Esas inquietantes reflexiones que me asaltan cuando viajo en el tranvía…

*) Por la prensa escrita me hago una idea del espectáculo que se produjo ayer en la rueda de prensa de Slava’s Snowshow. Parece que se hizo mucho el payaso y que muchos de estos payasos iban sin maquillaje, ni pelucas ni narizotas de goma. En la mesa estaban además de los artistas de la risa, nuestro viceconsejero de la cosa Cultural, Alberto Delgado, y el director de programación del Auditorio, José Luis Rivero. Falló a la cita Cristóbal de la Rosa, que para estas cosas tiene un olfato que no veas…

La crónica de El Día da unas pinceladas del acto dedicado a los chicos de la prensa e incluye en su edición de papel una buena secuencia fotográfica del desmadre que padeció (con notable sentido del humor) Alberto Delgado. Es una pena, no obstante, que no estuviera el ausente, a quien podrían haber disfrazado de clown.

Yo me lo imagino maquillado y con peluca colorada y ¡zas! se me viene a la memoria Pennywise, o el Eso de la novela Eso (It) de Stephen King.

*) La Fundación Pedro García Cabrera tuvo hoy la generosidad de invitarme a participar en una mesa redonda para que hablara de mi experiencia bloggera. Recién llegado a casa les escribo brevemente sobre lo que me ha parecido participar en este foro compartiendo protagonismo con el responsable del suplemento cultural Pleamar de Canarias 7: muy interesante. Se habló de casi todo. De medios en las islas, prensa cultural, periodismo, creación, Internet y blogs, entre otros temas. Lo mejor vino, sin embargo, con el tradicional turno de preguntas, algunas de ellas con sana voluntad destripadora. 

*) La verdad es que no entiendo esa manía que nos entra por vaticinar catastróficas desgracias. Leo y releo las notas que se han publicado en torno al frustrado concierto de Whitney Houston en París y en casi todas estas noticias no se sugiere pero se entiende que, probablemente, la cantante y ocasional actriz terminará por suspender su directo en Tenerife.

No soy seguidor de la Houston. De hecho me enteré que existía en el mundo del espectáculo a raíz de su actuación en el filme El guardaespaldas, una película estimable para quien les escribe. Así que si viene la Houston no iré al concierto. Esto no quita que me irrite que los visionarios parezcan frotarse las manos esperando que la cantante acabe también por borrar de su gira el nombre de esta isla por sus más que publicitado mal estado de salud.

Eso es lo que se explota informativamente hablando de tal señora y no sus cualidades como intérprete. El colmo: veo en uno de estos medios la fotografía de la cantante antes y después de que la depresión arruinará durante un tiempo su carrera. Y esa imagen que me la muestra ora pletórica de vida y ora como un cadáver andante, hace recordar a las fotografías de remedios milagrosos que prometen convertir en cuestión de días a un gordo en un enclenque. Conclusión: me entra escalofríos. 

*) Estos últimos días me he dedicado a revisitar las películas que conforman mi deuvedeteca. Han vuelto a caer Dillinger, de John Milius, una de las mejores películas sobre gángster de los violentos años 20 que se rodaron en los 70 y –cómo no– la imprescindible trilogía de El padrino, de Francis Ford Coppola, entre otras. Se tratan de películas que he visto un millar de veces y que pese a todo me siguen atrapando aunque casi las sepa de memoria.

Con todas ellas siento las mismas emociones que viví la primera vez que las ví aunque de manera diferente, como si tanto los largometrajes como quien les escribe ya no fueran los mismos. Repescando estas cintas que considero clásicas en mi memoria cinéfila me pregunto si merece la pena meterse en el cine para ver lo que ahora mismo se estrena por esta tierra. Últimamente tengo la sensación de que no vale la pena gastarse dinero en una entrada.

No sé –pero tampoco me preocupa– si es una buena idea esto que estoy haciendo, la de volver a ver las películas que me han marcado y no descubrir cosas nuevas, pero es uno de los últimos refugios que me quedan para que siga creyendo en eso de ¡Qué grande es el cine!

Saludos, confesando el miedo que siempre le he tenido a los payasos con o sin maquillaje, desde este lado del ordenador.

3 Responses to “Esas inquietantes reflexiones que me asaltan cuando viajo en el tranvía…”

  1. Nora Says:

    Bueno…. Otros nos conformamos con ir al cine tres o cuatro veces a ver la misma película, si nos ha gustado, ya que hay tan pocas… que nos gusten algo o mucho: El gran torino, El secreto de sus ojos… han sido las dos últimas que a mí me hicieron volver al cine varias veces… sin ser grandes pelis, pero como luego pasan meses y no hay nada medianamente digno prefiero repetirlas y en cada pase me lo vuelvo a pasar bien. Así que ver en DVD las estupendas que mencionas, como mínimo, te harán sentir bien…aunque no descubras nada nuevo!!!

  2. admin Says:

    Qué va, si la paradoja es que vista mil veces es como si las volviera a ver de nuevo…

  3. yameves Says:

    Administrador (¿o editor?) que compara el payaso del Cristóbal con Pennywise… Por el amor de Dios.

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