Nelson Algren, un paseo por el lado salvaje de la calle…

 

Algunas de las novelas de Nelson Algren han sido publicadas en España sólo que en tiempos ya remotos, como los años 70. En casa tengo algunos de sus títulos en la mítica colección Reno de la editorial Plaza y Janés, concretamente la estupenda novela pugilística Nunca llega la mañana y la irregular y algo cansina La gata negra, también circuló una traducción de El hombre del brazo de oro, que Otto Preminger llevó al cine con resultados notables. Me consta que hay una antología con nueve de sus cuentos, pero es un título que doy casi por imposible rastrear en librerías de viejo o rastros afortunados. Los rastros afortunados son todos aquellos donde a veces te tropiezas con pequeñas y grandes joyas literarias, también con libros de un autor que buscabas apasionadamente, y como cualquier título de un autor raro, cuando lo encuentras agrietado y con las tapas reventadas, sientes una de esas emociones que por tontas resultan indescriptibles.

Eso es lo que siento. Ni más ni menos.

La mayoría de los iniciados conocen a Nelson Algren por su  tempestuosa relación con Simone Beauvoir gracias a la relación espístolar que mantuvieron durante su incendiario romance, aunque Nelson Algren era algo más que un amante canalla. O un chico de barrio norteamericano que se lo hizo con una de las popes de la cultura europea. No, para juzgar la obra de Algren como escritor hay que leer sus poderosas novelas o por lo menos intuir lo que contaba en sus poderosas novelas gracias a las excelentes adaptaciones cinematográficas que se hicieron de ellas, como la ya citada El hombre del brazo de oro y La gata negra, dirigida por Edward Dmytryk, con guión de otro escritor polémico, John Fante

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El universo de Algren gira en gran parte en la ciudad de Chicago, donde se convirtió en cronista de su submundo, ese territorio poblado por personajes marginales, la mayoría de ellos castigados por el alcohol y las drogas (la heroína en el caso de El hombre del brazo de oro). Su retrato es brutal, y si bien su mirada derrama cierto lirismo entre los protagonistas de su tragedia humana, el realismo del escritor resulta demasiado descarnado para dibujar un final feliz en las tres novelas que poseo del escritor.

Por amigos lectores interesados también en la crónica de los que no suelen tener trovadores que narren sus gestas, me informan que el mejor Algren se encuentra, sin embargo, en sus relatos cortos, género en el que fue alabado por uno de los mayores escritores norteamericanos de todos los tiempos, Ernest Hemingway, aunque sus novelas, insisto, no desmerecen, y todo ello pese a que mi conocimiento se debe a ediciones no muy bien traducidas pero insólitamente publicadas en unos tiempos donde la censura franquista miraba dos veces cualquier libro que se publicara en este castigado país que es España.

Nelson Algren es un autor que pide a gritos ser reeditado y traducido como se merece, y en especial ahora, en unos tiempos tan confusos y siniestros como los que vivimos. Las razones son varias, Algren se puso a escribir a raíz de la penosa crisis del año 29, por los que sus ficciones son relatos de hijos e hijas que lo perdieron todo, y todo incluye también algo que no debe venderse como es la dignidad. Su obra es un canto, como es gran parte de la novelística estadounidense fruto del crack, a los perdedores, hombres y mujeres que lo perdieron todo por un mal golpe del destino. Sin embargo, y pese al pesimismo que pesa en títulos como Nunca llega la mañana, La gata negra y El hombre del brazo de oro, hay mucha ironía y humor en este descenso a la desgracia humana. Sobre todo en La gata negra, cuyo título en inglés Walk on the Wild Side, dio origen a una de las mejores canciones de todos los tiempos firmadas por Lou Reed y a uno de los mejores temas de jazz de todos los tiempos de Jimmy Smith. Háganme caso y escuchen cómo debe sentirse uno cuando camina por el lado salvaje de la vida. 

Es probable que Nelson Algren estuviera de acuerdo.
 
   

No Responses to “Nelson Algren, un paseo por el lado salvaje de la calle…”

  1. angel cossio Says:

    Hoy tuve una de esas “emociones tontas e indescriptibles”.

    Encontré en una feria al aire libre, un “rastro”, en plena calle, esa colección de nueve cuantos de Algren de que hablas en tu artículo.

    Se llama “La selva de neón” (“The neon wilderness”), lo publicó Caralt (Barcelona) en 1963 y contiene los siguientes cuentos: “La cara contra el suelo”, “El diablo en División Street”, “Fíate de tía Elly”, “La carajada del croupier”, “El perfil de las monedas”, “La calderilla del pobre”, “La casa de los hermanos”, “El puñetazo en el aire” y “El presidente de México”.

    Me costó el equivalente a 1,20 euros.

  2. editorescobillon Says:

    ¿En qué rastro?, ¿sabes si quedan más ejemplares?

  3. angel cossio Says:

    En Santiago de Chile. En realidad son ejemplares únicos, que salen de viejas bibliotecas cuyos dueños han muerto y son compradas “en paquete” por los comerciantes de segunda mano.

  4. editorescobillon Says:

    ¿No sabrás si queda algún ejemplar? ¿y si es así, sería posible hacerme con uno de ellos? Y gracias por estar ahí.

  5. angel cossio Says:

    No hay otros ejemplares, son libros sueltos que aparecen de vez en cuando. No se me ocurre cómo hacerte llegar un libro.

    Y a propósito, son cuentos buenísimos.

  6. editorescobillon Says:

    Una vez darte las gracias, huelga decir que con los dientes muy largos. De todas formas, quién sabe, igual me encuentro con el libro en una tienda de viejo, usado o de rastros de por aquí. Y disfruta con su lectura.

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