Calla y juega

- “El espejo… se ha roto”.
-  “Ya lo sé, me gusta así. Así me veo tal y como me siento”
 
¿Puede un hombrecillo mediocre ser el héroe de una película? ¿Puede un hombrecillo solitario con vocación de arribista aspirar a la chica de sus sueños? ¿Puede contarse el drama de su gris existencia de hombre corriente en clave de comedia? Billy Wilder dijo que sí en la que quizá sea su mejor película en una filmografía plagada de grandes películas: El apartamento, largometraje que cumple este año su 50 aniversario.

- “Yo vivía como Robison Crusoe. Era un naúfrago entre ocho millones de personas, hasta que un dia vi huellas en la arena, y la encontré a usted”

Que la noche se ilumine de fuegos artificiales. Unámonos a la celebración de uno de esos títulos que hacen grande esto que llaman cine. Un filme redondo y tan perfecto, perfecto que el propio Wilder fue consciente que no volvería a firmar algo así en lo que le quedaba de vida.

No sé si fueron los elementos o ese estado de gracia que de repente hace que todo funcione, pero El apartamento consigue lo imposible, que el arañazo del paso del tiempo no haga efecto en su piel de celuloide. Pienso, cuando la veo y la he vuelto a ver esta misma tarde, que merece la pena estar entre los vivos para poder volver a disfrutar de algo que merece la pena ser catalogado de GRANDE. Y es que ver y aprehender, emborracharse y caer rendido ante obras así son las que te enseñan a que no pierdas las esperanzas en el puñetero ser humano.

- “Cuando uno ha estado casado 12 años, simplemente no se sienta a desayunar y dice: Pásame el azucar, quiero el divorcio”

¿Hace falta recordar de que va esta extraordinaria película? Lo que hace falta es rendirle el tributo que se merece y celebrar su medio siglo de existencia revisitándola con ojos nuevos. O viejos. Porque lo mismo da en una de esas historias para las que no pasa el tiempo, reitero.

Esta misma mañana, hablando con un amigo sobre el filme de Wilder, recordamos juntos momentos que están grabados al rojo vivo en el disco duro de nuestra memoria. Y nos preguntamos cómo fue posible este gigantesco milagro. Esta historia de amor o cuento de hadas obsceno como la definía el director de Con faldas y a lo loco o Primera plana.

- “Si te enamoras de un casado, no te pongas rimel”

Los cuatro pilares de la comedia de este cineasta norteamericano de origen vienés descansan en el sexo. El sexo con todas sus letras pero visto a través de los anteojos de un confeso pornógrafo (Wilder era seguidor, entre otros, del trabajo de fotógrafos como el gran Elmer Batters) cuya desnuda sinceridad supo camuflar en todos los géneros que tocó (bélico, comedia, policíaco) aunque su touch a lo Lutbitsch se desarrollara de manera expansiva –como el gigantesco hongo de una bomba nuclear– en la comedia. En especial cuando unió su talento con el de I. A. L. Diamond, con quien formó una de esas parejas de hecho cinematográficas que hace que crea en la palabra equipo.

- “¿Se da usted cuenta de lo que hace? No a mí, si no a usted mismo. Hay que trabajar muchos años para llegar al piso 27, pero bastan 30 segundos para llegar a la calle”

No sé cuántas veces he visto El apartamento pero la remiro y no me cansa. Y no ya por creer que capto mensajes nuevos o porque entiendo mejor a los personajes, es que cada vez que mis ojos se queman mirándola veo la misma película pero de manera diferente.

Quizá ahora me preocupe más por reparar en las reacciones de sus excelentes secundarios (entre otros un Fred MacMurray que nunca estuvo mejor que en esta película) o la extraña relación que se forja entre un atribulado aprendiz de trepa como es Jack Lemmon y la ascensorista que interpreta  Shirley MacLaine (nunca volvió a ser tan hermosa como en esta película).

¡¡¡Y es que todo resulta tan natural!!! ¡¡¡Tan siniestramente real en ocasiones!!! Que pese a tus reservas te pones del lado de su protagonista. Un pobrecillo que es capaz de prestar su apartamento a sus jefes para que lo usen como picadero para subir escalones en la empresa.

 “¿Por qué no me enamoraré de alguien como usted? Pero qué loco y qué bueno es usted”

El apartamento es así una de las películas más crueles de la historia del cine. Y quizá por cruel una de las mejores comedias de la historia del cine.

El propio Wilder confesaba (¿?) al también cineasta Cameron Crowe en Conversaciones con Billy Wilder el origen de esta prodigiosa película: “El origen de El apartamento se remonta a cuando vi la magnífica película de David Lean Brief Encounter [Breve encuentro] (1945). Era la historia de un hombre que tiene una aventura con una mujer casada y va en tren a Londres. Van al apartamento de un amigo de él. Vi la película y dije: Y qué ocurre con el tipo que tiene que meterse después en esa cama tibia…?”Es un personaje interesante. Lo puse por escrito, junto a algunas otras cosas, en mi cuaderno. El héroe iba a ser el tipo que soportaba aquello, que se veía en medio de ello por una mentira. Un compañero de su empresa le decía que necesitaba cambiarse de ropa y usaba el apartamento…”

FINAL

- En definitiva, que amo El apartamento, señor Wilder.
- Calla y juega.

No es un happy end pero creo (en mi modesta reinterpretación del diálogo final de un filme que ya es un clásico) que se trata sin duda de uno de los mejores the end de la historia del cine.

Saludos, a un cineasta que sí rozó la perfección, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “Calla y juega”

  1. cinefila Says:

    Gracias señor editor por tan feliz recordatorio. Si hay películas que envejecen bien esa es El apartamento. Esta misma noche me haré un homenaje volviéndola a ver.

  2. admin Says:

    Agradezco su comentario cinéfila. He llegado a la conclusión de que las buenas películas son todas aquellas que no te cansas de verlas. Un abrazo desde este lado del ordenador.

Escribe una respuesta