Y comenzó la diversión, llegó el señor Corben y parte de una generación aprendió a soñar

Caramba, lo recuerdo como si fuera ayer… El patio del colegio, repleto de niños jugando a la pelota y niñas al brilé. Unos y otros haciendo cola para beber el agua de la fuente… Un sol que pela. Y un grupo alrededor de un amigo que saca con misterio ensayado un tebeo de la mochila.

OHHH, exclamamos todos. Y ohhh añadimos a la exclamación unos pocos aficionados al descubrirl tebeo. Tebeo, sin embargo, que no resultó un tebeo sino una novela gráfica en toda regla. La primera que veían nuestros todavía ojos vírgenes. El título de la obra que cambió la percepción de la realidad (que mató de un plumazo a Supermán, Batman y el Spiderman): Den, de Richard Corben.

den.jpg

Pienso ahora, con la sabiduría que dice da la edad (aunque lo ponga en duda), lo que la industria de los colorines en España le debe al Corben. Y no porque su Den, aquel primer Den que ví a la hora del recreo en la escuela, tuviera un precio asequible y pasara a mi colección (de hecho no pasó, tengo la historieta publicada por entregas en la mítica 1984) sino porque ruló de mano en mano como por aquel entonces rulaban tantas cosas. Y cuando me tocó el turno (mi amigo era como un biblioteca, llevaba con disciplina prusiana los tiempos de préstamo) además de emborracharme con la sinfonía de colores y dejarme seducir por la historia, qué duda cabe que las viñetas también contribuyeron a que se despertaran mis más bajos instintos. Como a todos. Bueno, a casi todos.

Richard Corben, que se convirtió en el dibujante más admirado de mi generación no sólo por esta historieta sino por otros grandes clásicos como Bloodstar, Rowlf y Mundo mutante, aprovechó el éxito de Den en otras cuatro entregas más que no tuvieron el peso ni la influencia de la primera. Bueno, el dibujo seguía siendo excelente, pero la historia producía sonrojo.

De lo que no me cabe la menor duda es que Corben, Richard Corben, además de ser uno de los mejores ilustradores de fantasía de todos los tiempos (en sus historias los mundos de espada y brujería de Robert E. Howard adquieren insólito realismo) es también uno de los mejores (pese a su desproporciones) ilustradores del cuerpo humano de todos los tiempos, perdonándole siempre, claro está, su obsesión a la desmesura de las formas, siempre generosas y por lo tanto envidiablemente espectaculares.

Hoy resulta difícil hacerse una idea de su talento en la historieta porque no se prodiga tanto aunque es verdad que, ocasionalmente, publica alguna cosita, entre las más reciente su siniestro homenaje a Edgar Allan Poe y su fidelísima adaptación de La casa del confín de la tierra, de William Hope Hodgson, un escritor de fantasía y terror adelantado a su tiempo y cuyo material inspitó H. P. Lovecraft para hilvanar su universo de pesadilla.

Corben gusta por eso tanto a los seguidores de las novelas y relatos del escritor de Providence, aunque el dibujante se hizo famoso primero recreando en sus novelas gráficas el mundo salvaje de Howard, creador, entre otros personajes legendarios de Kull y Conan.

En fin, sirvan estas líneas para agradecerle lo que significaron (y aún significan) sus historietas, porque contribuyeron a lo que soy como persona e incluso a alimentar la materia de la que están hechos mis sueños.

Escribe una respuesta