Regreso a ‘El Planeta de los simios canarios’ (o los ‘monos’ según la traducción)

Según las enseñanzas del profesor Pierre Boulle para detectar a un artista (canario en nuestro caso) basta con repasar los tres estamentos con los que los representó en su magnífico ensayo El planeta de los simios (o de los monos depende la traducción a la que tengamos acceso). Trabajo que fue llevado al cine con resultados igual –o más– de sobresalientes.

Como ya sabrán lo iniciados el señor Boulle propone en su estudio tres castas de intelectuales: Los chimpancés (intelectuales revoltosos); orangutanes (venerables y sabios intelectuales guardianes de la Ley) y gorilas (a su manera intelectuales que rinden culto a la fuerza bruta porque asumen que son los protectores de la dichosa Ley).

En ese pequeño planeta perdido en la galaxia del Ombligo que se llama Canarias la visión de Boulle nos sirve –como en cualquier otro escenario de la galaxia del Ombligo–  para analizar las caprichosas fuerzas que agitan el diminuto universo de sus pensadores (¿?).

Contando con la apreciable colaboración de un chimpancé que está empeñado en advertirme que con esta reflexión voy a continuar cosechando esa legión de amigos que, según él, he ido ganándome a través de este blog que no termina por trasladarse, apunto que hay una serie de pautas que tras contrastarlas científicamente en los laboratorios que el Gobierno de los Estados Unidos me ha habilitado en la localidad de Roswell, Nuevo Méjico, coincide entre los sujetos que he utilizado como ejemplos.

Damos así y pese a todo las gracias al chimpancé que nos sirvió de fuente y a quien llamaremos Cornelius por su asesoramiento a la hora de elaborar este, sin embargo, improvisado perfil general de los artistas (los que se creen, los que lo son y los que aspiran a creérselo) con el fin de que abra nuevas vías de estudio sobre el hecho de vivir en esa galaxia del Ombligo. Tan necesitada hoy –reflexionamos con cierta amargura– de clarificar sus más que inciertos y, generalmente, idiotizados horizontes.

He aquí algunas reflexiones:

* La existencia de un artista canario no sería completa si no perteneciera a una generación. Da igual el nombre que se le dé. O el año que le dé origen. El hecho es que tiene que ser generación. O grupo. O pandilla con ánimos de pandilleros culturetas. La paradoja radica –tras consultar archivos– que una vez se catalogue al mono en los tres grupos que sugiere Boulle, éste no querrá que se lo identifique con esa generación, grupo o pandilla.

* En el amplio y variado escaparate cultureta canario (literatura, artes plásticas, cine, música, teatro, danza…) sus protagonistas hacen muchas cosas (la mayor parte de las veces las mismas cosas) que son consumidas siempre por los miembros de esa generación, grupo o pandilla citados anteriormente.

Conclusión boulliana: se lee, se realiza, se pinta, se esculpe o se representa para los mismos mimados miembros de esa generación, grupo o pandilla más arriba reseñados.

* Toda generación, grupo o pandilla que se precie deberá contar con un patriarca (orangután) que guíe sus pasos. Otra cosa es que, pasado el tiempo, los chimpancés se rebelen contra el Venerable. Lo que suele ocurrir. En ese caso surgen los efant terrible, sólo que por edad ya no resulten, precisamente, efant terrible.

* Para formar parte de una generación, grupo o pandilla de ese pequeño planeta llamado Canarias de la galaxia Ombligo es necesario recitar el mantra “los hermanos malasombra somos malos de verdad” sólo que cambiando ideas. Se recomienda así, nos sugiere Boulle, que se recite como plegaria: “somos artistas, somos artistas de verdad”. Con eso se consigue, dice, que se crea en algo que no es creíble.

Además, recomienda, se tiene que buscar a un enemigo para justificar el espejismo de lo que es simple mediocridad. En el caso del planetita canario: los godos. Y no porque sean godos (que son habitantes de la misma galaxia Ombligo) sino porque “no nos entienden”.

* Boulle opina en su ensayo El planeta de los simios (o de los monos según la traducción que se tenga a mano) que esta estrategia para ocultar las miserias señalando la de de los demás es tan antigua como la noche de los tiempos. Recomienda así como lectura obligatoria ese rompecabezas de odio titulado Mi lucha, texto que firma un tal Adolf Hitler, un tipo sospechoso para quien les escribe no ya por su ridículo bigotito a lo Charlot y su confeso vegetarianismo y abstemia sino por su manía de mandar a la cámara de gas a quienes –como quien les escribe– busca su lugar en el mundo y recela de quienes quieren implantarle en el pecho un triángulo amarillo.

