El día que mataron a John Lennon

Este miércoles 8 de diciembre se cumple 30 años de la muerte de John Lennon.

Los que han tenido la suerte de estar acompañados de su música en los momentos gratos y frustrantes de la existencia sabrán lo que significó conocer que el mejor The Beatles –para unos–  fue asesinado ese día a las puertas de su casa en el Edificio Dakota, un viejo y aristocrático inmueble de Nueva York que en 1968 sirvió de plató de rodaje para La semilla del diablo de Roman Polanski.

Hay fechas en la historia que por una u otra razón nos marcan porque de alguna manera somos protagonistas anónimos e  involuntarios de ella (el 11-S, el 11-M, el 23-F) y que pasado el tiempo nos hace preguntar a los compañeros de generación ¿qué hacías ese día?

Y en este caso ¿qué hacías el día que mataron a John Lennon?

Quien les escribe era por aquel entonces un adolescente que quería descubrir el mundo mientras estudiaba en el Instituto y que tuvo conocimiento de la triste noticia por la llamada telefónica de un amigo.

Fue ese amigo quien me comunicó que Lennon ya no estaba entre nosotros. Y que me transmitiera aquel mensaje lo encajé como si me anunciara que un ser muy querido de mi entorno ya no iba a estar más entre nosotros.

De aquel día conservo secuencias en mi memoria como si se trataran de fragmentos de un documental soviético de los años 20. Todo va demasiado rápido. Las imágenes saltan y se confuden con otras imágenes sin voz en off que ordene ese aparente caos que forman mis recuerdos.

Me veo con ese amigo en la plaza de España de Santa Cruz de Tenerife donde un grupo de espontáneos se ha reunido para encender velas en memoria del compositor de Imagine. Quiero imaginar ese momento por un silencio que casi podía cortarse con el filo de una navaja. También que el aire se impregna poco a poco con el olor de la cera que se desprende de las velas.

John Lennon significaba hasta ese momento para mí, y de alguna manera lo sigue significando, el más concienciado de los cuatro The Beatles. Un tipo que no se cortaba en posar en pelota picada junto a su mujer, Yoko Ono, para reclamar la paz. Todo muy hippie. Todo muy Lennon.

Significaba también en aquellos tontos debates con amigos beatlemaníacos que me pusiera de su lado porque se trataba del mejor de la banda de Liverpool. El fin era no dejar bien parado Paul McCartney porque, insistíamos los lennonianos, sus canciones eran infinitamente mejor que las de ese comemierda mercantilista que creíamos era Paul. Años más tarde los lennonianos vomitamos aquellas palabras al darnos cuenta que Paul es igual de grande que Lennon.

Claro que por aquel entonces Lennon representaba al guerrillero, al antisistema, al tío capaz de desafiar al los que estaban (y están) muy por encima de nosotros para escupirles a la cara aquello de “no me gustas, tío”.

En estos debates muy cafres George Harrison y Ringo Starr resultaban indemnes porque apenas formaban parte de la confrontación entre los lennonianos y macartianos. Aunque hablando en plata, si alguna vez fui de uno de los cuatro The Beatles es de ese iluminado llamado Harrison por razones que ahora no vienen al caso. Ringo, como a casi todo el mundo, me caía bien porque siempre fue el payaso del grupo.

Recuerdo que después de velar un rato en la plaza de España el día que murió John Lennon subí a casa y puse en el tocadisco uno de sus elepés  por el que siento un extraño y casi mefistofélico aprecio. Se llama Double Fantasy. Álbum, ya ven, que fue el que firmó Lennon antes de que su asesino Mark David Chapman le pegara cuatro tiros.

Gracias a Chapman, sin embargo, le debo haber descubierto Guardián entre el centeno. Leí en un retrato que hacían del asesino que la novela de J. D. Salinger tuvo un gran significado para él.

Intentando descifrar qué había motivado este libro para que despertara sus instintos depredadores confieso que leí la novela de Salinger y me quedé un poco más confundido de lo que estoy en la actualidad porque no entendí que pudo haber descubierto ese hijo de la gran puta en la historia de Holden Caulfield para decidir matar a un tipo que como John Lennon sólo quería que viviéramos en paz.

Un documental sobre Chapman plantea esta misma reflexión y también deja el mismo interrogante abierto.

Mi sorpresa se hace mayúscula treinta años después de la brusca desaparición de John Lennon porque continuo haciéndome la misma pregunta: ¿por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?

Saludos, sin poder entenderlo, desde este lado del ordenador.

9 Responses to “El día que mataron a John Lennon”

  1. Guillermo Fontes Says:

    Años después, me quedó la misma desazón, el mismo vacío de impotencia ante lo que pudo ser y no fue, cuando vi la película Backbeat.
    Sé que mañana no pararé de escuchar a Lennon, aunque mi devoción eterna siempre para Harrison.

  2. Clipper Says:

    http://www.youtube.com/watch?v=-3NFd3V2IsM&feature=fvsr

  3. Nando Parrado Says:

    Eduardo: yo conozco la razón de tu simpatía por George, y te guardaré el secreto. Si alguien me pregunta, usaré esa frase tuya que yo he hecho mía para los curiosos incómodos: “No estoy autorizado a responder a esa pregunta”.

  4. admin Says:

    Gracias Clipper por ese fantástico enlace.
    Gracias Nando por mantener el secreto
    Y gracias Guillermo por compartir esa devoción por Harrison aunque nuestras razones sean muy diferentes.

  5. Daniel León Lacave Says:

    Ese documental que nombra, lo vi hace años en nuestra amada segunda cadena de Televisión Española, y también me hizo buscar “el guardián entre el centeno” para leerlo y releerlo.
    ¿Alguien recuerda el titulo del documental? Lo he intentado buscar sin éxito.
    Me he tenido que conformar con la película de Jared Letho y Lindsay Loham “el asesinato de John Lennon” pero ésta sólo hace referencia a las últimas horas de Chapman, y no a sus motivos ni a su historia personal.

  6. admin Says:

    No recuerdo el nombre del documental pero sí que me dejó impactado. Si lo encuentro te lo hago saber. Y gracias por el apunte del filme El asesinato de John Lennon, no la he visto ¿qué tal está?

  7. Daniel León Lacave Says:

    La película está bien. Jared Letho engordó varios kilos para adaptarse al papel. Lo malo de la peli es que sólo sirve como complemento de algún documental. Sigue paso a paso fielmente las últimas horas de Chapman, pero si el espectador desconoce la obsesión por “el guardián en el centeno”, o datos de su vida, puede sonarle a chino lo que está viendo.
    Creo que hay otra peli pero no he podido encontrarla.

    Desde luego, el documental aquel valía su peso en oro.

  8. admin Says:

    Gracias Daniel, será cuestión de (ahora que nadie nos lee) ¡bajarla!

  9. jose Says:

    Que puede llevar a otra persona a matar a otra? nada simplemente no estar bien de la cabeza,saludos desde barcelona tengo 33 años y la verdad escucho musica de esta gente porque me da una tranquilidad absoluta mientras estoy dibujando o diseñando una pagina web,son geniales y punto.
    saludos a todos los presentes.

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