Más que ciudadano, abuelo Negrín…

Imagino que el fútbol ha sido responsable de la irregular asistencia de público esta noche a la proyección (en dvd) del documental Ciudadano Negrín. No quiero pensar que hayan sido otras las razones para asistir a este estreno tardío en la isla de Tenerife, pero serán cosas mías, muy vinculadas al profundo respeto que le tengo al personaje que ha pretendido biografiar el verdadero iniciador de este proyecto, el excelente escritor Carlos Álvarez, y los cineastas Sigfrid Monleón e Imanol Uribe bajo la ¿espartana? producción de Andrés Santana.

Aún con la cabeza hecha un lío intentando explicar cómo se dirige una películas a tres bandas, debo decir que Ciudadano Negrín me ha sabido a poco. Es más, el documental no termina (y mucho me temo que tampoco se preocupa) en interpretar a este personaje fundamental en la vida política española del siglo XX.

Quienes esperen encontrar un documento sobre su controvertido papel como jefe de Gobierno de la II República durante los penosos años de la Guerra Civil, un aviso: esta no es su película porque Ciudadano Negrín pasa por este periodo de carrerilla dando por hecho que el público debe tener suficientes conocimientos sobre aquellos tiempos amargos.

Así que otro aviso, ahora para el que no los tenga: no va entender nada si no está iniciado en las turbulencias políticas de nuestra guerra fraticida. Y poco para el que sí presuma de conocerlas.

Otro de los problemas de Ciudadano Negrín es su ingenuo posicionamiento con los perdedores y su irritante sentimentalismo no ya en la presunta exploración de quién fue Juan Negrín sino –precisamente– con los perdedores de un conflicto que, olvidan, pusieron demasiados granitos de arena para que el sueño de la II República terminara aplastado por la bota de los militares rebeldes.

Se pasa de puntilla sobre ésta y otras cuestiones, también de la experiencia del Gobierno republicano en el exilio y de las indignas luchas de poder entre los clanes socialistas que dieron como resultado la expulsión definitiva de Negrín del partido.

Da la sensación que el documental avanza por la vida del fisiólogo y político sin demasiado entusiasmo, casi como si el personaje se la trajera sin cuidado, prefiriendo explotar el lado emocional a través de las películas que rodó el Ciudadano a su familia y a través de los testimonios, entrecortados por las lágrimas, de sus nietos y del historiador Gabriel Jackson.

Estos momentos, sin embargo, no aportan demasiado para que el espectador con ánimo de saber más de Negrín saque sus propias conclusiones. En especial porque la segunda mitad del documento muestra en rigurosa exclusiva estas películas caseras donde el Ciudadano deja de ser ciudadano para convertirse en abuelo.

Y si bien está ver a los nietos tomar el sol en la playa, pasear por París y mostrar al Ciudadano Negrín en sus momentos de descanso, poco hacen estas imágenes para insuflar de alma un documental que se queda en esbozo pese a lo que prometía su título.

A Ciudadano Negrín le faltan muchas cosas pero sobre todo le falta su Rosebud.

Saludos, muy decepcionados, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “Más que ciudadano, abuelo Negrín…”

  1. Servidor de nadie Says:

    Las grafías «fraticida» o «fatricida» son incorrectas

    Lo correcto es “FRATRICIDA”

    La Fundación del Español Urgente señala que el término correcto para referirse a una persona que mata a su hermano es “fratricida”. Con demasiada frecuencia aparecen en los medios de comunicación estos errores.

  2. admin Says:

    Muchas gracias, hermano.

Escribe una respuesta