Sobre héroes y cobardes

UN FELIZ REDESCUBRIMIENTO

Creo que más que la casualidad es una mano fantasma y caprichosa la que te lleva a revolver en las estanterías para que te encuentres con salvavidas con los cuales aguantar el chaparrón que no está cayendo. Así que en esta realidad que cada día se torna más siniestra y desesperada, se agradece topar con clásicos relativamente recientes que no han perdido actualidad desde que fueron paridos. Obras por lo tanto que se meten en las tripas y te las revuelven como una lavadora con el fin marcar un camino porque, como le decía un atribulado H. G. Wells a su futura esposa en Los pasajeros del tiempo: “Todas las épocas son iguales y sólo el amor las hace soportables”.

Cuento todo esto porque el viernes pasado veo una vez más La tapadera, de Martin Ritt, y mastico esa palabreja tan maltratada en los últimos tiempos como es dignidad. Y ser una persona digna hoy no es un acto baladí sino una forma de enfrentarte a los miedos. 

Y reflexiono, mientras veo esta pequeña pero gigantesca película protagonizada por Woody Allen que transcurre en lo que se denominó como Caza de Brujas, en lo actual que sigue siendo su mensaje. 

En el largometraje Allen, cuyo personaje presta su nombre para que un puñado de guionista de televisión que figuran en las tristemente célebres listas negras puedan vivir de su trabajo, opta al final por la salida más digna pese a que mande a paseo un futuro más que prometedor como falso escritor de éxito. Y esta decisión, que opte por el caminio más difícil en unos tiempos como son los de este cancerígeno siglo XXI más cercano a los siniestros retratos que George Orwell y Aldous Huxley nos legaron en sus aún reivindicables novelas 1984 y Un mundo feliz, respectivamente, es lo que me espabila la cabeza y hace pensar que vale la pena continuar pese a las adversidades.

Reviendo La Tapadera tengo la sensación que como las cosas continúen como están, ahogando cada vez más a esos ciudadanos que sólo quieren que los dejen vivir en paz, ese batallón de perdedores que cada día se hace más grande en nuestro país, empezará a tomar conciencia de su dimensión de héroes ante una realidad vil que hoy está manipulada por demasiados cobardes.

MERECE LA PENA

Les recomiendo que lean el artículo que Alfonso González Jerez publica hoy en Diario de Avisos. Sus palabras son contundentes y como casi todo lo que escribe cuando no tiene la necesidad de disfrazarlo, traduce lo que pensamos muchos sobre un caso y un protagonista –un juez para más señas– que no pertenece, precisamente, a la legión de desarrapados a la que aludíamos en el comentario anterior. González Jerez comete en su texto, no obstante, un pequeño error que sólo detectaremos los iniciados en el universo de los tebeos. Error que me permito corregir con la humildad de un colorínadicto desde épocas muy tempranas. Ni Batman ni su némesis el Joker (o el Comodín en aquellas inolvidables ediciones mexicanas de Novaro) son personajes de Marvel sino de la DC. Dicho esto, enlacen y, por favor, lean.

EL BUEN PASTOR

Y otra de cine. Otra recomendación para los que no encuentran en cartelera títulos potables para gastarse siete euros en taquilla.

Ahora se puede adquirir en kioscos la que probablemente sea una de las mejores películas de espías de la historia del cine. Me refiero a El buen pastor, dirigida y protagonizadas por Robert de Niro. El filme se inspira vagamente en la vida del jefe de la contrainteligencia de la CIA, James Jesús Anglenton, personaje que interpreta con una convicción abrumadora Matt Damon.

Para los que conocen mi afición por este género (tanto cinematográfico como literario) les garantizo que procurarse El buen pastor es apostar a caballo ganador. Los iniciados encontrarán ecos de la magnífica novela La compañía (convertida en serie de televisión sin los excelentes resultados de su material novelesco), pero también contiene referencias a otros grandes títulos del género de espías.

El buen pastor es una historia de iniciación narrada con un pulso en ocasiones macabro pero necesario para mostrar las entrañas de la que probablemente sea la agencia de espionaje más colosal del planeta. Es una historia de amor, también de traiciones, pero sobre todo de deber y brutales sacrificios. Todo en nombre de la patria (Estados Unidos). Una entelequia que, como decía Kirk Douglas citando al doctor Samuel Johnson en Senderos de Gloria, “es el último refugio de los cobardes”.

Saludos, reivindicativos, desde este lado del ordenador.

One Response to “Sobre héroes y cobardes”

  1. Fonseca Says:

    Todas las épocas son distintas, el amor las hace más o menos soportables.

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