Nuestro viejo y querido cine Víctor, ¿otro Cinema Paradiso?

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No soy lo que se dice un entusiasta de Cinema Paradiso pero estas últimas semanas no he dejado de acordarme de esta película ante la desaparición anunciada del cine Víctor, una sala en la que coincidimos todos (creo que incluso Cristóbal de la Rosa) es de las más bonitas del archipiélago. Una sala aristocrática, con aroma de viejo palacio cinematográfico y con una pantalla como las de antes. Es decir, de esas que estuvieras sentado donde estuvieras (a mi me encantaba del Víctor sentarme en el pasillo para estirar las piernas o al lado del pasillo para hacer lo mismo) te invitaba a que disfrutaras de grandes películas con todo el ritual que se merece una película: a pantalla grande.

Que corra la cortina y se apague  la luz. Y ahora, ¡encended el proyector!

A estas alturas de mi vida le perdono casi todo al Víctor, por lo que ahora recuerdo con una vaga y me parece que vieja sonrisa en los labios los sufridos descanso a mitad de película (una actividad que nunca entendí, pero así eran las cosas en aquel entonces), que me servía, si no iba disparado a los aseos, para perder la vista en las interioridades del cine. La concha situada en el centro del pequeño escenario; la lámpara, la parte de arriba, el bar, los mármoles, los servicios con aquellas divertidas jaboneras redondas a las que tenías que poner boca abajo para que te suministrara jabón. Un jabón líquido y verde amarillento…

Me acuerdo hoy más que nunca del Víctor… quizá porque estas letras están dictadas bajo el hechizo de Cinema Paradiso, que es una película bonita pero tontorrona, protagonizada por un actor francés gigante como es Philippe Noiret. Pero es inevitable que me acuerde de esta película porque hoy no deja de abandonarme ese regusto amargo que significa la presunta desaparición de nuestra sala. O lo que es lo mismo: el fin de la última sala de cine de Canarias en nombre de un no muy bien entendido progreso. Y si bien vivimos tiempos (post)modernos donde parece que sólo nos apetece encerrarnos en multisalas o disfrutar del ejercicio de ver cine en la pequeña pantalla y a golpe del mando a distancia, persisto y defiendo con uñas y dientes mi condición de dinosaurio frente a los velocirraptores que devoran todo lo que sale a su paso, ignorantes de que ver una película de cine ya no volverá a ser lo mismo.

El cineasta Joseph Vilageliú nos advierte en un comentario a nuestro post La suerte está echada de que el cierre de la última sala de Canarias supondrá, entre otras cosas, que “nuestros hijos no tendrán ningún referente para entender la historia del siglo XX”, y no le falta razón; pese a que el cine difícil que decían que últimamente se exhibía en el Víctor no se perderá porque, al parecer, emigrará al TEA. Pero no será lo mismo, no será lo mismo porque entre proyecciones de cine raro, instalaciones que al parecer pueden alquilarse para celebrar BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones), biblioteca tristona porque tiene de todo menos libros, centro de fotografía y cuadros, entre otros cachivaches culturales, no ha logrado todavía ocupar el papel protagónico cultural que inspiró su faraónica construcción, sino el secundario de ser un centro para todo. Una especie de gran superficie cultural que se escora peligrosamente a los territorios de lo curtural.

Espero equivocarme, pero tras asistir a decisiones tan equivocadas como ha sido la de anunciar el abandono de la gestión del Víctor, incómoda decisión que ha tenido que asumir Cristóbal de la Rosa, a quien curiosamente lo avala un pasado cultural de combate, no dejo de sentirme como decía al principio como el proyeccionista del filme de Giuseppe Tornatore, un hombre fuera de lugar cuando alcanza la vejez y a quien los cabrones guionista de la película le arrebatan incluso el sentido de la vista.

Y con el Víctor me pasa algo parecido. Es decir, que si en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. El Cabildo de Tenerife ha demostrado con esta decisión ser más ciego que nunca, claro que no esperaban que por una vez nosotros, los aficionados, tuviéramos los ojos tan bien abiertos.

¡¡¡NO AL CIERRE DEL CINE VÍCTOR!!!

No Responses to “Nuestro viejo y querido cine Víctor, ¿otro Cinema Paradiso?”

  1. josep vilageliu Says:

    Otra de las actividades que se han desarrollado en el cine Víctor, y que va a quedarse huérfana hasta que alguien solucione este entuerto, es EDUCAR LA MIRADA, sesiones matinales de cineforum con películas en versión original para el alumnado de los institutos de Santa Cruz de Tenerife, La Laguna, Tegueste y Tacoronte, un estupendo proyecto de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes, organizado con el concurso de la Filmoteca Canaria y de los Centros de Profesores, un proyecto que lleva ya cinco años, gracias al cual han pasado ya más de 50.000 chicos y chicas por el Cine Víctor, los multicines Monopol, el Cine Guaires (en Galdar), la sala Teowaldo Power, el Centro Cultural de Maspalomas o el de Adeje, el Cine de Icod (hasta que se le cayó parte del techo y lo cerraron), etc. Nos van cerrando las salas en todo el archipiélago, y es una lástima, porque de este modo estábamos formando una nueva generación de espectadores, que sepan apreciar este cine “rarillo” y de otras latitudes que a nosotros nos quita el sueño.

