La increíble historia de la Feria del Libro menguante

La Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife podría ser la crónica de una iniciativa que como el increíble hombre menguante empequeñece a medida que avanzan sus ediciones. Ahora, según publica en su edición de hoy La Opinión de Tenerife, corren serios rumores en los mentideros culturales y culturetas de la isla de que ese fantasma que recorre Europa y que todos ya llamamos crisis amenaza con un encuentro entre el libro y los lectores un poco más raquítico y descafeínado si cabe. Nada nuevo bajo el sol, si tenemos en cuenta que año va, año viene, la Feria ha ido perdiendo sustancia, recurriendo a firmas invitadas que son las de siempre. No me refiero a la presencia ya habitual (y si me apuran) tradicional de Alberto Vázquez Figueroa, un escritor que tiene la decencia de afirmar en todas las ferias en las que me lo he tropezado que a él le importa un pimiento sus novelas, sino a un programa que se ha ido quedando sin atractivos, y por lo tanto desorientado para los que creen que una Feria del Libro es algo más que vender (y pocos) libros en las casetas situadas en el parque García Sanabria.

Con menos dinero, he visto ferias como las de los Editores capaces de articular un programa lo suficientemente interesante incluso para todos aquellos que no han editado un libro en su vida, lo que me obliga a sugerir a que imiten ese modelo. La Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife se lo merece, pese a que los huracanes de la recesión amenacen con sacudir, insisto que un poco más, a la de este año.

No obstante, confío en el buen criterio de sus organizadores, y en que serán capaces de salir del paso con la frente muy alta evitando como la peste las trifulcas políticas que también se derraman en el sector del libro. Porque con el libro sólo acepto política cuando se trata de un libro político, pero no consiento que el habitualmente sonrojante debate parlamentario canario o el que se cruzan los representantes de unos partidos cada día más alejados de nuestra realidad, contamine también a los libros.

 A los libros, dejadlos en paz.

El problema es que en política no dejan en paz a nadie. En el arte de marear la perdiz, la cultura siempre sale perdiendo. Con o sin recortes presupuestarios.

Saludos con sabor a letras a este lado del ordenador.

No Responses to “La increíble historia de la Feria del Libro menguante”

  1. Eve Harrington Says:

    No te preocupes, Eduardo. Ya llegará Ángel Llanos al rescate para “dinamizar” esa “Santa Cruz + Muerta” suya… Dirá sí a la Feria del Libro, aunque no a la de los libros raros, como ese cine que ponían en el Cine Víctor. Sólo sus “¿libros?” y los de Jiménez Losantos.

  2. editorescobillon Says:

    Jejeje, no le demos ideas a don Ángel Llanos…

Escribe una respuesta