Usted puede ser el asesino (II)

I.- VIERNES 13

Sam Waldo salió de la comisaría con el estómago revuelto. Probablemente por soportar el pesadísimo monólogo del comisario Riano hasta altas horas de la madrugada. Afortunadamente, Waldo pudo aguantar la infame perorata de Riano gracias a dos generosas botellas de brandy español (“el que destilamos aquí se lo damos a los magos, que esos nunca saben lo que se meten dentro”, le confesó el comisario con una ancha y mefistofélica sonrisa) y cuatro cajetillas de cigarrillos rubios de importación invitación de la casa. Cuando a Waldo se le acababa una, Riano ordenaba por el telefonillo a un agente de la policía autonómica a que bajara a la cantina y subiera dos paquetillos más al caballero. Al final resultaron cuatro las cajetillas, a la última de las cuales todavía le quedaban como unos siete cigarrillos de aromático tabaco turco.

Al pisar la calle, a Sam Waldo le sorprendió el tortazo de calor que se le estampó en la cara y también las cucarachas voladoras que danzaban alrededor de las pocas farolas encendidas. Caminó un rato con la esperanza de encontrar un taxi pero parecía que todos se habían ido a la cama a esas horas de la noche.

Quizá porque se encontraba con su cabeza empeñada en enviar mensajes a sus piernas para que caminaran en línea recta no se dio cuenta del violento frenazo de un escarabajo y de como dos hombres se bajaban del automóvil cogiéndolo por la espalda. Sin apenas tiempo a reaccionar, viajó a las estrellas cuando uno de aquellos gañanes le dio un certero golpe en la nuca.

II.- UNA MUJER EN LA OSCURIDAD

Waldo abrió los ojos en un salón decorado con motivos canarios. La luz de un flexo se le estampaba en los ojos por lo que no pudo distinguir a la persona que estaba sentada detrás de un escritorio situado justo delante de sus narices.

- Espero que mis chicos no se hayan sobrepasado con usted.- le dijo una aterciopelada voz femenina que reconoció cómo la que le había contratado semanas atrás sus servicios.

- ¿Eh?- respondió Sam Waldo.- yo a usted la conozco.

- Esa fue otra historia. El caso está resuelto. ¿Verdad?

- Eso dice Riano.- soltó Waldo mientras se frotaba con la mano izquierda la nuca.

- ¿Quiere ganar 30 mil sestercios más, señor Waldo?.- le preguntó la voz aterciopelada.

Waldo se pasó el dedo por la barbilla, chasqueó la lengua.

- Antes debo saber para qué.

La voz femenina soltó una risita falsa. De circunstancias.

- Ay, señor Waldo, cómo son los hombres…

- Unos perfectos idiotas.

Esta vez la risita sonó algo más sincera.

- Quiero que libere a Septenito.

Waldo buscó en su arrugada gabardina la cajetilla donde aún le quedaban los siete cigarrillos.

- Sabemos donde está.- le aseguró la voz femenina ya sin tanto terciopelo acariciando su paladar.

Sam Waldo encendió el cigarrillo y lanzó una nube de humo al aire.

- 40 mil sestercios.- escupió.

La voz femenina tardó unos minutos en preguntar: ¿Cómo dice?

A lo que Waldo ladró: “40 mil sestercios y contará nuevamente con los servicios de Sam Waldo, investigador privado”.

- Conoce usted la canción Lucha canario como lucharon tus padres…

- Algo. Pero soy mestizo. Mi madre es andaluza.

Waldo casi sintió como la silueta escondida en las sombras temblaba de falsa indignación. Lamentó no llevar un manojo de plátanos encima para demostrarle que él era igual de canario que ella.  

- Así sea. 40 mil sestercios.

Sam Waldo no supo que contestar. Ahora tenía la cabeza puesta en la endemoniada colilla que tenía entre los dedos. Cosas así son las que delatan a un cínico investigador privado que estudió en los jesuitas.

- ¿En esta casa no hay un puñetero cenicero?

III.- EL GRAN RELOJ

Tras aprenderse todos los rincones de la isla de Lobos y las distintas entradas a su hospital psiquiátrico, un hombre vestido con mallas negras y con un choco estampado en su lado derecho le informó que ya estaba preparado para la misión.

- ¿Podría llevar una fotografía del niño encima?

El hombre del traje de mallas se llevó las manos a la cabeza y sacó de un cajón una imagen en la que se mostraba a un chaval con pinta de pijo mirando a la musaraña.

- Ok.- dijo Sam Waldo frotándose con el dedo la barbilla.

