Un tipo incómodo: Antonio Bernal

Me entero vía sms y más tarde lo corrobora un e-mail, que el periodista Antonio Bernal ha muerto. Tenía 53 años. No me resulta nada sencillo escribir sobre un compañero cuyos últimos años de vida estuvieron marcados por la fatalidad.

Y es que últimamente resultaba una presencia incómoda en su vagabundear por este Santa Cruz de Tenerife ante la indiferencia de todos. Es probable que ahora, que está muerto, muchos se lleven las manos a la cabeza, pero la verdad era que casi nadie quería encontrarse con él. Con ese reconocido periodista de Sucesos que cuando lo mandaron a la puta calle sólo encontró rumbo hacia la deriva.

Digámoslo con crudeza: Antonio Bernal no tenía un duro. Te pedía monedas para comprar un bocadillo o un pan, algo que llevarse a la boca, y te contaba entonces muy resentido lo mal que le iba. Acabó por convertirse en otro de esos fantasmas santacruceros, siempre con su eterno suéter rojo moteado de caspa o su gabardina azul marino si él tiempo amenazaba tormenta. Siempre con libros bajo el brazo. Y periódicos pasados de fechas, papeles…

Sin quererlo, porque estas cosas no las quiere nadie, Bernal encarnó a su manera el destino fatal de quien ha sido abandonado por la sociedad. Sin oficio ni beneficio, un tipo incómodo que algunos evitaban cruzando de acera. Un periodista de calle que acabó en  la calle. Un profesional de los de antes, cuando en las redacciones no existían computadoras y sí máquinas de escribir. Un periodista que se especializó en la siempre negra crónica de sucesos. Un tipo que llevaba a cuestas un porrón de años oliendo tinta y a quien, cuando lo mandaron a paseo, no se le valoró los años dedicados a la causa porque el periodismo es un trabajo que no valora virtudes como la veteranía. O los reflejos que le quedan al perro viejo pero aún con dientes.

En fin, que ha muerto Antonio Bernal.

Todos, absolutamente todos, dejamos que se hundiera en el lodazal. Así que espero que ahora pueda descansar en paz.

P.D.: Les invito a que lean este estupendo artículo de Carmen Ruano cuya conclusión resume a la perfección a quienes transmiten noticias: ”Los periodistas, decimos, no comemos carne de perro, pero no nos importa tratar a un colega como a un perro”. Mejor imposible.

Saludos, impregnados de tristeza rabiosa, desde este lado del ordenador.

9 Responses to “Un tipo incómodo: Antonio Bernal”

  1. Qué más da Says:

    - Era un perdedor, nunca hizo amigos.

    -¿Qué más da un perdedor menos?

    - Era periodista.

    - ¿Y qué más da un periodista menos?

    - Trabajó muchos años en Sucesos.

    - ¿Sucesos? Si esta vida ya es un suceso, y además ahora estamos en crisis. Con su sueldo contratamos a dos pibes nuevos, que no protestan y salen más baratos. Total, para contar muertos (y falsos asesinos). ¿Qué más da cómo se cuente?

    DEP, Antonio Bernal.

  2. Alfonso González Jerez Says:

    Querido Eduardo, he leido tu comentario, y comparto el pesar por la muerte de Antonio Bernal, pero me permitirás que haga alguna puntualización.
    Antonio Bernal sí contó con la ayuda — a veces puntual, otras periodica – de varios compañeros de profesión. De todos los nombres que te podría dar, solo lo haré con uno: Juan Galarza. Antes y después de su elección como presidente de la Asociación de la Prensa de Tenerife, Juan movilizó todos los medios y las solidaridades que tuvo a su alcance para ayudar a Bernal: ayuda monetaria, gestiones a su favor en centros de salud y comedores sociales, e incluso conseguirle un empleo, un empleo modesto pero con contrato y seguridad social, que Bernal aceptó inicialmente para luego abandonarlo a los pocos días.
    Bernal había elegido el exilio de la vida en común. Ocurre algunas veces con hombres malheridos y que son incapaces de enderezar su destino, aun contando con la ayuda de otros. Simplemente la rechazan, la ignoran o la aprovechan selectivamente. Es imposible ayudar de verdad a alguien que no quiere ayudarse para salir del agujero. Todo lo demás, en estos casos, es un pueril romanticismo que disfruta horrorizándose o apiadándose por la desgracia ajena.
    Un abrazo, amigo, y un recuerdo a Bernal.

