¡Puta vida!

Togo es un pequeño y estrecho país de África occidental, que limita con Ghana al oeste, Benín al este, Burkina Faso al norte, y el Océano Atlántico al sur. En este país nació hace ahora cincuenta años el escritor Sami Tchak (1960), probablemente uno de los autores más potentes y arriesgados de las nuevas literaturas africanas del que solo conozco una novela que haya sido traducida al castellano. Me refiero a su ácida y transgresora ¡Puta vida!, editada en 2003 por Ediciones de El Cobre.

Planteada como un largo monólogo, ¡Puta vida!, es una novela que nació, quiero pensar que conscientemente, con afán provocador. Aunque su provocación no va dirigida a los blanquitos que contaminan el mundo sino a los negritos que también hacen lo suyo para destrozar un poco más este planeta.

Estamos pues ante el relato de un hijo de inmigrantes que se considera tricolor o francés pese al color de la piel, y que mira a su padre como enojoso reflejo de un continente, África, con el que no siente ningún tipo de empatía. El protagonista de ¡Puta vida! a su manera es una especie de resignado filósofo callejero. Un urbanita que ha crecido leyendo a autores europeos que si bien es consciente que será casi toda su puta vida un ciudadano de segunda del primer mundo, al menos es un ciudadano de segunda en un país del primer mundo.

Advierto a todos aquellos lectores que quieran encontrar en esta novela un retrato amable de los inmigrantes que dejen el libro donde está, porque ¡Puta vida! son continuos puñetazos al estómago del buen rollismo europeo al proponer una catarata de críticas perversas a África como paraíso en la tierra. Con todas, Tchak sabe que su personaje es hijo de un tiempo donde ya no existen banderas sino el color del dinero, así que intenta acomodarse como francés de segunda en una sociedad de blancos, árabes, amarillos y negros de primera mientras hace de proxeneta de su prima y de su sobrina. De la primera, de la prima, está salvajemente enamorado, y toda su rabia y frustración la suelta a través de un sexo descarnado donde más que amor existe la comunión perfecta de los cuerpos.

A lo largo de toda esta novela, con influencias notables del Viaje al fin de la noche de Céline, Tchak nos muestra sin censuras que, efectivamente, la vida puede ser muy perra. Y emplea para ello una serie de situaciones que rayan en ocasiones con la pornografía más brutal. El lenguaje, que le viene de dentro, que le nace del alma, contribuye a amplificar su conformismo como ciudadano de segunda del primer mundo mientras no se corta un pelo en despreciar a su padre. Un racista no solo hacia los blancos, sino también hacia los árabes y los negros siempre y cuando estos no sean de su país de origen.

Los personajes que mejor salen parados de esta historia, con claves de Edipo pero del arrollo, son las mujeres. Mujeres desatadas, vitales, que usan sus cuerpos con una libertad que sonroja quizá porque han sido las primeras en darse cuenta que en Francia, el primer mundo, pueden ser mujeres sin estar atadas a los prejuicios tribales de donde proceden.

Ya les digo que ¡Puta vida! es un texto desarmante. Su autor no busca la compasión del lector hacia su protagonista, un hombre que solo aspira a vivir con cierta comodidad en un París que lo subyuga. Ciudad, además, que también forma parte de esta novela que sabe nadar en las peligrosas aguas de la comedia negra.

Tchak no se cansa de que su personaje reafirme su condición de francés de segundo porque dentro del cacao que tiene dentro de su cabeza ha nacido en el mismo país que Balzac o Zola. Es así un francés de nueva generación. Un francés con piel oscura, muy tostada como el café.

Pese a la violencia que empapa cada una de las páginas de esta novela revelación, de este título que provoca sarpullido y ocasionalmente repugnancia, ¡Puta vida! es un título a tener muy en cuenta para saber por donde se mueve la nueva dinámica literaria africana. Una literatura partida en muchas mitades, entre los que aún viven en el continente y los que han decidido por una u otra razón vivir en otro. También está la literatura que nos ofrecen los hijos africanos de Europa, quienes han puesto de manifiesto en sus obras esa rabia de vivir que sabe a literatura auténtica, de verdad. Que parece escrita desde la misma calle.

Saludos, aún noqueado, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “¡Puta vida!”

  1. pablo martín carbajal Says:

    lo tengo en casa, lo leeré.

  2. admin Says:

    Tengo mucho interés en saber que te ha parecido esta novela, Pablo. Un abrazo.

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