Malos tiempos para la lírica

Artistas y gestores culturales se pronunciaron esta semana en las dos capitales canarias a través de la  plataforma Movimiento del 2 por ciento para manifestar su  inquietud y natural preocupación ante el anunciado recorte de los presupuestos públicos (Gobierno autonómico, cabildos y ayuntamientos) en Cultura, lo que advierten “supondrá la destrucción de un millar de puestos de trabajo” (*).

El problema de la cultura en Canarias como sector económico y como motor de conocimiento es que al igual que sucede en el resto de este país llamado España depende inevitablemente de las administraciones públicas. De las regalías que anualmente reparte el Gobierno regional, los cada día más vacilantes cabildos y las concejalías municipales, órganos estos últimos que hasta el día de hoy continúan pensando que Cultura es más una extensión de Fiestas que otra cosa.

Como es natural, esta situación ha generado una serie de vicios. No ya en el trato que dispensan algunos responsables oficiales de la Cultura al artista de turno  –hace unos días les invitábamos a leer en este mismo blog un artículo publicado en La Opinión de Tenerife donde un veterano creador cuyo nombre no quiso revelar por precaución, denunciaba su miedo ante posibles represalias institucionales– sino también a la mayoría de las creaciones que han obtenido luz verde desde la oficialidad.

Pese a que me esfuerce por comprender por qué los gestores de la cosa pública continúan viendo el producto cultural como algo insustancial, el archipiélago hasta fechas relativamente recientes disfrutó de una edad de plata en cuanto a ofertas culturales se refiere. Comparado con las últimas décadas del siglo pasado, casi nadie discutirá que se dieron pasos de gigante en este sentido. Bien es cierto que había dinero, pero también es bien cierto que ese dinero se supo repartir con meridiana inteligencia. Aún admitiendo que en esa distribución de cheques al portador se mandó a paseo propuestas culturales que por su riesgo y espíritu agitador provocaron recelos en quienes suelen dar el sí y el no; si somos honestos, la situación actual –pese a las nubes oscuras que nos impiden ver– ha sido pasablemente buena. Sobre todo en el territorio de conciertos, pese a que las bandas y solistas de aquí participen general y resignadamente como teloneros (ver Tenerife At The Hotel, con apoyo Septenio).

Este año, la joya de la corona cultural del Ejecutivo canario tiene precisamente el feo nombre de Septenio. Una iniciativa controvertida y extraña desde que la parieron.

Su efectividad hasta el momento está resultando nula en la realidad archipielágica, por lo que mucho me temo que si hoy mismo se hiciera una encuesta de verdad a la ciudadanía (y no como la que se perpetró para justificar los mediocres resultados de la última Feria del Libro) en la que se planteara “¿conoce usted Septenio?”, probablemente de cada diez encuestados nueve no sabría nada y uno respondería que sí aunque no supiera explicarlo.

Septenio pecó en sus inicios de un generoso despilfarro de sus fondos. Irritante si tenemos en cuenta que se produjo justo cuando nos estábamos metiendo de cabeza en la odiosa crisis que nos afecta. Más tarde, inició una activa y competente campaña de promoción de los actos culturales y artísticos seleccionados en diferentes escenarios del universo mundo, cuyos resultados todavía es pronto para evaluar aunque no deje de tener la idea, vaga si quieren, de que esta formidable y también costosísima iniciativa se hizo en un tiempo que no era el idóneo. Sobre todo por la que se nos cae encima, y que ha ¿obligado? ahora al Gobierno canario a anunciar que recortará drásticamente su presupuesto en Cultura en un 18 por ciento en 2010 con relación al de 2009. Este tijeretazo significará, ya lo apuntábamos arriba, que podrán quedarse en la puta calle unas mil personas que trabajan por la cultura (no por Septenio) en las islas. 

En la cultura oficial, la de las administraciones pública, trabaja un montón de gente que sabe lo que hace. Personas que entienden que cultura también es sinónimo de riqueza. El problema, sin embargo, es que mucho me temo que en la actualidad quienes tienen la responsabilidad de dar el premio de la bendita subvención están muy mal aconsejados y asesorados. O apuestan por áreas que conocen dejando yermas las otras, que se han transformado a su vez en estériles reinos de Taifa.

