Un cineasta que no es de este tiempo y si me apuran tampoco de este mundo: Werner Herzog

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Del grupo de cineastas que surgieron bajo el nombre de Nuevo Cine Alemán siempre sentí una predilección especial por Werner Herzog. De hecho, es uno de los pocos directores de esa banda de cabezas cuadradas que no me ha decepcionado con el paso del tiempo. No puedo decir lo mismo de otros compañeros de singladura como el sobrevalorado Win Wenders y de Rainer Werner Fassbinder, aunque es probable que revisite la obra de este último porque toda su vida fue un provocador y un guerrillero, lo que me hace presumir que hoy resulte más actual y necesario que nunca.

Herzog, de todas formas, iba por su lado. Y nunca dejó de ser un excelente realizador de películas de AVENTURAS con todas sus letras. Es más que probable que a los progres de aquel entonces se le arrugue el ceño, pero si algo me capturó y me captura de este inclasificable director es su sentido del viaje y de la acción. En casi todas sus películas sus personajes se ven invadido de hecho por el paisaje que les rodea. Un paisaje hermoso pero hostil,  en el que el hombre se hace sitio a golpe de machete. Esta es otra de las constantes de su cine: su profundo sentido de la individualidad y la masculinidad.

He visto casi todas sus películas. Y le perdono incluso sus defectos, como el remake de Nosferatu que perpetró con su actor de cabecera e enemigo íntimo declarado, Klaus Kinski.

Cineasta realista, en muy difícil apreciar efectos especiales en sus filmes. Con esto quiero decir que en casi todos sus largometrajes lo que pasa, pasa de verdad. El barco que atraviesa la selva del Amazonas es un barco que atraviesa la selva del Amazonas en Fitzcarraldo; los actores de El corazón de cristal (una de sus películas más raras y fascinantes) rodaron algunas de las escenas en estado de hipnosis; los enanos de la deliciosa Los enanos también empezaron pequeños son enanos de verdad y en Aguirre, la cólera de Dios, el estado de enfermizo odio contra el mundo que interpreta Klaus Kinski no es un alarde sino su estado natural cuando rodaba a las órdenes de Herzog, que es un tipo que cada día me parece menos de este mundo. Si sirve alguna comparación, para mi es lo más cercano a un anarquista que he conocido en mi vida. Un tipo al margen, amante de patearse media Europa con su mochila y de pasar la noche en su cómodo saco de dormir antes que una habitación de un hotel de cinco estrellas.

En los últimos años, el cineasta ha continuado rodando con uñas y dientes una serie de películas que son de lo mejorcito de este siglo que empieza. Cito sólo algunas y de memoria, Invencible (inspirada en la fascinante figura de Hanussen, el mago); el documental Grizzly Man y, por último, la absorbente Rescue Dawn, que pillé hace unos días en mi video club habitual.

Rescue Dawn es una película que desencajará a los que abanderaron en su tiempo el Nuevo Cine Alemán como plataforma del buen rollismo que nos invade. Es una cinta seca y durísima, sobre las experiencias de un piloto norteamericano en una cárcel de bambú vietnamita.

No, no se trata de un filme propagandístico donde se canta las excelencias de los sobrealimentados hijos de Norteamérica, sino de un largometraje de aventura y por lo tanto de superación personal. La selva tailandesa (se rodó íntegramente en este país) es de todas maneras la gran protagonista de la cinta. Un paisaje en el que se mueve un Christian Bale en estado de gracia. Vale, de acuerdo que no es la mejor película de Herzog (hoy más que nunca un aventurero que un cineasta), pero tiene momentos que me recordaron a su Aguirre, la cólera de Dios.

Al finalizar la película y reapasar los extras que la alimentan, llegué a la misma conclusión que escribí hace unos momentos, Herzog no es de este mundo. Y ni siquiera alemán. Yo creo que el director es un extraterrestre camuflado entre nosotros, y como buen extraterrestre más inteligente que los humanos, que no son otra cosa que carne y huesos en funcionamiento.

Disfruten de su Rescue Dawn. Una cinta pasada de vuelta y en la que un extraterrestre (claro que estas cosas solo las puede hacer un extraterrestre) habla con insólita pasión de la capacidad de supervivencia del ser humano. O esa entrañable cucaracha que somos todos.

Saludos a este lado del ordenador.
  

No Responses to “Un cineasta que no es de este tiempo y si me apuran tampoco de este mundo: Werner Herzog”

  1. David D. Says:

    Si señor, Herzog es de los pocos que me hipnotizan de verdad, siempre lo hizo, desde que vi el primer fotograma de sus películas, aunque cada vez es más difícil calificar su obra con el término de “película” o “ficción” o “documental”. Son eso y más, más por situarse en otro ámbito, en otro mundo o desde otro mundo (como bien dices Eduardo). Sus imágenes, su narrativa, su propia voz en off, el uso de la música, todo el conjunto creando una épica humana y de la naturaleza de dimensiones espirituales, pero de otra espíritualidad, nada se le parece.
    Los señores Wenders y Fassbinder también me han regalado algunas excelencias emocionales y estéticas, aunque es verdad que ninguno de los dos me emociona como Herzog, que parece ir haciéndose más gigante con los años, porque simplemente él es así.

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