Incendiando La Canela

Di con mis huesos en La Orotava el sábado pasado. El motivo no era asistir (los dioses me libren) a la grabación del programa En clave de Ja en la Sala Teobaldo Power porque, afortunadamente, todavía no han podido practicarme esa lobotomía que me consta que algunos desean, sino para disfrutar en directo de la música de Salitre, Toyos Band y Anytime Baby, tres grupos canarios que actuaron en el pub la Canela en la tercera edición del concierto solidario Sol y Luna en apoyo al pueblo saharaui.

Pese a la competencia con los humoristas del espacio que emite la televisión autonómica, el concierto de los 40 Principales en Santa Cruz de Tenerife y el Womad en Las Palmas de Gran Canaria, el recoleto y acogedor pub orotavense se llenó de gente ansiosa y con muy buen rollo para pasar un rato escuchando buena música en directo y cien por cien de aquí.

Los primeros en abrir fuego fueron Salitre, un conjunto compacto. Saben atrapar al personal y movieron más de una cadera entre los asistentes. El cantante es un showman, uno de esos tipos empeñados en que el público coree estribillos, dé palmas y cosas de esas. Supieron calentar al personal.

Toyos Band tuvieron el honor de ocupar el segundo puesto interpretando un rock radicalmente distinto al de Salitre. Muy acústico y con influencias country. Su repertorio fue la de interpretar versiones potentes de clásicos como Knockin’on  Heaven´s Doors, Light my Fire o Honky Tonk Women que hicieron saltar a los espectadores. El cantante, Jorge García, una especie de Johnny Cash de estas tierras, es de esos que como el legendario cantante de Arkansas, sabe crecerse en el escenario. Tanta es la pasión que le pone, que el público le pidió otra y otra canción. Canciones que ejecutó al final en solitario con su guitarra y armónica.

Anytime Baby cerró la jornada con un estilo también radicalmente distintito al de los dos grupos anteriores. Banda formada por un conjunto de instrumentistas virtuosos, con un guitarra, bajo y batería espectaculares, a medida que iban desarrollando su concierto no dejaron indiferente a nadie. Incluso a los que, confieso, nos encontramos en las antípodas del rock que practican con tanta solvencia.

Cuando salí de la fiesta, que vino a finalizar sobre la 1 de la mañana, tenía los oídos taponados por el ruido. Pero sin importarme. La noche me parecía relativamente larga, como cuando salía a comerme las madrugadas siendo mucho más joven.

Ahora, mientras escribo estas líneas, escucho de fondo a Johnny Cash como homenaje a esos tres grupos que al paso que van estarán por encima del bien y del mal. Les gusta tocar, disfrutan en directo y no empobrecen su entusiasmo musical con tonterías de famosos. Esas mismas tonterías que han enterrado a otros bandas canarias de rock que no supieron separar aquello de pasarlo bien y ser profesionales del traicionero protagonismo en la escena rockera regional.

Así que visto lo visto, larga vida al rock and roll. Con todas sus tendencias.

Saludos, ronroneando, desde este lado del ordenador.

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