‘Queridos Reyes Magos’ o una serie de catastróficas desgracias

Pero qué diablos están haciendo. Alejandro y los otros niños que esperaban caramelos y saludos afectuosos de Baltasar están nerviosos y cariacontecidos. Está insultándolos mientras se quita la ropa, y al camello no hay quien le meta mano. Lo mejor sería que arrancara rápido con el niño. Se va a quedar aliquebrado si ve que su Rey Mago preferido tiene que abandonar la Cabalgata. Y se va, el muy canalla se va y deja a los niños colgados.”

(Queridos Reyes Magos, Santiago Gil)

Entre las doce historias incluidas en la antología Generación 21: nuevos escritores canarios (Ediciones Aguere/Ediciones Idea, 2011) me llamó en su momento notablemente la atención el relato El encargo de Santiago Gil. Y no solo por estar excelentemente escrito sino también por lo que contaba. Aquella historia supo sacudir mi cabeza pero sobre todo tuvo la habilidad de hacerme conectar con lo que estaba leyendo.

La última obra publicada por Gil lleva por título Queridos Reyes Magos (Anroart Ediciones) y su lectura, así como la que en estos momentos estoy digiriendo de una novela anterior del mismo autor, Las derrotas cotidianas (2006), me confirma que aquel destello que intuí cuando terminé su cuento El encargo no fue solo un disparo de nieve, una luz cegadora, sino el trabajo de uno de los pocos escritores canarios de mi generación con el que realmente disfruto, me cabreo, lloro y hasta río cuando leo sus libros.

Con esto quiero decir que lo que hasta ahora he leído de Santiago Gil –y quiero leer, demonios, más cosas de Santiago Gil–  me emociona y conmueva porque tiene la capacidad y el talento, permítanme que lo diga, de filtrarse por entre las rendijas de la torre de marfil que me he construido como lector.

Queridos Reyes Magos es una novelita –apenas supera el centenar de páginas–  armada con la precisión de una bomba de relojería. Hace reír –sobre todo en su primera parte, cuando narra la descacharrante y frustrada cabalgata de los Reyes Magos– así como petrificar la sonrisa en la boca del lector a medida que se van produciendo los catastróficos acontecimientos de una historia en la que sus reales majestades, y en especial Baltasar, pasan a un discreto segundo plano para describir con refinada crueldad el fin de los sueños de un niño y la brutal descomposición de su familia.

También golpea, y sin miramientos, esos rituales familiares tan característicos por esas fechas: “Las tardes del día de Reyes estaban para recordar la figura del abuelo romántico. Algunos bebían más de la cuenta para aguantar los coñazos nostálgicos de la abuela y de las hijas del muerto entronizado. Sus maridos, que estaban hasta los mismísimos de tanto gorigori, le daban a la picareta y acababan con una juma descomunal que les impedía incluso coger el coche cuando tenían que regresar a casa. La abuela, que iba de estoica y de marcial, algunos años no podía reprimir las lágrimas, pero generalmente se contenía y sabía estar en su sitio. Ella lo que defendía era el reencuentro y la memoria del difunto, los regalos por toda la casa, y la imagen de sus nietos yendo y viniendo de un lado para otro como le hubiera gustado a su marido.”  

Entre otros profundos arañazos envenenados que el escritor narra con desarmante e inevitable objetividad.

Esta especie de enfermizo cuento de Navidad descoloca pues a cualquiera. Incluso a los lectores con estómago para toda clase de tóxicos como creía hasta ahora estar protegido quien les escribe. Y es que Santiago Gil tiene una capacidad demoledora para meter el dedo en la llaga y hurgar y hurgar mientras te preguntas hasta donde va a ser capaz de seguir hurgando.

La solución la encontrarán si leen esta novela. Novela escrita en tercera persona y también a través de las reflexiones que los tres protagonistas del relato –el niño y sus padres– se van planteando a medida que avanza la acción.

Porque Queridos Reyes Magos es una novela con mucha acción. Una acción interior que se va deteriorando no sé si con malsano ánimo provocador por parte del escritor.

Al meterse –y meternos a los lectores– en la cabeza de sus protagonistas, Santiago Gil se permite, y nos permite, explorar en las ideas que van surgiendo en unos personajes que están hechos de carne y hueso. Muy parecidos por tanto en sus reacciones a muchos de nosotros. De ahí que parezca que nos está tocando –y perdonen ustedes el taco– los santos cojones.

Gil sabe de lo que habla y por lo tanto sabe lo que cuenta.

En Queridos Reyes Magos como en Las derrotas cotidianas relata la descomposición familiar con refinada inteligencia. A veces sutil y otras con una artillera crueldad porque sabe, no lo pongo en duda, que el barro del que estamos hechos lo encontró quien supuestamente nos Creó en el lodazal del paraíso.

No puedo emitir un juicio total de los trabajos de este escritor porque solo he leído un cuento que me electrizó, una novela que supo quemarme por dentro y en la actualidad una ficción que me está noqueando a medida que avanzo en sus páginas con morbosa adicción, pero si todo el trabajo literario de Gil es como el de estas tres piezas compactas y diseñadas para dejarte huella, reitero lo dicho con anterioridad: más de Santiago Gil, por favor.

 Saludos, no somos nada, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “‘Queridos Reyes Magos’ o una serie de catastróficas desgracias”

  1. Caty Says:

    ¿Dónde puedo conseguir esta novela?

  2. admin Says:

    Le recomiendo que la busque en librerías. Y si no tiene suerte, a que la solicite a la editorial Anroart.

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