Proletarios y parados del mundo, ¡uníos!

El propósito de este post hace que me ponga nostálgico. Recuerdo en un pasado lejano a mi hermano vestido con una camiseta en la que se podía leer una leyenda estampada que me llegó al alma: Lee y discute.

A estas alturas de mi vida me pregunto todavía si merece la pena leer para discutir. En todo caso creo que leer nos hace más libre porque un lector no es un idiota pese a que sus gustos no sean presuntamente serios. Debe ser porque pienso que los que renuncian a la literatura popular (como los que renuncian al rock and roll) no saben los que se pierden.

A mi al menos nunca se me han caído los anillos al reconocer que tuve una etapa de mi vida en la que me dio por leer literatura (sí, digo literatura) de novelas baratas. Que compraba ejemplares de aquellas –para mi– inolvidables ediciones que editaba como churros Bruguera no ya de novelitas firmadas por Marcial Lafuente Estefanía porque, la verdad, el  género del oeste para mí siempre fue más cinematográficos que literario, pero sí las que editaba de espías, del FBI, de terror y de ciencia ficción porque me lo pasaba pipa. No ya por los argumentos, salpicados de acción cafre, sino por los pseudónimos con las que estaban registradas.

No sé por qué demonios pero a mí un tal Ray Barbry me encantaba porque me imaginaba a un señor de Palencia intentando colarle un gol al aficionado haciéndole pensar que esa novelita que tenía en las manos igual era de Ray Bradbury.

Del tal Barbry tengo aún un título: El monolito, reinterpretación delirante de 2001, una odisea del espacio que, amigos, no puedo tirar a la hoguera por el buen rato que me hizo pasar. No he vuelto a releerla ni creo que lo haga pero digamos que es uno de esos iconos de mi adolescencia que me recuerdan de tanto en tanto quién soy.

El paso de los años te hace más idiota, de eso no tengo ninguna duda. Llega un momento en el que renuncias a esas obritas y pasas a lecturas más feroces intelectualmente hablando. Así que descubres (no sin cierto estupor) que algunas son toleradas por los babiecas que van de listos por la vida.

Citas nombres, citas títulos como si estuvieras bailando un vals mientras los imbéciles asienten como si te permitieran entrar en un club que, parafraseando a Groucho Marx, nunca aceptaría a gente como yo.

Pero silencias quizá porque eres un lector compulsivo y te la trae floja ese trajín que llevan los serios, gente a la que no dejas de tenerle cierta pena porque sabes que no saben lo que se pierden al no abrir sus sentidos al rock and roll. O a la literatura de aparente fácil digestión…

En todo esto pensaba cuando irrumpe en mi vida el historiador Howard Zinn, otro de esos raros que a mi juicio merece la pena descubrir o redescubrir en estos tiempos de engaños elitistas en los que vivimos. Su caso al menos es el de una de esas tantas grandes voces que por mucho que se empeñen en apagar resuena como un trueno porque continúa resultando políticamente incorrecta.

¿Qué quien era Howard Zinn, panda de cabestros?

Howard Zinn fue un caballero que dedicó toda su vida a contarnos la otra historia de los Estados Unidos, a darle voz a los arawaks, a los esclavos, a los cherokees, a los desertores, a los obreros, a los pacifistas y a los negros con el único objetivo de desmontar el nacimiento de una gran nación (los Estados Unidos) que no tiene nada que ver con, paradojas de la vida, la obra maestra de David W. Griffith.

Pienso que es de lectura obligada en unos tiempos donde vuelve a ponerse de moda el sálvese quien pueda mientras se hunde el barco de la opulencia. Su trabajo hace pensar y descubrir en clave rebelde y popular que todo cuanto vemos puede ser distinto.

Inspirado en su libro más famoso, La otra historia de los Estados Unidos, Sins entido ha editado Una historia popular del Imperio Americano, adaptación gráfica de su obra mayor: La otra historia de los Estados Unidos con resultados más que sobresalientes y  recomendables no ya solo para los aficionados a la Historia (con mayúsculas) sino también a los tebeos y a la literatura en general.

Ha sido leer este cómic firmado por Mike Konopoacki y Paul Buhle y venirme a la cabeza las deliciosas (y muy politizadas) revisiones de la Historia que realizó en su momento el dibujante y caricaturista mexicano Rius en libros como Marx para principiantes, La joven Alemania, Lenin para principiantes, Cuba para principiantes y AbChe, entre otros tantos volúmenes que hoy algunos (esos mismos que iban antaño tapados con el disfraz de rojos encallecidos) rechazarían por panfletos comiqueros de extrema izquierda.

Pero que a mi, perdido en el desierto de tanta incoherencia, recobran insólita actualidad porque reafirma ese mensaje de ¡lee y discute!

Me lo ha vuelto a refrescar la lectura de Una historia popular del Imperio Americano quizá porque he llegado a la conclusión que en esta nueva etapa de fascismo ya no tan dulce en el que vivimos este volumen sirve para quitar la venda ante los ojos y se empeña en que vuelvas a creer en esa idea tan devaluada en la actualidad como es la de la unión hace la fuerza.

Una lección, la de Zinn, y la de esta historieta que se basa en su gran obra, que hace una vez más que me reafirme en que el colorín también sinónimo de buena literatura.

Saludos, viendo con la boca abierta la miniserie John Adams. El sueño de una nación, desde este lado del ordenador.

6 Responses to “Proletarios y parados del mundo, ¡uníos!”

  1. Mario Domínguez Parra Says:

    Zinn falleció hace poco, un alma lúcida como pocas.

  2. admin Says:

    En enero de 2010.

  3. elintenso Says:

    Una noticia como metáfora (aparecida en un breve de ELPAIS Negocios:
    La empresa china Foxconn Technology, el mayor fabricante mundial de productos de electrónica, ha superado el listón del millón de empleados, según señalaba a Blomberg esta semana un directivo. “Mientras hablamos seguimos contratando gente. Todo el mundo está trabajando muy duro ante la campaña navideña”, explicaba. Foxconn fabrica los Ipads de Apple o los ordenadores de Hewlett-Packard, por ejemplo, y es la empresa que emplea a una mayor fuerza laboral en China. Sus planes pasan por elevar la plantilla hasta 1,3 millones de empleados a finales de 2011. Tras una oleada de suicidios en la primera mitad del año, Foxconn prometió subir los sueldos de sus operarios un 30% hasta 1.200 yuanes mensuales (unos 136 euros).

  4. admin Says:

    Da un poco de escalofrío… y ya verás como dentro de nada vuelve a ponerse de moda en el desgastado mundo occidental las novelas y películas del malvado doctor Fu Manchú.

  5. Lino Calvo Says:

    a la mierda Zinn, Bradbury y Fu Manchú…
    coño, asere, que ha muerto MORENTE

  6. admin Says:

    Estimado Lino, lamento la muerte de Morente pero no estoy autorizado (como sí lo está un viejo y querido amigo al que noto muy en falta) para hablar con pasión y arrobamiento sobre su desaparición. Ojalá que ese amigo se anime… ¿quién sabe?

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