Hay un millón de maneras diferentes para que un libro te encuentre. Sé que esta manera de encontrarme con títulos que te golpeen y te dejen turulato durante un tiempo comienza a ser una constante en los post que dedico a mis descubrimientos literarios y a mi ya obsesiva manía de recomendar todas aquellas historias que de alguna manera me han marcado como lector y como persona. Pero el libro que en este breve paréntesis vacacional me ha absorbido el seso (junto a la necesaria relectura de Eichmann en Jerusalén y la frustrante La tercera virgen de Fred Vargas) ha sido La conjura contra América, título que me apresuré a comprar una vez que el amigo Carlos Lite me lo recomendó en este mismo blog donde deambulo (con perdón) con mis cretinadas intelectuales.

Philip Roth, el autor de tan singular novela, me había sido ya recomendado por amigos y amigas con una devoción harto sospechosa, lo que me puso en guardia porque, parafraseando a Groucho Marx, siempre he dudado de todos aquellos que están empeñado en que forme parte de su club. Sin embargo, y tras la reflexión que ofrecí hace unos meses sobre la literatura inspirada en el qué podría haber pasado si… o ucrononía como dicen los expertos, me dije que la recomendación de Lite (con quien además comparto bastante en gustos litrearios) podía ser una buena opción para pasar unos días de descanso sumergido en otras realidades…

No es gratuito por eso que afirme que de todas las novelas de ucronía que he leido hasta la fecha, La conjura contra América me parezca la mejor de todas ellas. Y me parece la mejor porque su autor, Philip Roth, pese a ambientar con abrumadora solidez la acción de la historia en un mundo paralelo que pudo haber sido probable (que el popular aviador Charles Lindbergh hubiera ganado las elecciones, aisando a los Estados Unidos de la guerra que las potencias democráticas libraban en los territorios de Europa y el Pacífico contra la Alemania nazi y el imperio del Sol naciente), presta más atención a cómo estos acontecimientos afectan a una familia de clase media judía de un barrio de Nueva Jersey.

No había leído hasta la fecha una novela donde se describiera con tanto siniestro detalle la penetración y posterior amenaza del fascismo en una sociedad como la estadounidense, así como de lo que pudo contribuir para la destrucción de la hasta entonces estable convivencia la familia protagonista. Porque en esta novela, como sucedió en realidad, hay judíos que aceptan colaborar con el nuevo régimen y otros que resignadamente mantienen su oposición en silencio mientras se transforma lentamente el espíritu de una nación tan generosa como es la norteamericana.

La conjura contra América me ha obligado a ver de distnta manera no ya al país de las barras y de las estrellas sino también a un escritor que hasta hoy permanecía en la despensa de los que esperan en mi cabeza. Ahora mismo leo con devoción la Pastoral americana del mismo Roth y descansa en mi mesa de noche El lamento de Portnoy. Es más que probable que me haga con otros de sus títulos si vuelve a despertar el entusiasmo que me provocó su La conjura contra América. Uno de esos títulos que ya son casi obras maestras en su género (o subgénero) como es el de la ucrononía. Obra maestra porque, insisto, no se queda en el teatro de operaciones de lo que pudo ser… sino que va más allá para relatarnos el cómo pudo afectar esa situación a hombres y mujeres, niños y niñas corrientes.

Un título absolutamente recomendable.

No me lo perdería por nada del mundo. 

Gracias, Carlos. Te debo otra.

Saludos gratamente entusiasmados a este lado del ordenador.

Esta anotación fue publicada el Miércoles, 13 de Mayo de 2009 a las 14:15 y está archivada en la categoría de El Blog de El Escobillón. Puedes seguir cualquier respuesta a esta anotación a través de RSS 2.0. Puedes dejar una respuesta, o hacer un trackback desde tu página web.