Repetid conmigo: Buscavidas

Se cumple el cincuenta aniversario de la película que convirtió a Paul Newman en uno de los mejores buscavidas de la historia del cine. Vuelvo a ver el filme por puñetera casualidad el lunes por la noche. Una de esas largas y aparentemente catastróficas noches de verano en la que no hay nada que hacer salvo pasar calor y sudar.

Repasas tu deuvedeteca, te preguntas si son horas para tragarte un western o una de ciencia ficción o un drama o una comedia de las de antes y de repente tus ojos, sospechosamente, se quedan clavados en la carátula de El buscavidas. Y sientes por dentro que esa es la película que tienes que volver a ver porque algo o alguien (¿el fantasma de tus antepasados, el de Paul Newman, Jackie Gleason o Robert Rossen?) te dice que sí, que esa es la película que tienes que volver a ver para que recuperes tu fe en el cine americano. Ese que tanto te hizo feliz y que ahora apenas reconoces.

Claro que una película con diálogos tan demoledores como “Dime Bert:¿Cómo puedo perder? Ya no puedo perder, ya sé lo que es tener carácter. Lo aprendí en un hotel de Louisville con la muerte de una mujer a la que, entre tú y yo, ayudamos a destrozar. Hemos firmado un pacto de mutua tristeza y una inexpugnable oscuridad nos rodea”, El buscavidas es lo que se dice una obra maestra. Una cinta redonda, que te enseña a construirte como persona. Un filme con mensaje en unos tiempos tan necesitados de mensaje como los que vivimos.

La codicia no lleva a ninguna parte. El perdedor es solo aquel que no ha sabido hacerse fuerte con su propia debilidad. Ganar siempre tiene un precio. Y ese precio es la “inexpugnable oscuridad que nos rodea.”

Está manido decir que hay películas que crecen con el paso de los años pero es que con El buscavidas pasa precisamente eso. Es un filme al que la edad le sienta muy bien porque sigue resultando demoledoramente actual.

Esta historia de chico arrogante y diestro en el billar va más allá de la simple historia de un chico arrogante y diestro en el billar. Es también, lo más importante, la historia de una serie de personas que viven a la deriva, enterrados en su soledad. Todos ellos, absolutamente todos ellos –e incluyo a ese magnífico y cobarde malvado que encarna George C. Scott–  son vagabundos, seres errantes buscando la estrella de su destino.

Cada uno elude la realidad haciendo lo que mejor cree.

Eddie Felson/Newman jugando al billar. Sarah Packard/Piper Laurie, ahogando sus desgracias en botellas de alcohol. George C. Scott creyendo que controla a los demás con un chasquido de sus dedos e incluso el gordo de Minnesota, un artista del billar, al no haber sabido salir de tugurios como el que dirige Scott.

En todos ellos, obviando al personaje que encarna el mismo Scott, coexiste una dignidad de los vencidos que los hace humanos. Demasiados humanos.

Newman tras vencer a Minnesota se despide con un parco pero elegante: “Gordo, jugaste como un maestro.” El personaje de Piper Laurie mantiene un intenso diálogo con dobles y triples sentidos con un George C. Scott que, tras una fiesta decadente organizada por un multimillonario, concluye en un sacrificio que obligará a Felson/Newman a abrir los ojos.

Se ha hablado mucho al comentar esta película en las magistrales interpretaciones de Newman, Gleason y Scott, pero se suele olvidar a una Piper Laurie que hace de la fragilidad de su personaje una auténtica lección de interpretación. También lo dota de un erotismo inquietante. Solo una actriz de su talla podía ser capaz de soltar diálogos tan cínicos y amargos como “No estoy borracha, soy coja”; “dos barcos que se cruzan en la noche han de invitarse a desayunar” y “en realidad sí que quiero saberlo, lo que no quiero es preguntarlo” que aún hoy desarman.

Robert Rossen, que fue uno de tantos cineastas norteamericanos que figuraron en las Listas Negras de la que escapó tras delatar a algunos compañeros con su mismo pasado comunista, fue también el director de otros títulos claves de la historia del cine como el pugilístico y oscuro Cuerpo y alma, el más que reivindicable El político, ese extraño western chamánico que fue Llegaron a Cordura y del inquietante y tenebroso filme romántico Lilith.

Saludos, ¿debo insistir e insistir en recomendarla?, desde este lado del ordenador.

16 Responses to “Repetid conmigo: Buscavidas”

  1. Daniel León Lacave Says:

    Voy a intentar esto sin recurrir al copio y pego, sólo con el recuerdo de una peli que marcó mi adolescencia:

    Felson: “ganar, ganar dinero, eso es lo único que te importa, no ganas nada Bert, lo pierdes todos, porque estás muerto por dentro, y no puedes vivir sin matar todo lo que te rodea. Mira Bert, será mejor que les digas a tus hombres que me maten, que acaben conmigo de una vez, porque si me dejan con vida, recogeré los pedazos que queden de mí, y por mi madre, Bert, por mi madre, que volveré aquí para matarte”.

    Y otra más fácil:

    Minessota: Tira, “Rápido”

    Felson: Estoy tirando Gordo, cuando falles tirarás tú

    No sé si era exactamente así, pero al menos es como yo lo recuerdo.

  2. bartolo Says:

    Amigo administrador, dejé de creer en ti con tu crítica de “Blackthorn. Sin destino”, de la que no salvaste ni al cónsul borracho. No supiste apreciar esa obra. Hoy vuelvo a creer en ti, y espero ver algún día ese buscavidas. Mágnifica reseña. Gracias.

  3. admin Says:

    Gordo, jugaste como un maestro.

