Creánme, la entrada no vale el puñado de euros

Tengo debilidad por el western.

De hecho, durante una época tormentosa de mi vida ver prácticamente todos los días películas de este género me salvó la vida.

Como todo el mundo sabe las películas sobre y del oeste no están de moda en estos tiempos criminales que nos han tocado en suerte pero de tanto en tanto algún osado se atreve a meter sus zarpas con la idea de actualizarlo o reiventarlo con resultados siempre catastróficos.

Y es que Clint Eastwood solo hay uno. Y Clint, ya lo dejó claro en su última y afortunada tentativa, sabe que el género no perdona.

Veo, gastando de mi bolsillo casi siete euros que me vendrían muy bien para otras cosas, Blackthorn, filme dirigido por el canario Mateo Gil.

Blackthorn es un western ambientado en el altiplano boliviano y parte de una sugerente idea: el célebre forajido Butch Cassidy  no murió en el tiroteo que sostuvo con su compañero Sundace Kid en un lugar perdido del corazón de Latinoamérica como sí nos contó la ya legendaria Dos hombres y un destino, donde el papel de Cassidy lo interpretaba Paul Newman.

Se plantea así en Blackthorn que Cassidy salió vivo de aquella balacera y que se estableció hasta envejecer como un roble en la misma tierra donde los que los perseguían presumían que había muerto.

Y hasta ahí todo bien en la película de Gil.

El problema es lo que viene a continuación.

Para cualquier aficionado al cine del oeste que se precie Blackthorn es una basura. Así, con todas sus letras: b-a-s-u-r-a.

Y no por un guión –que firma Miguel Barrios– equivocado y revuelto, sino por la lectura western que Gil traduce del género. Una lectura de niño de teta y de tipo que no ha visto películas del oeste. Que no ha mamado las entrañas de un género que además de ser profundamente moral como dice querer creer, va más allá de lo moral.

Es decir, que el buen western va más allá.

Es un duelo.

Un enfrentamiento de resonancias bíblicas y no solo de vaqueros cabalgando por la pradera.

Gil, al que este proyecto le queda demasiado grande, se queda en la postal, pero es que la postal –los impresionantes y hermosos paisajes de la geografía boliviana– acaban por tragarse una acción tarumba sobre lo que, presuntamente, quiere contar en su Blackthorn.

Claro que, presumo, Mateo Gil quiso contar algo en Blackthorn.

El problema es que todavía estoy preguntándome qué.

Blackthorn, además de tedioso, es un filme idiota. De esos que quieren transmitir al espectador iniciado claves de yo conozco el género cuando se nota que, en todo caso, yo lo que intento es plagiar muy bien el género. Y, Mateo, se lo dice un desesperado de verdad, usted lo que ha hecho es una mala fotocopia. Tan mala, que en algunos momentos me pregunté cómo diablos alguien permitió la exhibición de esta película.

Noté en falta a un productor con cabeza que le dijera: “Cuidado, chaval” porque probablemente me hubiera ahorrado el dinero de la puñetera entrada. Dinero, francamente, que es lo que más me preocupa por haber dilapidado en ver esta inmensa tontería.

Ya ven, por un puñado de euros.

Blackthorn ha logrado además que deteste sin cordialidad alguna a un actor por el que siento especial sintonía como es Stephen Rea, quien pienso que  probablemente justificará su risible papel en esta película con aquello tan respetable de tengo que dar de comer a los míos.

También por Sam Shepard, un Cassidy en Blackthorn que quiere ser feo, fuerte y formal tal y como reza en castellano el epitafio de la lápida del Duque (*) pero que se queda más en un Shepard que pide por señas agua ante un largometraje que se hunde irremediablemente en el fango de los tópicos que su director, Mateo Gil, cree que es el western.

Un western donde por razones geográficas no se bebe güisqui sino chicha. Y en el que se mastica hojas de coca, cuidado.

Blackthorn no es ya un quiero y no puedo porque no quiere pero sí pudo ser una interesante reflexión sobre Cassidy como leyenda y una inteligente extrapolación de las claves de un género –tan norteamericano como es el western– a una geografía que no es la de Monument Valley por poner un ejemplo.

Blackthorn es nada por no decir, aunque lo diga en francés, una merde.

O cine sin sustancia y lo que es peor para el género, una película sin épica crepuscular ni vocación de espectáculo.

Conclusión:

Para quien les escribe Blackthorn es el peor eurowestern de la historia del cine.

Una cinta mala, pero mala de verdad.

