Apocalipsis ahora

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El origen. Piensa: “A mi gustan las películas de catástrofes como entretenimiento en el que ahogar mi borrachera nihilista”. Responde: “Siendo testigo directo de una catástrofe real y televisada como fue el atentado contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, y victima involuntaria de los tiempos que corren, digamos que estoy preparado para soportar cinematográficamente hablando las desdichas que sacuden al mundo según la imaginación de los guionistas”.

Obvio. El cine de catástrofe es casi un subgénero del cine. Un mundo en sí mismo, con sus reglas y claves inamovibles pese al paso de los años.

Flash Back. Los espectadores que nos acostumbramos a ver cine en verdaderos cine en los años 70 crecimos con bastantes de estas películas que ya forman parte de nuestro imaginario colectivo. Vistas la mayoría, era como si viéramos la misma historia sólo que con una catástrofe diferente. La moda la inició Aeropuerto (más secuelas posteriores, parodias incluidas tipo Aterriza como puedeas) continuó con la todavía pétrea La aventura del Poseidón, El coloso en llamas, Meteoro y Avalancha, entre otras.

Una reflexión. Cada una de estas cintas reunía a un puñado de grandes estrellas en horas bajas y contaban cómo un personaje “normal y corriente” se transformaba en líder de aquel grupo de artítricos para sacarlos sanos y salvos de la tragedia en la que se veían envueltos. Estas historias de catástrofes, naturales o provocadas por el hombre, siempre contaban con un niño porque se trataba de vehículos consumistas de tamaño familiar, pero lo que particularmente me interesaba de todas ellas (y supongo que a la mayoría de los espectadores meridianamente leales) era observar como las llamas devoraban un titánico rascacielos, una ola gigante daba la vuelta a un súper crucero de placer o un trozo de roca venido del espacio aniquilaba una gran ciudad del planeta. Estados Unidos.

La amenaza nuclear. Cuando el subgénero catastrófico entra en decadencia entrado ya los 80 del pasado siglo, la amenaza del fin del mundo en el cine escora su pérfida mirada hacia la guerra nuclear, produciéndose una serie de películas inquietantemente realistas pero siempre sujetas al esquema clásico del subgénero catastrófico: muchos personajes. Véase: El día después o la desasosegante cinta de dibujos animados Cuando el viento sopla.

Malos tiempos para la catástrofe. Caído el Muro de Berlín y triturada la Unión Soviética, los filmes de catástrofes se repliegan a sus cuarteles de invierno a la espera de que el fantasma del miedo colectivo vuelva a inocularse en las audiencias. El avispado y mediocre director alemán Roland Emmerich tiene entonces la astucia de tocar los cielos con su guerrillera El día de la indenpendencia, o una más sobre el fin del mundo por obra y gracia de una invasión extraterrestre que deja la superficie del planeta como la santa tierra rusa durante la ocupación nazi en la II Guerra Mundial. Prosigue explotando el filón con su más tarde catastrofista El día de mañana y ahora con 2012, una mala, mala, mala pero que requetemala película sobre el fin de mundo con ecos al clásico Cuando los mundos chocan.

Culpable soy. La veo ayer, viernes. Fui con la tonta esperanza de asistir al estreno de la  cinta de catástrofe definitiva. Esa que iba a ser la madre de todas las películas de catástrofes…  Vi teaser y traillers donde se me prometía la aniquilación de Los Ángeles, Roma, Río de Janeiro mostrando la demolición de sus monumentos más representativos por arte de los efectos especiales generados por ordenador. Y visto lo visto, cómo se destruye la Casa Blanca, como se desintegra El Vaticano, mi mente queda en blanco.

¿La historia? 2012 sigue a su protagonista principal, un padre separado que intenta recuperar a su familia con alarmantes dosis de idiotez que, probablemente alguno defienda por su presunto espíritu pulp. Tonterías. 2012, a juicio de un aficionado a esa montaña loca de se acabó lo que se daba, no respira nada de eso. Además es aburrida y  larguísima. Más de dos horas de condena soportando como ese papá va creciendo antes los ojos de sus hijos y de su ex mujer mientras el mundo se desmorona.

Respira, que todavía puedes. Salgo del cine con esa extraña sensación, que tengo últimamente cuando salgo del cine, de que me han tomado el poco pelo que me queda. Me siento estafado, y más cuando sé que no tengo derecho a que me devuelvan el dinero de la entrada.

Idiota. Me pregunto por qué me gasté los cuartos en esta insensatez. Sobre todo porque si enciendo el televisor me asaltan imágenes catastróficas muy reales. Y en riguroso directo.

Conclusión. El fin de mundo ya está aquí. Apocalipsis ahora.

Saludos desde este lado del ordenador.

2 Responses to “Apocalipsis ahora”

  1. cinefilo Says:

    ¿Qué hace un tipo como usted viendo una película como esa?

  2. editorescobillon Says:

    Sencillo: disfruto viendo, cinematográficamente hablando, como machacan las fuerzas de la naturaleza nuestra envenenada y eunuca civilización occidental.

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