Poca ’saudade’ por Saramago

Tras leer, ver y oír las loas que políticos y demás maleantes han vertido sobre la muerte del escritor José Saramago me pregunto porque cuando muere uno de los grandes no se invita a que sus amigos de siempre, o al fontanero o a quien se encargaba de la limpieza su casa, ofrezca su testimonio sobre el fallecido. Creo que sus comentarios resultarían mucho más interesantes e informativos que los escritos por los especialistas, al revelar el lado humano del personaje en cuestión.

Asumo, no obstante, que estas declaraciones nunca interesarán a la prensa que se dice seria porque cuando muere una estrella algo debe de morir en el alma de los vivos por cojones. Y pintar un retrato de Saramago –pongamos por caso que en camiseta y calzoncillos tomando el fresco– desacralizaría esa visión de santo laico y comprometido que casi todos los opinadores del mundo universal se han empeñado en revelarnos.

Debo ser de los pocos que ahora confiesa públicamente que nunca pudo terminar una novela de José Saramago porque me resultaban bastante tediosas. Y mira que lo intenté. Primero con La balsa de piedra, después con El año de la muerte de Ricardo Reis y más tarde con Ensayo sobre la ceguera. Las adaptaciones cinematográficas de La balsa de piedra y Ensayo sobre la ceguera tampoco contribuyeron a que me animara a leer sus libros…

Soy así –como muchos– de los que conocía a Saramago por sus entrevistas y artículos. En alguna ocasión, incluso, tuve la oportunidad de estar cerca de S. en una rueda de prensa donde recuerdo que le planteé la pregunta del millón: ¿aceptaría el Premio Nobel si se lo concedieran? Aquel encuentro informativo tuvo lugar en el Ateneo de La Laguna y recuerdo aún malhumorado que el autor de Diarios de Lanzarote había prohibido conceder entrevistas a periodista locales… Sus razones tendría. ¡Pandas de cabestros que siempre hemos sido!

Recuerdo que algunos compañeros y compañeras escuchaban con la boca abierta las reflexiones del escritor en aquella rueda de prensa, pensamientos que desgranaba con altivez y sin magisterio, dejando bien claro la distancia que había entre él y el resto de los mortales. Dijo, eso sí, una cosa que se me metió dentro por inquietante. Contó que él había nacido junto a un hermano gemelo pero que éste falleció recién salido a la vida. Esta muerte, destacó el escritor, quizá explicara su confusión ante el mundo ya que en ocasiones no sabía si el que estaba entre los vivos era su hermano muerto o él mismo. 

Las crónicas sobre su vida y obra escritas nada más conocer su fallecimiento resaltan también su compromiso político. Compromiso que siempre mantuvo pese a que en ocasiones defendiera lo incomprensible, como las muertes ordenadas por el régimen de Fidel Castro. En los últimos tiempos, sin embargo, salió de su ceguera ideológica para criticar (levemente, eso es verdad) estos mismos planteamientos.

Lamento su muerte como lamento la muerte de cualquier persona que haya ido por la vida defendiendo lo que consideraba digno pero sin la emoción de haber perdido a alguien cercano. Y esto, por el contrario, sí que me pasa con otros muertos a los que nunca conocí pero que están ahí, dentro de mi cabeza y de mi corazón porque me enseñaron a ir por la vida. O al menos a plantearme preguntas incómodas sobre mi mismo y los demás.

Y como les digo, Saramago no supo –o no supe más bien– que perteneciera a este irregular círculo personal. A ese amplísimo y confuso universo de hombres y mujeres que con su música, sus libros, sus películas, sus obras de arte me enseñaron y todavía me enseñan a que deje a un lado mis miedos para que salga de una vez de esta caverna donde estamos encerrados.

No sé si en el futuro –aunque no lo creo, la verdad– me adentre en el universo del escritor. Aunque suene doloroso en estas circunstancias, para mi Saramago era un narrador que ya estaba muerto en mis apetencias lectoras incluso cuando estaba entre los vivos.

Saludos, sin demasiada saudade, desde este lado del ordenador.

5 Responses to “Poca ’saudade’ por Saramago”

  1. Megasuper Says:

    El único comentario que no he escuchado, aunque muchos lo han pensado, con los tiempos que corren, es éste: “Un comunista menos en el mundo”. Además, inquieren otros semi fachas de los que pululan por ahí: “¿Usted conoce algún comunista pobre?”. Portugal ha perdido a su escritor universal, por eso del Nobel, pero antes lo había expulsado del país. Es que S. era como era. Lo de no hablar con la prensa local es muy bueno… de poco le servía.

  2. admin Says:

    Son formas de entender las cosas.

  3. Un aficionado Says:

    Coincido con usted, a mi Saramago nunca me entró. Eso sí, le deseo que descanse en paz.

  4. Fonseca Says:

    Si alguien pudo hacer mediocre a Saramago fue alguno de sus editores, o el nuevo fascismo que se acerca, el Premio Nobel, el Vaticano y muchos cristianos ignorantes. Pero no lo han logrado, ahí está la gran cantidad de lectores. En lo que se refiere a algún comentario, conozco a muchísimos comunistas pobres de todos los continentes. Cierto que concedió alguna entrevista de más. En fin su obra y afinidades elegidas son, serán imborrables.

  5. Un cansado Says:

    Sí que se han escrito artículos, quizá demasiados, y digo artículos por decir algo amable, sobre Saramago, citándole como un comunista menos y otras lindezas, provocándome en ocasiones leves carcajadas y en otras voluptuosas arcadas. Realmente creo que el ser humano nada contínuamente en un deplorable océano de odios y miserias. El compromiso de Saramago era más humano que político.

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