Ahórrense pues el puñado de euros que cuesta la entrada.

(*) Criaturas mías, me refiero a John Wayne.

Saludos, ¡aprende a disparar Mateo! desde este lado del ordenador.

15 Responses to “Creánme, la entrada no vale el puñado de euros”

  1. Guillermo Bueno Says:

    Estimado Sr. Editor: la critica mejor con mesura, mucho mejor con ecuanimidad. La suya destila litros de mala baba. Dejemos las fobias/filias a un lado, las amistades y enemistades.

    Si blacktorn es una “basura”, una “merde”, que calificativo merecería por ejemplo el ultimo libro editado por filmoteca canaria de Aurelio carnero sobre cine canario? porque mas abajo de basura y merde poco margen deja…

  2. Ber Says:

    Agūita Eduardo, se me han quitado las ganas de verla.

  3. admin Says:

    Estimado Guillermo le animo a que pague los euros que cuesta la puñetera entrada y juzgue usted en libertad. Respecto al libro que menciona ya fue objeto de un post anterior.

  4. admin Says:

    Pues agradezcámelo e invierta esos euros en algo mejor.

  5. Edu Says:

    Creo que hay algo de razón en el primer comentario. Se puede ser crítico y, sin embargo, que la crítica más demoledora no deje de animar a la gente a ver la película. La crítica no debería de consistir en persuadir a la gente de que vaya al cine. Creo.

  6. admin Says:

    Edu ¿tocayo? mi comentario es una advertencia a los que, como yo, tenemos que medir últimamente nuestro dinero antes de gastarlo en ver naderías como Blackthorn. Yo lo hice. Y me arrepiento porque me siento muy estafado. Y no, no merece la pena gastarse esa cantidad prohibitiva de euros que cuesta la entrada en verla. Es lo que pienso. Pero allá ustedes…

  7. Edu Says:

    Bueno, supongo que hay alguna diferencia entre una crítica “profesional” (se recibe un dinero por cada artículo) y por lo tanto respetuosa con el medio que, indirectamente, te da de comer (por lo que es de recibo animar a la gente, siempre, a ir al cine), y una crítica que se practica en un blog personal, sin remuneración, y que, por lo tanto, no tiene por qué mantener ningún tipo de corsé. Así que, déles duro. Si quieren críticas respetuosas y responsables (productores, exibidores, distribuidores), que busquen la manera de que el trabajo esté remunerado.

  8. admin Says:

    Pffffffff… Esa no es la cuestión ¿Edu? La cuestión es que puedas decir: Me gustó o no me gustó porque como espectador pagué (aboné) un dinero a esta… efectivamente… merde.

  9. Edu Says:

    Esa es otra, los “profesionales” van al cine gratis, pases de prensa y tal. Yo que usted se lo diría, que no tengan tanto morro, que usted escribe religiosamente sobre las películas que ve y que por lo menos le ahorren la entrada…

  10. admin Says:

    Pago mi entrada porque quiero pagarla. Y mejor así, que la pague carajo.

  11. Guillermo Says:

    Buenas, no encontré el post de que me habla, edi(c)t(ad)or. Me recuerda uv el calificativo que a su juicio mereció tal publicación pagada íntegramente con fondos públicos y escrita x mr. Carnero? No es que busque situar a la par el trabajo de un profesional de prestigio como Gil, mal que le pese, con extraordinaria cache, con el de los nefastos gestores de la filmoteca canaria de ayer, hoy y siempre. Es solo saber si reparte bofetones con profesionalidad o se los aguanta x razones de amistad o conveniencia política.

    Donde debiera haber cerebro hay tripas y gases malolientes a mansalva en ese crítica. Hay predisposición y gusto en hacer daño.

  12. Emilio González Déniz Says:

    Chacho, Eduardo, la película no es Centauros del desierto, eso está claro, pero de todas formas creo que se de ha ido un poquito la mano.

  13. admin Says:

    Chacho, Emilio, que no creo que fuera pretensión la de Mateo Gil de emular a Ford… por el amor de Dios. Y no tengo nada personal con él, dentro de la cosecha generacional del cine español a la que pertenece es un tío cuando menos rompedor con lo establecido hasta entonces.
    Guillermo aquí le pongo el enlace que escribí sobre el libro que cita: http://www.elescobillon.com/2011/04/un-libro-fallido-pero-innecesario/

  14. Edu Says:

    Lo mío se lo decía para ayudar, porque creo que se lo merece…

  15. admin Says:

    Edu me consta su buena intención. Gracias.

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