El ‘Z’eñor de los anillos

Nueve anillos para los menceyes bajo el cielo.
Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos,
un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas
en las islas del Infierno donde se extienden las sombras.

NOTA: El otro día, mientras paseaba por la ruinosa plaza de toros de Santa Cruz de Tenerife, descubrí el siguiente relato que a continuación reproduzco. Su lectura llamó poderosamente mi atención, pero más que por su contenido por la manera en como llegó a mis manos. Intentaré explicarlo: mientras circunvalaba la vieja y ruinosa plaza hubo de repente un chasquido en el aire, casi como una detonación eléctrica, y de la nada salió revoloteando este papel que zigzagueando se depositó suavemente entre mis manos. El texto no consta de título pero sí de firma: un tal Beneharo el loco. A continuación reproduzco su contenido.

HE VISTO…

En la plaza de España de la capital tinerfeña, ahora rebautizada plaza de la Independencia, la gente baila pachanga celebrando la propuesta del alcalde de Santa Cruz de Tenerife, Miguel Zerolo, de suprimir los 31 municipios del pasado por los nueve tradicionales menceyatos guanches. Recito sus nombres como un mantra mientras me hago paso entre la plebe borracha: Anaga, Güímar, Abona, Adeje, Daute, Icod, Taoro, Tacoronte, Tegueste…

Veo a un viejo conocido ser arrastrado entre la multitud por los agentes de la policía canaria mientras la muchedumbre lo señala y escupe: ¡Godo!, ¡godo!

El conocido, con los ojos amoratados parece que me ve y fuerza una extraña y resignada sonrisa en sus labios. Intento acercarme a él pero la masa me empuja hacia otro lado hasta tirarme en el suelo. Me levanto limpiándome los pantalones.

No entiendo nada porque si bien aquel hombre es godo lleva viviendo en esta tierra que ahora celebraba exultante su regreso al pasado ¡¡¡desde que tenía dos años!!!

Un tipo vestido de mago y con el aliento oliéndole a una diabólica mezcla de ron y cerveza quiere besarme en las mejillas pero logro zafarme con rapidez hundiéndome entre las gentes que cantan muy desafinada canciones de Los Sabandeños. Otros, entonan el oh mamá bandera tricolor… y una pandilla de despistados el quiero ser como Pepe aunque ahora Pepe ha sido sustituido por quiero ser como Bencomo, Bentor o Zebensui…

En el balcón del Cabildo, Ricardo Melchior saluda al público con una mueca. A su lado, José Manuel Bermúdez hace que sonríe mientras Cristóbal de la Rosa inclinado le come la oreja. Casi me parece por la forma en como mueve los labios que le dice algo así como: “¿ahora podré ser consejero?”

Mientras tanto, Cristina Valido tira bolas de gofio a los de abajo y Efraín Medina canta como un aspirante al Festival de la canción de la villa de Candelaria. Detrás, oculto, como si quisiera pasar desapercibido, Víctor Borrego. Y a su lado, Wladimiro, que mirándolo (porque lo mira aunque uno nunca lo sabe con Wladimiro) se pasa el dedo índice por la garganta.

En el balcón hay más gente, todos vestidos de magos, pero no puedo reconocerlos a todos porque se mueven de un lado a otro. Bueno, sí, ahí están Manuel Ortega, Dámaso Arteaga y José Manuel Bethencourt dando saltitos. Parecen robots.

¿No serán robots?

De repente, imponiéndose al griterío y a la estridencia de la pachanga, veo un helicóptero pintado de blanco y azul que desciende de los cielos lanzando rayos láser que agujereaban la noche.

Cuando el aparato toma tierra, Miguel Zerolo –vestido como un guanche– baja a tierra estrechando manos y repartiendo sonrisas. A su lado va Paulino Rivero ataviado de igual manera. He visto como le recomienda prudentemente a su mujer que se quede dentro de la máquina voladora.

Siento náuseas repentinas. Unas ganas de vomitar terribles. Cierro los ojos mientras el sudor frío resbala por mi frente. Escucho como las gotas se deslizan. Me sujeto el estómago pero no hay manera…

…No hay manera

Regreso a la realidad cuando escucho el sonido del silencio que corta como una cuchilla la algarabía anterior. Veo entonces, en una nube de niebla, como Zerolo y Paulino se acercan a mí. El alcalde extendiendo la mano. ¡Los cinco dedos abiertos!

Me hago a un lado, estoy enfermo, pero con tan mala fortuna que tropiezo con Paulino que me contempla con la sombra del miedo en su mirada vidriada.

- Yo… yo…- comienzo cuando eso se me escapa de la boca.

Oigo como un ohhhh gigantesco resuena en la plaza.

- Coño, foooo.- grita Paulino, que intenta quitarse los restos de mi arcada de su traje guanche… Observo escandalizado como se lleva un dedo a la nariz para detectar la procedencia de mi honor.

- ¡Esto huele a tortilla…!

- ¡…Española!.- exclamo.

Quién sabe si en un arranque de estúpido heroísmo.

Recuerdo que de fondo suena el timple baboso de Benito Cabrera.

Y otra, y otra inevitable arcada.

PAULINO RIVERO: ¡¡¡FOOOO!!!

Y yo, Beneharo el loco, pensando efectivamente ¡¡¡FOOO!!!

Saludos, a lo qué bueno es vivir aquí, desde este lado del ordenador.

7 Responses to “El ‘Z’eñor de los anillos”

  1. Bencomopuedas Says:

    No cabe la menor duda. Es una profecía. Yo he tenido ese mismo sueño (pesadilla).

  2. Megasuper Says:

    ¿Santa Cruz sería Anaga? Me gusta el nombre y el sueño podría ser verdad si todo se hubiese desarrollado en el estadio (si es que todavía existiera en esa época) y así sería como una alegoría de los Reyes Magos. Es que, Eduardo, en la plaza de la Independencia, no hay sitio para nada y mucho menos desde que instalaron el charco.

  3. admin Says:

    Imagínalos chapoteando en el agua…

  4. Un aficionado Says:

    Señor editor, ¿a qué no sabe a quien imagino yo en su historia haciendo el papel de Gollum?

  5. Nando Parrado Says:

    Las cosas como son: Eduardo, cuando te sales, te sales. Felicidades, y que se repita. O que continúe. ¿Cómo sigue la historia? Lo mejor de todo, aparte de la pota cayéndole a Paulino, es lo de los trajes de mago: siempre me he partido el culo con esos que reivindican el rollete guanche vestidos con ropas que fueron traídas a las Islas por campesinos españoles, esos españoles que cantaban isas y malagueñas y de quienes los canarios somos descendientes. Un periodista inmenso al que tú y yo conocemos bien, nacido en Aragón pero más canario que el gofio, me dijo una vez una gran verdad: “Yo, que soy godo, tengo menos de conquistador que tú, porque yo llegué a Canarias hace apenas unos años pero tú provienes de los que masacraron a los guanches”. Amén.

  6. admin Says:

    A Un aficionado: creo que sé a quién se refiere en el el papel de Gollum.
    A Nando Parrodo: joder y muchas gracias. Recibir elogios de un monstruo como usted me anima a seguir contando estas historietas… Y sí, un día de estos me atrevo con un continuará…

  7. Megasuper Says:

    ¿Chapotear en el agua? Su imaginación, don Eduardo, supera con creces mis expectativas. Pero, si… trato de imaginármelos. ¡Vaya cuadro!, digno de ser pintado por un impresionista.

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