Sobre héroes y tumbas

Leí demasiado pronto y probablemente muy mal a Ernesto Sábato.

En aquellos tiempos donde me formaba como lector todo lo que venía de Latinoamérica tenía que ser leído. De hecho, hay un puñado de novelas de aquella moda que un editor inteligente español acuñó con la sonora onomatopeya de boom.

Tenías que haber leído Cien años de soledad y Rayuela, entre otros títulos para que te dieran el carnet de miembro de un club al que nunca quise pertenecer si era capaz de aceptar a gente como yo.

Fui víctima así, como tantos otros, de aquel tsunami intelectual que pasado el tiempo no supo superar aquel frenético, casi impuesto y obligatorio fenómeno.

A mi siempre me atrajo más la sencillez compleja de otros lationamericanos como Rulfo. La maestría para contar todo en apenas cinco o seis páginas de Jorge Luis Borges. El jazz que latía en los relatos de mi admirado Cortázar, la Argentina contradictoria de Osvaldo Soriano.

Con Sábato –y me pasa lo mismo con Gabriel García Márquez, con Mario Vargas Llosa, con Carlos Fuentes, con Benedetti y con otros tantos–  no llegué a sentir empatía pero puede deberse, intento razonar ahora, a que probablemente no me había llegado la hora del encuentro.

Y que quizá sea en estos días extraños que vivo, vivimos, el momento propicio para adentrarme en su mundo y descubrir las claves que muchos amigos me animabany me animan a descubrir.

Curiosamente, Sábato ocupaba un pedestal en mi memoria más que por sus libros por su actividad política. Y en concreto por presidir la CONADEP, una comisión encargada de investigar las violaciones a los derechos humanos ocurridos en la Argentina entre 1976 y 1983.

Pasados los años y encontrándome en Gijón, me llamó mucho la atención que un excelente escritor argentino (ex militante de la extrema izquierda, un tipo que además de escribir empuñó durante un tiempo la ametralladora para combatir la dictadura) echara pestes de Sábato.

No le perdonaba la fotografía donde aparece junto a Jorge Luis Borges con el general Videla. También cuestionaba el informe de la CONADEP, ya que le sabía a muy poco pese al impresionante número de páginas con que cuenta este documento.

El escritor se mostraba muy violento hablando de Sábato. No cuestionaba, sin embargo, sus libros, aunque sí al hombre que los había escrito.

Noté, y es algo que sigo notando a veces a lo largo de mi vida, que el desprecio se incuba en el odio y que la llama que mantiene vivo al odio si tiene un nombre es el de no ceder a la reconciliación.

Ha muerto Sábato, y no puedo quitarme de la cabeza aquella conversación mantenida en Gijón con ese escritor que aprendió a escribir mientras apretaba el gatillo de una ametralladora…

Esto me hace pensar, sin embargo, que igual es ahora el momento en que debo de recuperar las dos únicas novelas que tengo de Sábato en mi caótica biblioteca.

El túnel y Sobre héroes y tumbas.

Alguien me escribe un comentario afirmando que quien no entiende a Sábato no sabe lo que es el alma humana.

No sé. Creo que eso que él llama alma humana lo vi con nombre y apellidos en aquel escritor argentino que con tanto desprecio me hablaba de Sábato.

El alma, si hay alma, se alimenta de contradicciones aunque el problema es que la mayoría de nosotros somos incapaces de darnos cuenta.

Y así nos va.

Despreciamos por inercia.

Y lo que es peor, también amamos por inercia.

Saludos, sobre héroes y tumbas, desde este lado del ordenador.

7 Responses to “Sobre héroes y tumbas”

  1. bartolo Says:

    Si se refiere a la Semana Negra, guárdeme un cachorro. No sé si ese escritor, que no nombra la tendría. Por Gijón también pasó Rubem Fonseca. No lo volvieron a invitar nunca más, no abrió la boca ni para decir ni mú, ni fanfarrias de metralletas ni propaganda de nada. No tenía nada que decir. Todo lo había dicho en sus cuentos. ¿Y de Sábato? Conozcamos a Oscar Domíguez, en “Informe sobre ciegos”, de “Héroes y tumba

  2. admin Says:

    Pues hace usted muy mal en “despreciar” la Semana Negra de Gijón. Encuentro con las letras que le recomiendo. Son tres las ediciones (dos acreditado) a las que asisto y allí me he tenido la oportunidad de conocer a algunas de las mejores voces de la literatura (a secas, sin adjetivos) latinoamericana actual.
    Si conocieras la mecánica de la Semana Negra sabrías, además, que salvo excepciones, son muy raros los casos en que grandes firmas repiten. Y no porque no les guste la Semana. Si conoce a Fonseca, y no dudo que lo conozca (por otro lado un extraordinario escritor de género que lo trasciende) sabrá que es bastante enemigo de hacer viajes. Que acudiera a la Semana Negra es, por lo tanto, casi un milagro. Pero es que todo en la Semana es milagroso. Merece muy mucho la pena… Hágame caso.

  3. bartolo Says:

    Cuatro años estuve de jefe de redacción de “A Quemarropa”. Sé un poquito de lo que hablo. Sé de escritores expulsados, buenos escritores, sé de premios arreglados, sé de escritores que se negaron a participar… La primera que se celebró, en el muelle del Musel, fue auténtica, las demás… Pablo Castell se lo contará mejor.

  4. admin Says:

    Lamento no haber conocido esa etapa que describes… Y con los antecedentes que te avalan solo puedo plantearle una pregunta ¿no podrías indicarme cómo puedo hacerme con el libro de relatos que le dedicarona Marc Bhem?

  5. bartolo Says:

    Sé que el Ateneo Obrero de Gijón recopilaba todas las publicaciones de la SN. Yo conservo muy pocas, ni siquiera en las que participé. Sólo un libro, por algún lado creo que lo tengo, con las transcripciones de las mesas redondas de una de las primeras ediciones de la SN. Cuando lo vea, se lo comunico y se lo hago llegar. creo que le interesará. (Felicidades por este blog; desacuerdos críticos o menos críticos aparte, está muy bien y es una referencia necesaria.)

  6. admin Says:

    Gracias Bartolo por tan generosas palabras.

  7. Sitedicenqueleí Says:

    Sábato ha muerto ahora, pero quizás llevaba tiempo muerto, lo habían matado aquellos que no entendieron que era tan humano como ellos. Él como muchos otros -humanos todos- tuvo aciertos y cometió errores, el peor de todos “no ser valiente” cuando ante Videla pudo haberlo sido, y calló.
    Pero también hoy en día hay tan pocos valientes…tan pocos, y los que lo son, a veces, ni siquiera son coherentes. He visto ir en contra de la ablación africana y, sin embargo, jalear, reir y hacer caso omiso con respecto a ofensas más cercanas.
    Sábato el valiente y el cobarde, que exhalaba de su rostro tristeza o seriedad, casi amargura infinita. El hombre que no llegó a traspasar la línea ¿por miedo quizás? no sé por qué lo hizo. Pero ¿no hay muchos que callan ante el poder? ¿no los hay? y prefieren adoptar posturas cómodas antes que la “indignación”. Recordemos que también luchó por la libertad y que escribió un hermoso libro “Sobre héroes y tumbas” que leí hace ya muchos años, pero que cuando lo veo en mi estantería me recuerda que lo escribió un hombre que era tan humano como los demás y por tanto al igual que todos lleno de errores y aciertos, cobardía y valentía en la proporción que eligió y que todos en nuestras vidas también elegimos. DEP

    Atentamente

    Sitedicenqueleí

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