* Para todas las generaciones, grupos o pandillas del planetita canario es necesario, además, editar una revista donde publicar sus cosas. Esas cosas que después pondrán a parir con argumentos peregrinos en animadas charlas de café sus mismos colaboradores. Se exige, eso sí, que la revista publique apenas un par de números.

Una vez haya fracasado, es obligatorio que los mismos que la ponían a parir lamenten en nuevas charlas de café el vacío que provoca en la cultura del planetito canario su desaparición.

* Boulle en su libro, y eso lo constatamos en el planetito canario, destaca que tradicionalmente se criticará siempre al artista que, pese a su mediocridad, insista en seguir trabajando. O lo que es lo mismo, no cabe en cabeza de sus miembros que ese autor o autora no pueda contar con edad juvenil con una obra casi tan prolija como la de  Benito Pérez Galdós por mucho que escriba, ruede, pinte, esculpa o componga.

* Y no tendrá interés porque el chimpancé que tarda cinco años en parir una mediocridad querrá casi siempre convencer a los otros monos que no puede salir nada bueno de ese chimpancé mediocre que publica casi todos los años sus obras completas.

* El ensayo de Boullé también revela datos interesantes sobre los monos que empezaron su carrera en el planetito canario para saltar al planetita que llaman España. Todos estos chimpancés aspiran a convertirse en orangutanes (venerables) porque aspiraron a  hacerse un nombre en territorio desconocido. Es probable, apunta el ensayista (autor también del imprescindible estudio El puente sobre el río Kwai, entre otros volúmenes) que muchos de esos chimpancés a lo que nos referimos y a punto de la jubilación miren a su planetita canario de origen con la intención de regresar a su tierra cuando el impecable e implacable paso del tiempo les haya quitado protagonismo en los territorios donde hasta ahora se desenvolvían.

* Permítanos apuntar que lo mejor del caso es continuar siguiendo a rajatabla las directrices planteadas por Boulle y que nos preguntemos ¿por qué esos canarios que lograron hacerse un nombre fuera continúan con los mismos vicios de los canarios que no han triunfado fuera? Será, pensamos humildemente, la mala costumbre de devorarnos a nosotros mismos.

* La conclusión que arroja Boulle en su ensayo es muy triste. Aunque si han visto la película que inspiró tan valiente retrato de la sociedad su final es más amarago si cabe.

Tanta lucha, tanta mierda para descubrir que por mucho que te hayas roto la cabeza para hacerte un lugar en la galaxia del Ombligo tú mismo eres víctima de ella.

* La paradoja de Boulle –y sobre todo la de la película– nos dice que por mucho que escapes con la intención de crear un nuevo mundo al final te encontrarás en la playa desierta con media silueta de la Estatua de la Libertad para recordarte que has regresado a casa.

¡¡¡A casa!!!

Saludos, casi como uno de los supervivientes de Los Andes, desde este lado del ordenador.

3 Responses to “Regreso a ‘El Planeta de los simios canarios’ (o los ‘monos’ según la traducción)”

  1. JRamallo Says:

    Hoy sí.

    (…) Para un artista no hay más que un principio: sacrificar todo al arte. La vida debe ser considerada por él como un medio nada más, y la primera persona de la que debe reírse es de sí mismo.

    G. Flaubert a Guy De Maupassant

  2. el doctor Zaius habla Says:

    Se ha olvidado en su exposición, en algunos de cuyos puntos estoy completamente de acuerdo, en mencionar a las editoriales canarias. Es decir, recordar que la mayoría de todos esos escritores de lo que llama galaxia Ombligo canario publican sus obras en editoriales de aquí. En este aspecto, cabe destacar que muchas de esas obras, lamentablemente, no salen de las islas y en muchos casos de los almacenes, donde se acumulan y acumulan textos y textos sin gloria y sí cubiertos de polvo.
    Salud.

  3. bien Says:

    todo eso ha cambiado y cambiará aún más gracias a Internet… La posibilidad de relacionarse con gentes de otras órbitas a través de la red empieza a disipar el ombligo…

Escribe una respuesta