Esta situación ha generado que algunos de nuestros mejores artistas hayan tirado la toalla, autoexiliándose en su propia tierra o marchándose a otras donde posiblemente se reconozca su talento. Ya contamos con nombres, luego no es un mito, una leyenda urbana…

Por eso, e intuyendo el negrísimo panorama que se nos viene encima si no hay antes un cambio brusco de timón, que implique una urgente reordenación del sector cultural y un análisis serio de la presunta rentabilidad de Septenio, mucho me temo que en vez de seguir dando pasos hacia adelante como buenamente se estaba haciendo hasta ahora, se retrocederá a tiempos pasados que muchos creíamos superados.

Malos tiempos para la lírica.

(*) Dos artículos con notable interés sobre este y otros asuntos firmados por Alfonso González Jerez y Francisco Pomares.

Saludos con sabor a angustia desde este lado del ordenador.

9 Responses to “Malos tiempos para la lírica”

  1. David D. Says:

    Otro interesante artículo Eduardo, al igual que los dos que recomiendas al final y otro más de un artículo anterior. En mi opinión, y que me perdonen por esto, sobran demasiados acojonados culturales en las islas y demasiados amiguitos de tal, puedo entenderlos a medias, pero sólo a medias, dejamos escapar la gran oportunidad de ser unos verdaderos agitadores de las mentes, de despertadores del disparate acomodaticio del mundo insular y el del más allá. Unos y otros dirán que porqué tienen que ser ellos los que liberen la voz y cargar luego con las consecuencias y así seguiremos, arrastrando el lastre de la mediocridad mental y de la falta de estética ante la vida, que no solo el arte la fabrica, también la aptitud ante ella.
    Saludos

  2. Antonio Jiménez Paz Says:

    Hola.
    Creo que el título del post deberías corregirlo, amigo Eduardo. Para la lírica siempre han sido malos. Una cosa es la lírica (la lírica aquí)y otra la cultura (la cultura aquí).

    Aparte de este inciso, iba a comentar algo al respecto de tu post, pero por ahora yo también prefiero callarme. Y no por cobarde, no, pues bien sabes que soy bastante verborreico cuando me pongo. Me callo, porque no creo ni en los administradores públicos ni en los administradores privados.

    De todas formas, recuerdo que mis personajes culturales entrevistados en ningún momento se han callado. Lo que habrá que averiguar es por qué a otros se les callan, como también por qué el periodismo de investigación ha desaparecido y sólo se limita a utilizar el nombre de un creador y su “boquita pintada” para despotricar de lo que es público y notorio… Hasta aquí llego hoy. No sé si otro día llegaré más lejos, aunque creo que no. Cada día estoy más lejos de mí mismo.

    Saludos perplejos.

  3. editorescobillon Says:

    El título es un pequeño guiño a la canción de Golpes Bajos.

  4. elintenso Says:

    Se podría hablar aquí de la gestión del Septenio. Pero es tan oscura que me he quedado sin luz para seguir tecleando en este ordenador prestado. Perdón por la ironía tan poco creativa.

  5. Estela Says:

    Buff, la que nos espera… Por cierto, ¿alguien puede explicarme que es eso de Septenio?

  6. Antonio Jiménez Paz Says:

    Ay Estela, el que mejor que te lo podría explicar es Elintenso… pero no sé si Unelco ya le habrá repuesto la luz… Pero para empezar “Septenio” viene de “siete”, no sé si te sirve de pista…

  7. jose alberto vega Says:

    tengo una pregunta para Ud: por que la cultura SIEMPRE reclama dinero publico? responde a una vieja tradicion estatalista-vieja del siglo XIX para aca- tengo otra pregunta para ud – si no se moviera esos fondos estatales destinados a proyectos de cultura,sobreviviria solo con iniciativa privada? y tengo otra mas y ultima..cultura con fondo publico no da lugar a una sociedad pasiva, sin impulso para proyectos independientes? gracias

  8. editorescobillon Says:

    En España, y en otros sitios, la cultura casi siempre ha dependido de sus gobiernos. No hay industria, no hay dinero privado.

  9. Agustín Says:

    es la socialdemocracia… ¿no? no sólo la cultura, todos los sectores reciben dinero público.

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