Palabra de Shirley Jackson

La lotería de la escritora norteamericana Shirley Jackson probablemente sea uno de los relatos más inquietantes de la literatura de todos los tiempos.

Jackson, narradora que exploró las claves del mejor American Ghotic en su produccción, es autora de novelas y relatos que, injustamente, no se han revalorizado como se merece con el paso del tiempo. Y eso, siendo autora de una de las mejores y más tenebrosa historia de fantasmas que he leído: La maldición de Hill House.

Su cuento más famoso es La lotería, una historia que aún desarma y suscita desazón.

Un súbito silencio cayó sobre los reunidos mientras el señor Summers carraspeaba y contemplaba la lista.

-  ¿Todos preparados? –preguntó–. Bien, voy a leer los nombres (los cabezas de familia primero) y los hombres se adelantarán para sacar una papeleta de la caja. Guardad la papeleta cerrada en la mano, sin mirarla hasta que todo el mundo tenga la suya. ¿Está claro?

Los presentes habían asistido tantas veces al sorteo que apenas prestaron atención a las instrucciones; la mayoría de ellos permaneció tranquila y en silencio, humedeciéndose los labios y sin desviar la mirada del señor Sommers. Por fin, éste alzó una mano y dijo, “Adams”. Un hombre se adelantó a la multitud. “Hola. Steve”, le saludó el señor Summers. “Hola, Joe”, le respondió el señor Adams. Los dos hombres intercambiaron una sonrisa nerviosa y seca; a continuación, el señor Adams introdujo la mano en la caja negra y sacó un papel doblado. Lo sostuvo con firmeza por una esquina, dio media vuelta y volvió a ocupar rápidamente su lugar entre la multitud, donde permaneció ligeramente apartado de su familia, sin bajar la vista a la mano donde tenía la papeleta.

- Allen –llamó el señor Summers– Aderson… Bentham…

-  Ya parece que no pasa el tiempo entre una lotería y la siguiente–comentó la señora Delacroix en las filas traseras–. Me da la impresión de que la última fue apenas la semana pasada.

- Desde luego, el tiempo pasa volando –asintió la señora Graves.”

Saludos, no, no voy a revelar el final, desde este lado del ordenador.

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