  3. Mary Says:

    Me acabo de quedar con los pelos de punta. Ni siquiera sabía de él cuando recuerdo que mi madre me dice que una señora del ayuntamiento le había pedido ayuda para un señor periodista que estaba muy mal (ellas pertenecen a una asociación de voluntarias) que si yo sabía quien era (por lo de q soy periodista y tal y que trabajaba en la opinión) yo ni idea, además le dije que cómo iba a ser eso, que no me lo creía… El señor creo que fue por allá donde ellas alguna vez (no lo aseguro). Leyendo esto me supongo que sería él. ¿por qué nadie le ayudó? hay veces que no entiendo a las personas, mi novio siempre me dice medio en broma medio no, “claro es que tú piensas que los animales son en verdad los seres superiores”, y mira tú por donde que no anda muy desencaminado…
    ojalá esto nunca vuelva a pasar.
    Mary

  4. Ezequiel Pérez Plasencia Says:

    Aunque esperaba con pena esta noticia, dadas las circunstancias en que se movía últimamente, un escalofrío sin nombre me embarga ante esta
    pérdida del periodismo tinerfeño. Coincidí con él cinco años en un periódico y, aunque disentíamos en algunas custiones, siempre tuve la sensación de estar ante alguien diferente, una persona “rara”, lo cual es un calificativo elogioso en la sociedad en que vivimos. Parece que al fin descansas en paz, estimado Antonio.

  5. periodista Says:

    Respondiendo al comentario de Alfonso, creo que sí estuvo bien el “pueril” romanticismo de Juan Galarza. ¿Qué hicimos los demás? Los demás, como bien escribe Eduardo, cruzamos la acera.

  6. Alfonso Gonzalez Jerez Says:

    A periodista Says

    Creo que no me has entendido o no me he explicado. Mi post tenía como objetivo explicar que Bernal sí recibió ayuda, y a resaltar, precisamente, que Juan Galarza mantuvo una ejemplar actitud solidaria con Antonio, hasta el límite de sus posibilidades, y apoyado, en los últimos años, por la Junta Directiva de la Asociación de la Prensa. Lo del “pueril romanticismo” se refiere a esas actitudes — como me temo que ha sido la de Carmen Ruano — de denunciar un abandono universal y terrorífico sin tener idea de las circunstancias. Sin tener en cuenta lo que se hizo por Bernal y sin tener en cuenta lo que Bernal no estuvo dispuesto a hacer por sí mismo.
    Un saludo

  7. Lectora de periodicos Says:

    La compasión es un sentimiento noble e imprescindible. Quién no la sienta no merece la consideración de “ser humano”. El compañerismo en el trabajo como actitud cotidiana que nos evidencia, llega mucho más allá que la abstracta solidaridad. Cada uno y cada una sabrá como ha sido su comportamiento. Las empresas, el empresariado ideologicamente voraz y avaricioso, sea del sector que sea, crea miles de muertos civiles todos los días. Cuando te despiden a determinadas edades la tragedia está servida. No hay comedor social ni contrato modesto (basura) que lo remedie. Como dice Ezequiel, que descanse en paz. No hay nada más hueco que la culpa.

  8. periodista Says:

    Lectora de periódicos permítame que le corrija: no hay nada más “molesto” por “hueco” que la culpa.

  9. Alfonso Gonzalez Jerez Says:

    La compasión puede ser noble o innoble, comodona o estimulante, lectora de periódicos. Mire, y una persona, por perder el empleo, no se convierte en un “muerto civil”. Si me lo permite, eso es una completa estupidez.
    En el caso de Bernal, perdió su trabajo, su último trabajo, a los 42 años. No es una edad valetudinaria que te impida reaccionar y biscarte la vida. Yo no voy a dar más detalles, porque ya está bien,`pero Bernal sí recibió apoyo de varios de sus compañeros y ex-compañeros. Ya basta de cantinfladas sentimentales de gente que no sabe de qué ni de quién estamos hablando. ¿De dónde saca usted que el trabajo que se le ofreció era un “contrato basura”? Era un curro digno, simplemente, para que volviese al mercado laboral, tuviera un dinero y recuperase su dignidad. No lo quiso. Optó por seguir aislado y sin mover un dedo. Pero incluso entonces se le siguió ayudando.
    En Canarias han sido despedido decenas de periodistas en él último año de los medios de comunicación. Esta sí es una sangría laboral cuyas razones y perspectivas deberían ser objeto de debate, dentro y fuera de la profesión.

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