Un nombre: Jean Patrick Manchette

Lo leí hoy, no me acuerdo dónde, pero lo leo hoy. No séquién dice que los franceses sólo han aportado a la novela policíaca su calificativo, negro, y me pregunto qué idiota puede afirmar eso. Es probable, me digo entonces, que no conozca a Jean Patrick Manchette, y me pregunto si después de conocerlo seguirá siendo igual de imbécil.

Jean Patrick Manchette para este que les escribe fue un revulsivo, un veneno como narrador en la novela francesa. Negra o no.

Quizá no fuera un excelente escritor, que no se rompiera la cabeza pensando estructuras ni esquemas, pero sí que sabía contar historias. Historias disfrazadas de policial, pero con una carga de nitroglicerina dentro que te sacude y marca cuando te inicias en sus libros.

Escritor que tuvo en su momento una formidable publicación de sus novelas en España, luego cayó en el olvido quizá porque sus títulos son demasiado subterráneos, bombas de relojerías perfectamente diseñadas por un anarquista exquisito que encontró en el género un caudal de denuncia vestido con el en ocasiones ampuloso traje de los que no tienen cordura.

tardi.jpg

Libro suyos son Una lunática en el castillo; La morgue está llena; Cuerpo a tierra; Dejad que los cadáveres se bronceen (en colaboración con J. P. Bastid); Un montón de huesos; Fatal y las que consiero sus obras maestras Nada (sobre un grupo de extrema izquierda), su incompleta De balas y bolas (en colaboración B. J. Sussman) y Volver al redil, o la historia de cómo un hombre cualquiera puede convertirse en lobo con el único objeto de volver a ser un cordero.

Tardan tiempo si no buscan como desesperados las obras de este autor. Su novela Nada ha vuelto a publicarse en español, es una obra idónea para iniciarse en el universo Manchette. Si te cuesta un riñón esto de las letras, te recomiendo entonces que te hagas con el cómic Balada de la Coste Este, que adaptó el dibujante y guionista Jacques Tardi del que considero su mejor libro, Volver al redil.

Lo demás es perder el tiempo. Hay que recuperar a Manchette.

Saludos literarios a este lado del ordenador. 

Escribe una respuesta