¡Cotufas en el Museo!

Pese a que las islas no disfrutan de la legendaria titularidad del desierto de Tabernas, en Almería, como plató natural por excelencia en esta España nuestra que se nos pierde, Canarias ha acogido numerosos rodajes que han aprovechado la variedad de sus paisajes y la bondad de su clima en una serie de películas que abarcan todo tipo de historias y de géneros.

Cuatro de estos largometrajes son los que articulan el ciclo Cotufas en el Museo. Cine de Verano en el Museo de la Naturaleza y el Hombre, que se exhibirá en el Patio de Las Palmeras a partir de las 21.30 horas todos los jueves de agosto.

Las cuatro cintas que forman parte del ciclo coinciden por la audacia de sus propuestas cinematográficas y también por el raquítico presupuesto de sus producciones. Todas ellas proponen además una excéntrica visión de pueblos remotos en clave aventurera. Desde una visión antihistórica y en clave de serie B sobre el mundo aborigen canario en Tirma (Paolo Moffa y Carlos Serrano de Osma, 1954) y La isla del infierno (Javier Fernández Caldas, 1999); hasta la desmesuradamente pop Hace un millón de años (Don Chaffey, 1966) y el relato de hazañas bizarras con Viaje al mundo perdido (Kevin Connor, 1977).

Lo curioso de estos cuatro largometrajes es que con distintos discursos cinematográficos y estéticos coinciden en contar una misma historia: el descubrimiento de un mundo prehistórico por parte de sus protagonistas y el shock que genera el contacto que mantienen con los naturales de esas geografías que parecen detenidas en el tiempo.

La primera película del ciclo, y obedeciendo a un criterio estrictamente cronológico en el orden las proyecciones, es Tirma, una coproducción hispano italiana protagonizada por Silvana Pampanini, Marcello Matronianni en uno de los primeros papeles de su carrera como protagonista; Gustavo Rojo, hijo de la escritora e intelectual tinerfeña Mercedes Pinto; y José María Lado y Félix de Pomés, entre otros.

Felizmente recuperada su versión en color por la Filmoteca Canaria, el filme de Moffa/Serrano de Osma es una película de capa y espada inspirada en la obra teatral del mismo título de Juan del Río Ayala y trascurre en Gran Canaria en el siglo XV. El filme se centra en la historia de amor que surge entre un caballero castellano, don Hernán (Mastroianni), y una princesa canaria, Guayarmina (Pampanini), con el telón de fondo de las revueltas entre indígenas y castellanos.

La popularidad de Hace un millón de años se debe más a su actriz protagonista, Raquel Welch, que al espíritu por reflejar con exactitud histórica los ya remotos orígenes del  hombre. Con todo, este trabajo producido y distribuido por la prestigiosa Hammer Film Productions, ha alcanzado la categoría de culto no solo por los espectaculares paisajes del Valle de Ucanca –silueta del Teide incluida–, sino por descubrirnos las también espectaculares curvas de la Welch.

Basada en una entretenida novela de aventuras de Edgar Rice Burroughs, el creador de Tarzán de los monos, Viaje al mundo perdido es una cinta fantástica de bajo presupuesto cuyos efectos especiales no han superado la prueba del algodón. El filme, cuyos exteriores se rodaron en la isla de La Palma y cuya primera parte se llamó La tierra olvidada por el tiempo, reúne no obstante todos los elementos que han hecho atractiva la novela popular y el cine fantástico de bajo presupuesto como es originalidad e imaginación a raudales. La película está protagonizada por Doug McClure, estrella de la televisión de los años setenta al que quizá algunos recuerden por su papel de Trampas en la serie El Virginiano.

La cuarta película del ciclo, La isla del infierno, propone una divertida incursión en el género de la aventura mucho más cercano al espíritu camp que a los estrictamente cinematográficos. Verla de otra forma sería negar las virtudes de un largometraje que respira sano amor a las películas de sesión de tarde, presentado una galería de personajes cada cual más estrafalario.

Dirigida por Javier Fernández Caldas y protagonizada por el tristemente fallecido José Conde, Arturo Soriano y Pablo Scola, entre otros, este trabajo sin pretensiones trascendentes ha terminado por convertirse en algo así como la primera cinta de culto rodada en Canarias por un canario. Y razones no faltan para volver a revisarla (o descubrirla) en un ciclo que, como Cotufas en el Museo, solo busca que el espectador pase un rato entretenido viendo rarezas cuyo mayor encanto es que son, precisamente, rarezas.

Para completar la velada, la oferta gastronómica la pondrá Armando Saldanha. Picoteo a buen precio para digerir estas sesiones tan especiales de cine de verano en el Museo de la Naturaleza y el Hombre, ubicado en Santa Cruz de Tenerife.

Saludos, están avisados, desde este lado del ordenador.

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