo grande que es ser chicha(rrero) pese a que sea un plagio de los gordos e inunda el Guimerá de comedias para estómagos pequeño burgueses que, ojo, estando bien, ya empieza a ser una sospechosa tendencia en nuestro teatrito de provincias…

 

Con gran dolor por mi parte, mucho me temo que continuaremos con estas miserias. Así que hasta la próxima.

 

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