Mike Spillane / Hammer

El caso de Mike Spillane es singular en la historia de la literatura y el cine porque es el primero –y único que sepa– que tuvo el atrevimiento de encarnar a su criatura literaria, el bronco investigador privado Mike Hammer, en una película, Cazadores de mujeres (The Girl Hunters, Roy Rowland, 1963), que se trata cuanto menos de una curiosa y esquizofrénica cinta porque es, reitero, la primera en la que un escritor se transforma en su creación literaria.

El filme no pasará a la historia del género negro pero no deja de resulta un inquietante experimento en el que se funde realidad y ficción. Y si hubo alguien que conoció perfectamente a Hammer era Spillane, quien canalizó a través del protagonista de la mayoría de sus novelas lo que quiso y no se atrevió a ser. Y a hacer.

Quien haya tenido la suerte de leer algunas de las novelas de Spillane, un escritor cuya obra continúa disfrutando de un excelente estado de salud, sabrá que por si algo se caracterizó su estilo no fue por construir tramas complejas, pobladas de personajes con varias caras e intenciones de denuncia de signo progresista. No, muy al contrario, las novelas de Spillane son sencillas por ser trepidantes historias en la que la mayor parte de las veces su personaje se mueve por una feroz sed de venganza.

Spillane se caracterizó además por imprimir a sus relatos de una misoginia brutal que hoy resulta políticamente incorrecta, así como de un feroz anticomunismo que revela a un escritor producto de su tiempo. Un tiempo, los años cincuenta, marcados profundamente por la Guerra Fría.

Mike Hammer es además un incorregible individualista y un tipo con un peculiar sentido de la justicia. Siempre he entendido, en este sentido, que Hammer es algo así como una especie de antecedente de Harry Callahan, un psicópata de gatillo fácil y que trabajaba presuntamente del lado de la ley.

Con todos estos elementos, Spillane construyó a un personaje de éxito que forma parte de la escuela ultraderechista del género.

Al margen de su compromiso ideológico, bastante simplón pero que justifica el modo violento de actuar de su protagonista, las novelas de Spillane se devoran literalmente. Y se devoran porque están muy bien escritas y saben enganchar porque la acción es el motor que alimenta casi todos sus libros.

En estos casos, siempre recomiendo al iniciado en el universo spillaneano a que diseccione el material literario que tiene entre las manos para que pueda sumergirse cómodamente en unos relatos rabiosos marcados generalmente, ya dije, por el ojo por ojo.

Resulta por ello natural que Mike Spillane decidiese interpretar a su personaje porque como confesó a Terry Southern que lo visitó durante el rodaje de esta película que él, y solo él, era Mike Hammer.

Southern, que se encontraba en las antípodas ideológicas de Spillane lo define sin embargo como un tipo simpático y bastante parecido a su criatura literaria, que el propio Spillane define como “un tipo auténticamente sincero. También una persona verdadera. No es un actor.”

Cuando Southern le pregunta si al menos tiene nociones de interpretación, responde, quiero pensar que como un escupitajo: “¿Pretender ser un árbol y todo eso? No, eso no me interesa. No tengo interés en la interpretación en sí. Además, realmente éste no es un trabajo de interpretación.”

Y da en la diana porque si ven Cazadores de mujeres comprobarán que si Spillane hace algo es no interpretar. Y si bien no mira a cámara, sí que se revuelca con la maravillosa chica dorada Shirley Eaton y no deja de apretar el gatillo de su pistola, fabuladoramente hablando. Y eso, precisamente eso, es Mike Hammer. Mike Spillane/Mike Hammer.

Es decir, un filme donde el espectador tiene la oportunidad de ver al escritor como Hammer en una de las películas más extrañas, masturbatorias y egóticas de la historia del cine.

O un interesante trabajo experimental en el que autor y personaje de funden en una sola persona. Lástima que este título no se reivindique por su carácter de rareza como se merece… 

Southern, que a lo largo de todo el artículo se nota que disfruta como un chimpancé entrevistando al gorila, pregunta al impulsivo Spillane.

“- ¿Qué opina de Cain, Hammet, Chandler?

-“Bueno, Chandler era bueno excepto que nunca sabía cómo acabar. Pero esos tíos están todos pasados. Mire, en este negocio se tiene que progresar, hay que mantenerse en cabeza, o de otro modo te quedas atrás, siendo imitado.”

Más adelante y a otra pregunta de Southern:

“-¿Cómo se siente con respecto a la crítica literaria de sus libros?

- El público es el único crítico. Y la única literatura es la que lee el público. La primera edición de mi último libro fue de más de dos millones de copias; ésa es la clase de opinión que me interesa.”

Ha pasado casi medio siglo del estreno de Cazadores de mujeres, película que no disfrutó demasiado del favor de ese mismo público que tanto reivindicaba Spillane. Probablemente porque la película en sí no es una película normal, sino un extraño experimento, insisto, que va más allá de lo cinematográfico y literario.

Tiene un punto cinéma vérité insólito. Insólito por ser una producción de estas características. Con un Spillane/Hammer que se apaga precisamente por su naturalidad al estar rodeado de actores profesionales, entre otros mi apreciado Lloyd Nolan.

Y ese punto cafre e inquietantemente egótico es lo que me mesmeriza de esta película.

Así que me pregunto ¿cómo habría sido una de Bond interpretada por Ian Fleming, tan elegante y exquisito como 007?

Hammer, además de tener la cara de Spillane en el cine también fue Ralph Meeker; Darren McGavin, Armand Assante en Yo, el jurado, donde quizá lo mejor sea Bárbara Carrera, y Stacey Keach en aquella serie de televisión que cuando se emitió volvió a poner de moda los libros del escritor en nuestro país.

Saludos, “cualquiera puede ser un Ganador, todo lo que hay que hacer es asegurarse de que no sé es un Perdedor”, desde este lado del ordenador.

2 Responses to “Mike Spillane / Hammer”

  1. Lalo Hernández Says:

    Interesante post… Habrá que ver la película. No la conocía.

  2. admin Says:

    Lalo le recomiendo que se la baje… Y que quede entre nosotros.

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