  4. Daniel León Lacave Says:

    Y la secuela es también genial, aunque no llega a la obra maestra que es “El Buscavidas”.
    Sólo que en “El color del dinero”, el personaje de Felson parece haber olvidado la lección vital que aprendió en “El Buscavidas”. Claro que veinte años separan a los dos Felson, y la gente cambia, pero la intensidad existencial de la experiencia traumática de la primera, difícilmente puede desembocar en la personalidad del Newman de la segunda.

    “El Color del Dinero” sería una obra maestra si el personaje no se fuera Eddie Felson.

  5. admin Says:

    Gracias devueltas a usted Bartolo. Y ya ve, no, no he cambiado de opinión con Bluffthorn. Sin destino.

  6. admin Says:

    Daniel, yo entiendo que la clave del filme de Scorsese es precisamente proponer como ha envejecido el personaje. Otra cosa es que guste. A mi me gusta. Y mucho. Pero eso debe ser porque tengo sentido y sensibilidad por el trabajo de Scorsese.

  7. Daniel León Lacave Says:

    Coincido contigo en tu amor por Scorsese, y entiendo también lo del envejecimiento pero ¿Cuando termina el Buscavidas, después de la última secuencia en Ame´s, te parece creible que ese tipo que juega la partida de su vida sólo por principios, veinte años después sólo le importe el dinero?

  8. admin Says:

    Felson vuelve a caer, como un yonqui cualquiera en el filme de Scorsese, cuando escucha el ruido que hacen las bolas de una mesa de billar en un bar en el que se encuentra. Newman se gira, se ajusta las gafas de sol y descubre como un niñato –al que hoy conocemos como Tom Cruise– ha sido autor de la proeza. Felson, digo Newman, asume entonces el mismo papel de “maestro” que en El buscavidas hizo entonces su primer compiche, solo que en el filme de Scorsese se le da la oportunidad a un maduro Felson de volver a sentir la emoción del juego. Esta vez contra su pupilo.
    Y Daniel, ahora que nadie nos lee, El color del dinero hizo que desde ese entonces mire con insultante sospecha a ese ganador que es Tom Cruise.
    Recuerda la terrible ironía del filme.
    ¿Qué le dice Cruise cuando Newman/Felson cree haberle ganado en buena lid?
    Saludos desde este lado del ordenador.

  9. Daniel León Lacave Says:

    Felson le dice “ya te dije una vez que las bolas no hacen siempre lo que uno quiere” o algo así.

    Cruise después en la habitación de hotel le dice ” Me dejé ganar, justo como me enseñaste”

    Y luego, al final “Basta, me has utilizado” y Felson “Sí, es verdad, pero estás en Atlantic City, jugando con los grandes, no estás en un tugurio de mala muerte, eso lo justifica”

    O algo así.

  10. admin Says:

    ¿Y tú a quien crees?

  11. Daniel León Lacave Says:

    Al final a Felson, seguro… ¿qué como estoy tan seguro? “Ah, porque he vuelto”

  12. admin Says:

    Yo a Eddie Felson.

  13. admin Says:

    Y sí, quiero creer que ha vuelto.

  14. bartolo Says:

    Usted se lo pierde. La miopía no es un pecado. Otros, al contarro, vendulcineas donde no hay sino cochinos. El color del dinero, que se está mustiando cada hora que pasa, esa es lo que hay, al margen de la opiniones, esas malas costumbres de tenerlas.

  15. Javier Hernández-Velázquez Says:

    Eddie Relámpago Felson… Ustedes hablando de cine y yo durmiendo… El Actor´s Studio …el método Stalinavski (Newman, Brando Clift, Dean, Mc Queen). Los veranos de principios de los ochenta los disfruté viendo toda la filmografía de Newman, desde El Cáliz de Plata, hasta El Buscavidas (su mejor película con La leyenda del indomable) hizo que me pasara las tardes del estío jugando al billar en El Retama y disfrutando su maravillosa ensaladilla rusa. Desde el calido y largo verano hasta las subidas de Perico Delgado a las nieves eternas de Los Alpes (caídas por los barrancos incluidas). Si quieren a un soberbio Newman maduro (Veredicto final y Camino a Perdición: Esta es la vida que elegimos. Y una cosa está clara, ninguno veremos el cielo), si quieren un Newman olvidado y genial (Un día volveré), si quieren un Newman en la lucha de clases de las sociedades cerradas (como el Santa Cruz de finales del XIX), La ciudad frente a mi. Y, ¡ah!, gloriosa la compañía Newman & Redford.

    Con respecto al remake, fue una película de reconocimiento a Newman, y recuerdo dos joyas como la aparición de John Turturro y el tema central de la banda sonora de Eric Clapton “It’s In The Way You Use It”. El niño de oro de Hollywood por entonces fue el fetiche para que Newman consiguiera su único Oscar en el 86 por El Color del dinero y Dustin “el graduado” Hoffman consiguiera en el 88 su segundo Oscar por Rain Man: Mi nombre es Charlie Babbit… ¿quién juega en la primera base? (made in Abbot y Costello).

    Pdata.- Se está haciendo inevitable tener un encuentro con una botella de Southern Comfort sobre la mesa.

  16. admin Says:

    Apreciado Bartolo creo que más bien se trata de una opinión de gustos. ¿Recuerda el diálogo que censuraron de Espartaco? Me refiero a ese en el que Laurence Olivier le dice a Tony Curtis que hay gente a la que le gustan las ostras y no los caracoles, y otra a la que le gustan los caracoles pero no las ostras. Claro que también están los que disfrutan comiendo ostras y caracoles.
    Javier, sí que se está haciendo urgente ese esperado encuentro en torno a una botella de Southern Confort. Y gracias por recuperar para la memoria los billares del Retama.
    Un fuerte abrazo a los dos.

Escribe una respuesta