IV.- PASO FATAL

La patera lo dejó en uno de los rincones más abandonados de la isla de Lobos. La noche era oscura como boca de… lobo. Waldo, vestido y con la cara tiznada de negro se movió con la agilidad de un gato de la tercera edad por los riscos hasta llegar al edificio que, supuso, tenía que ser el hospital psiquiátrico. Eso al menos parecía indicar un letrero de neón a intervalos: HOSPTAL PSQUATRCO. HOSPTAL PSQUATRCO… debía ser que las íes estaban fundidas, razonó.

Para evitar a los vigilantes de la entrada, dos obesos enfermeros que aprovechaban el rato para echarse un porrito, Waldo escaló como una salamandra borracha por la pared del lado derecho del edificio hasta llegar a la segunda planta. Tal y como le habían informado la ventana estaba abierta.

Entró.

V.- VEN Y ENLOQUECE

- ¿No querría usted escuchar mi versión de Psicosis?.- le preguntó un tipo con los ojos encendidos y el pelo revuelto mientras agitaba una batuta en la oscuridad de la habitación.

Alfred Hitchcock 1960.- respondió Waldo a la contraseña.

Ñicccc, ñicccc, ñicccc.-canturreó el director de orquesta sin orquesta.

Sam Waldo salió de la habitación antes de que el infiltrado le interpretara la banda sonora de Óscar, una pasión surrealista.

Caminó por el solitario pasillo de puntillas buscando con los ojos la habitación número 7. Para su sorpresa se encontraba dos puertas más allá de la del loco de la batuta, que ahora parecía hacer coros. Un ohhhh, ahhhh  Óscar Domínguez fue el más mejoooor como que sonaba amortiguado de su triste prisión. “Soy el genio del Fiii-Muuu-Ciii-Tééé“.

Waldo empuñó el pomo de la puerta número 7 y lo giró a la izquierda.

Nada.

Luego a la derecha.

Nada.

Probó a girar a la derecha y a la izquierda.

Nada.

A la izquierda y a la derecha.

Nada.

A la derecha e izquierda y luego a la izquierda y derecha.

¡Click!

VI.- EL ABRAZO DE LA MUERTE

Entró en la habitación a oscuras. Se quedó un rato en silencio mientras acostumbraba a sus ojos a las sombras. Se guió hasta la cama por los ronquidos. Una vez junto al lecho, despertó a su ocupante moviéndolo suavemente de los hombros.

- Despierta, chico. Despierta.

- Ehhhh.- soltó el chaval sin voz de chaval…

- No te asustes he venido a…

En ese momento se encendió la luz e irrumpieron en la habitación un ejército de enfermeros y policías. A la cabeza de todos ellos se encontraba Riano con los brazos extendidos, como si fuera a darle un abrazo.

- Pero no le dije que el caso estaba resuelto. ¡Resuelto!

Antes de que esposaran a Waldo tuvo tiempo de mirar a quien se encontraba en la cama.

- ¡Ha venido a por mí! ¡Ha venido a por mí! Así que era verdad… Silbé, silbé y ¡¡¡silbé!!!- soltó la momia guanche emocionada.

Waldo no dijo nada para no quitar emoción al momento. Observó, eso sí que escandalizado, como un enfermero cuyo nombre debía ser Pedrito por la placa que le colgaba del pecho, se disponía a clavarle en las venas una inyección de caballo. Antes del doloroso pinchazo escuchó al imbécil de la primera habitación, el que quería que lo llamaran doctor Fiii-Muuu-Ciiii-Tééé exclamar:

- ¡¡¡Ñiccc, ñiccc, ñiccc!!!

NOTA: Los títulos que acompañan las escenas de esta nueva chifladura corresponden a novelas de mis venerados cien mil veces David Goodis (el único que repite), Dashiell Hammett, Kenneth Fearing, Wade Miller, Frederic Brown y Don Tracy.  

Saludos, a lo continuará…, desde este lado del ordenador.

3 Responses to “Usted puede ser el asesino (II)”

  1. Un agente de Spectra Says:

    Señor editor, no deja usted de sorprenderme gratamante. Continúe usted con este apasionante serial a lo 007. ¡Magnífico lo de ese doctor Fiii-Muu-Cii-Téé! Ian Flemming tiene continuador… bravo, bravo, bravo.

  2. Amador Says:

    Bravo. Ya tiene usted dos capítulos de ese libro desternillante.

  3. admin Says:

    Al agente de Spectra, con la esperanza que quede entre nosotros, anuncio una próxima entrega de Sam Waldo cotra el doctor Fiii-Muuu-Ciii-Tééé. Contamos con la desinteresada colaboración de la gran Ursula Andress en la historia.
    NO SE LO PIERDAN!!!

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