¿Dónde está, señor Ojo?

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CUAL UN PHILLIP MARLOWE CHICHARRERO

Me he recorrido casi todos los rincones de Santa Cruz de Tenerife e incluso de La Laguna en busca de señor Ojo. Un amigo recomienda que contrate los servicios de un detective privado pero tal y como se encuentra actualmente el estado de mi cuenta corriente no me parece buena idea. Así que disfrazado de Phillip Marlowe he puesto en funcionamiento mis piernas y con un cigarrillo colgado en los labios y dentro de mis ya escasas posibilidades,  he puesto patas arriba ambas ciudades con la esperanza no ya de encontrarlo pero sí de descubrir algún indicio que delate que señor Ojo todavía sigue entre nosotros.

Como es natural, he preguntado en tugurios y en bares de mala fama. Pero los que atienden estos establecimientos por normal general niegan con la cabeza. O hacen como que no conocen al personaje. Algo me dice que mienten pero no tengo manera de ponerme duro como ese caballero sin espada que fue Marlowe.

PASEANDO POR LAS RUINAS DEL VIEJO CINE VÍCTOR

Gracias al aviso de un lector o lectora del blog, he centrado mi búsqueda por los alrededores del cine Víctor. Más que nada porque como sé que señor Ojo es un romántico, y como ya va hacer un año que se tomó la lamentable decisión de cerrar la sala a cal y canto, igual se encontraba por ahí. Pero ni con ésas. Señor Ojo no aparece. Es como si se hubiese volatilizado en el aire. O hubiera desaparecido como uno de esos sueños agradables en los que a veces se transforma tu vida. Ni te enteras.

LOS EXTRAÑOS MENSAJES INSULTANTES EN CLAVE

Eso sí, desde la fatídica noche del 24 de diciembre recibo extraños mensajes en clave que todavía no he llegado a traducir. No los revelo porque no quiero ofender la sensibilidad de ninguno de ustedes. Se tratan de una serie de palabrotas escritas sin orden ni concierto. Insultos que no están atados por ningún verbo luego resultan bastante inocentes pese a su sonoridad desconcertante.

No sé si estos mensajes me los envía señor Ojo. La verdad es que creo que no, porque el buen hombre es más patoso que quien les escribe con esto de las nuevas tecnologías.

FANTASMAS DEL PASADO

Mientras paseo por determinadas calles de Santa Cruz, como son las ramblas de toda la vida sumidas en una inquietante oscuridad porque este año no tocaba iluminar con luces determinadas avenidas y plazas de la capital, tengo tiempo para encontrarme con viejos conocidos. Esa gente a la que no tenías ganas de ver aunque vivan en tu misma ciudad. Por educación te detienes y conversas con ellos soltando las cuatro chorradas de siempre. Como preguntar ¿cómo te va la vida?, ¿y los hijos, siguen creyendo en los Reyes Magos? Ya saben. Malgastar un poco más el tiempo que nos toca.

Ayer mismo me encontré con un escritor que no está tan sobrado de sí mismo como piensan algunos. No me gustan sus novelas pero en el fondo es un buenazo pese a esa capa de soberbia con la que se disfraza. Confieso que estaba un poco ebrio, — sería porque quería olvidar que señor Ojo no aparece– así que nos cruzamos tonterías un poco salidas de tono. Cuando me metí en el tranvía infestado de gente más o menos en mi mismo estado, llegué a pensar por lo menos que no había ido tan mal la noche. La pasé con dos amigos y más tarde con otros dos que nos encontramos en un pub con la música a toda pastilla. Uno de esos locales donde tienes que gritar como un energúmeno y nadar entre la masa para acercarte a la barra para pedir una maldita copa.

En medio de aquel gentío me sentí como Robinson Crusoe en su famosa y paradisíaca isla desierta. Sólo que en mi caso estaba rodeado de personas me parece a mi igual de solas que el célebre náufrago de la novela del maestro Daniel Defoe. Esto lo escribo porque estoy otra vez releyendo Diario de la peste, que conste en acta.

El móvil me avisa que recibo un nuevo mensaje lo que me obliga a fundir el torrente de idioteces que me cruza la cabeza. Lo leo: nuevos tacos. Sin ton ni son.

UNA PEQUEÑA Y AGRADABLE SORPRESA

Al llegar a casa me relajo navegando por el blog de Digital 104, que anuncia con una bonita carta de presentación que ya falta poco para ver su nuevo trabajo: Como siempre, filme que les animo a ver cuando tengamos oportundiad. Me cae muy bien esta gente. Será porque cree firmemente en lo que hacen. A ver si cojo recorte.

Pero lamento escribirles que no es suficiente para que la preocupación que me atenaza se disuelva en eso que llaman corazón. Desconecto Internet, me quedo mirando la pantalla oscura del ordenador mientras me quito mi disfraz de Marlowe.

Y entonces, sólo entonces, el móvil vuelve a avisarme de que acabo de recibir otro de esos graciosillos mensajes.

Saludos, recordándoles que mañana –día de Santos Inocentes– se celebra también la primera proyección cinematográfica (1895), desde este lado del ordenador.

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