¡Vuelva a casa, señor Ojo!

Estoy preocupado. No veo a señor Ojo desde ayer por la noche, tras cenar en familia como manda la tradición. Durante la cena señor Ojo se portó como lo que es, un señor. Pasamos una velada, la verdad, bastante divertida. Pensaba entonces que el mejor momento se produciría al abrir los regalos de Navidad.

Le entregué mi presente a señor Ojo. “Para que los disfrute” le dije con una socarrona sonrisa. No había visto emocionado a señor Ojo desde hacía tiempo. Bien es verdad que cuando le di los regalos me susurró para que no lo oyeran los demás: “Esperaba cinco botellas de ginebra pero en fin…” Abrió con sus dedos nerviosos el papel de regalo. Cuando descubrió qué escondía no pude reprimir la carcajada venenosa que me subió por la garganta.

- Bueno….- dijo francamente frustrado.- Me parece que no merece usted que le dé las gracias.

Cogió el disco de villancicos de Pepe Benavente y el de Los Sabandeños. Los tiró al suelo y los trituró con el tacón de su zapato. Después y tras coger una botella de ginebra de la mesa y colocarse el sombrero de copa nos dijo con solemnidad: “Váyanse todos a tomar por culo”.

Y se marchó.

Caray, no pensaba que iba a molestarle tanto la broma. Pero me dije que estaría de vuelta cuando le diera el fresco. Pero ni con ésas, porque no ha aparecido por casa desde entonces.

Acostumbrado como estaba a pasar estos días con tan insólito caballero y sobre todo a su  guasa, me he deprimido un poco ahora que vuelvo a estar en silencio. Esto me hizo reflexionar en cómo las cosas pueden dar un giro de 180 grados repentinamente. Las cosas más tontas son las que estropean las mejores relaciones, medité tomando una cerveza y picoteando algo de pata de cerdo.

La última conversación que mantuve con señor Ojo antes de que se largara giró en torno a cómo está cambiando últimamente el cine de ciencia ficción. Señor Ojo tiene la idea que si antes la moda en el género giraba en torno a invasiones extraterrestres ahora los extraterrestres somos nosotros. Pueblo belicoso y colonizador de nuevos mundos con el ánimo sobrado para exterminar razas que viven en armonía con la naturaleza.

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Me puso como ejemplo Avatar, de James Cameron. Yo le recordé que Paul Verhoeven ya había jugado con esa misma idea en esa deliciosa obra maestra incomprendida que es Starships Troopers. Comenzamos a citar películas. En Distrito 9 los extraterrestres están en la Tierra, pero condenados a vivir en ghettos; en Planet 51 el astronauta terrícola monta la de Cristo en clave cómica en ese mundo que no es nuestro mundo creado digitalmente…

- ¿Es una moda?.- preguntó al vacío señor Ojo.- Claro que es una moda. Lo inquietante de esa moda es preguntarnos porque precisamente ahora se ha convertido en una moda.

- Bueno.- contesté con la lengua estropajosa.- ya sabe usted: la guerra de iraq, Afganistán… La manía que tiene el Mundo Libre de que el Mundo sea Libre…

Me miró a los ojos con su único Ojo. Al verme reflejado en su pupila me pregunté si estaría pensando en la idiotez que le había dicho. A mi me parece que sí.

- Sigamos bebiendo.- me recomendó.- Eso aclara las ideas. Se sirvió un copazo de ginebra barata y se lo metió de un solo trago.

Prosit.- exlcamé.

Entonces fue cuando alguien dijo que abriéramos los regalos.

El resto ya lo saben.

Y sin noticias de señor Ojo hasta ahora.

Hago un llamamiento: “¿lo ha visto algunos de ustedes?” Sí es así, háganme el favor de decirle que mañana mismo me encuentro con cinco botellas de su ginebra favorita a modo de reconciliación.

Señor Ojo es buena gente. Un poco difícil al principio pero una vez que lo conoces tienes esa sensación de que ya no puedes vivir sin él.

Eso era todo.

Saludos, desesperados porque vuelva a casa, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “¡Vuelva a casa, señor Ojo!”

  1. quiza ayude Says:

    Editor, creo que vi a señor Ojo la madrugada del 25 de diciembre por los alrededores del Víctor. Con franqueza, su estado era lamentable.

  2. editorescobillon Says:

    Le agradecería si se lo vuelve a encontrar que le diga que tengo en casa cinco botellas de ese brebaje que tanto le gusta.

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