  2. Pedro Marquez Says:

    Tengo que decir desde este Blog, que el Proyecto EDUCAR LA MIRADA es uno de los mejores proyectos que se han puesto en marcha en los últimos años en Canarias. Sería un marco “FIJO” maravilloso el Cine Víctor para albergar estas sesiones cada vez más necesarias. Que ciegos están estos políticos habituados al gimnasio y no a la biblioteca o a la sala de cine.

    Ánimo Amigo Vilageliu!

    No al Cierre penoso del Cine Víctor!

    Cristobal de la Rosa serás recordado como el triste verdugo!!

    Espero que tu conciencia se apacigüe con dinerito fresco…

  3. David D. Says:

    ¡Cuánta cultura se mueve y se puede mover dentro del concepto “cine”! Es una pena todo lo que está pasando, no ahora, sino desde hace mucho tiempo en estas tierras insulares. Creo que la cultura la tiene que hacer todo el mundo, cada individuo, aportando cada parte su experiencia, su receptividad, y no sólo los gestores de turno (que creen hacen la cultura). Es una gran pena, lo bien que podría ir todo para todos y lo mediocre de la realidad. Aún así, debemos mantener un atisbo de esperanza sin perder la sana aptitud crítica, sea para esta ocasión en particular o sea para el resto de nuestras vidas.

  4. josep vilageliu Says:

    Ayer mismo tuvo lugar en nuestro querido Cine Víctor, quizás uno de los últimos Actos Culturales que se van a celebrar bajo estas paredes, y fue la excelente iniciativa de Luis que ha bautizado como PROYECTO ÓPERA PRIMA, y que consiste en ayudar a poner en marcha los proyectos de cortometraje de jóvenes noveles, bajo el paraguas de su productora POSTVISIÓN. Ya hace algunos años, tuvo la valentía de hacer algo parecido ¡en 16mm.! Felicito desde aquí al amigo Luis Adern, que se ha mantenido fiel a todos los estrenos de Cine Canario desde su butaca de la última fila del Cine Víctor, y que ayer hizo de sumo sacerdote presentando los primeros cortos que han surgido de su proyecto. A mí me dio la sensación de que había tomado el Cine Víctor, pues se hallaba completamente solo con sus entusiastas y jóvenes pupilos, acompañado de Juan Antonio y de nuestro amigo el portero que hasta ayer ha abierto y cerrado el cine para nosotros.

  5. Nicolás Melini Says:

    Son muchos los que se quejan de que el cine español es malo. En realidad, el cine español es sólo el cine que se puede hacer en una situación realmente adversa, y su exhibición es tan raquítica que continuamente nos perdemos, y desconocemos, muchas de las mejores películas que producimos. Los exhibidores españoles ponen sus salas de cine, en un porcentaje elevadísimo, al servicio de las distribuidoras norteamericanas. Varias distribuidoras norteamericanas han sido denunciadas por sus prácticas abusivas, y han sido multadas. Aún con todo, el mayor número de exhibidores sigue exhibiendo sobre todo el cine norteamericano (incluso títulos que los propios norteamericanos, en su mercado interno, envían directamente a DVD). Dejan de lado el cine español, en lo que supone una condena para éste. Si usted fabrica muy buenos lápices, y los lugares donde se venden los lápices “pertenecen” a otro señor que también fabrica lápices, su producción está condenada a desaparecer o existir en la mera subsistencia. Sin duda, en España se podría hacer un cine infinitamente mejor: si se pudiese contar con un número de salas suficiente para su exhibición, desaparecería el voluntarismo y aparecería la industria. Cuando un productor norteamericano busca inversores para una de sus películas, sabe que cuenta con las salas españolas (y las italianas, alemanas, inglesas, brasileñas, mexicanas, argentinas, por otro lado…). Cuenta con las salas de nuestro país para la explotación de su producto cinematográfico, y esto se traduce en inversión para sus películas. En España se dan todos los factores para que haya una buena industria cinematográfica: el único factor que falla, para el desarrollo de esa industria, es el de la distribución y exhibición. Por alguna razón, los exhibidores españoles piensan que sólo el cine norteamericano les va a reportar beneficios, y que los espectadores españoles nunca preferirán las películas españolas. Lo cierto es que lo mismo se decía, hace muy poco, de las series de televisión: “Las series norteamericanas son muy buenas, la gente no se va a poner a ver series españolas”. Y, sin embargo, las series españolas se han convertido en una verdadera industria de ficción, una maquinaria bien engrasada, y nos hemos convertido en exportadores de nuestras series. Siempre que se intenta, desde el gobierno de turno, regular la actividad cinematográfica, acabamos más o menos en el mismo lugar: seguimos sin contar con salas para la plenitud del desarrollo de una verdadera industria cinematográfica. Por eso, tal vez va siendo hora de pensar en una alternativa para el cine español. Tal vez deberíamos de inventar un circuito de exhibición paralelo. Cines como el Víctor, defendidos por las instituciones (no en base al negocio, sino por razones de desarrollo cultural), así como otros lugares de exhibición denostados por las Mayors a lo largo y ancho del país, podrían constituir una red de exhibición (y taquilla) alternativa.

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