El mismo ‘Frenesí’ cuarenta años después

Hay cineastas a los que tocan los dioses.

Alfred Hitchcock es uno de ellos aunque hoy permanezca injustamente relegado porque el mundo en el que vivimos es así de ingrato.

Hitchcock, en cuya obra se conjuga sentido del espectáculo y mirada cinematográfica, pertenece de todas formas a esa fila de grandes cineastas a la que otro cineasta, no tan grande, contribuyó a mitificar con un volumen que todavía hoy es de referencia para todos aquellos que, con o sin inquietudes por el cine, quieren acercarse al trabajo de un autor en primera persona.

El libro es El cine según Alfred Hitchcock, y lo firma Françoise Truffaut, un título necesario para acercarse a través de su voz al impresionante trabajo que realizó a lo largo de su carrera.

Ahora bien, si estuviera en la incómoda tesitura de escoger dos películas, solo dos películas de su filmografía, sé que títulos me llevaría en la maleta: La sombra de una duda y Frenesí.

Frenesí (Frenzy, 1972) celebra este 2012 que es del fin del mundo su cuarenta aniversario (1).

Cuarenta años que apenas se notan.

Tiene la virtud Frenesí de ser una película de Hitchcock que no parece, pero es, una película de a quien llamaron el mago del suspense.

Nunca me gustó lo de mago del suspense. Y no porque me imaginara al caballero orondo y de rostro bonachón y perverso con una boina sobre la cabeza y vestido como uno de esos tantos cretinos que se disfrazan de campesino canario en la tierra en la que habito cuando toca romería…

… No, no…

Digamos que lo que me molesta cuando lo señalan como mago del suspense es que es una forma como cualquier otra de reducir la obra de un cineasta que hizo alquimia con esto del cine.

Es decir, que Hitchcock va más allá de lo que conocemos como mago del suspense.

Y en este sentido, Frenesí quizá sea el título más raro y revolucionario de su extraordinaria carrera porque casi raya con la más cruda pornografía y sorprende por su retorcido feísmo estético.

También porque vista hoy –en estos tiempos de estados que no renuncian al paternalismo, sindicatos que no van a pasar a la historia y algodones blancos– todavía sigue triturando algo muy dentro de mí.

Frenesí es una película conscientemente sucia. Muy sucia.

Y por primera vez en la carrera del cineasta, su primer trabajo en el que todos sus protagonistas pertenecen a una clase media muy venida a menos.

El cineasta británico regresa además con ella a su tierra natal, Gran Bretaña.

Rueda Frenesí en Londres, pero evita la postal turística para introducirnos en los suburbios de la city, escenario en el que opera el asesino de la corbata. Un criminal sexual cuya firma consiste en estrangular a sus víctimas con… una corbata. Lo interpreta con una convicción cínica que traspasa la pantalla Barry Foster, el dueño de un negocio de frutas…

Un tipo realmente desagradable pero al que Hitchcock dota de retorcida elegancia. Tanta, que en una de esas habituales jugadas maestra hace que al espectador le resulte atractivo.

En una de las mejores escenas de la película, Foster regresa al lugar del crimen al darse cuenta que ha dejado en el cadáver de una de sus víctimas un alfiler de corbata a través del cual la policía podría dar con él.

Y da con él, solo que tiene que forcejear con el cadáver para arrebatarle lo que podría ser una prueba que lo incriminase.

Todo transcurre en la parte trasera de un camión que transporta sacos de papas –patatas, que dirían los peninsulares–, hasta que logra su objetivo no sin tener que recurrir a una violencia digámoslo con palabras suaves extrema.

En todo momento. y mientras se ve este momento, el espectador sufre contradicción: por un lado espera que lo descubran pero por otro espera también que se salga con la suya.

En cuanto al héroe de la película, más que héroe es un antihéroe que no tiene nada que ver con los que protagonizaron otras películas de Alfred Hitchcock.

Se trata de un antihéroe sin asomo romántico ni caballeresco.

En todo caso, es un personaje antipático por bronco, violento y maltratador.

Lo interpreta Jon Finch. Un tipo que en esta película se encuentra en las últimas. Héroe de la RAF, ahora es un buscavidas. Para empeorar su situación, las relaciones que mantiene con su ex mujer no son nada buenas.

Huelga decir que su ex mujer, Barbara Leigh-Hunt, futura víctima del asesino de la corbata, quizá sea uno de los personajes femeninos más odiosos en toda la filmografía de sir Alfred Hitchcock…

Y en ella, precisamente sobre su cadáver, es donde Barry Foster busca desesperadamente el alfiler que dejó olvidado cuando acabó con su vida…

Frenesí es una de las películas más salvajes y retorcidas del señor Hitchcock. También morbosa y rompedora.

Es como si al ya viejo cineasta le importara un comino lo que pudieran decir de él los espectadores y la crítica de su tiempo.

Hitchcock estaba más allá del bien y del mal, y probablemente era consciente que le quedaba poco tiempo para seguir en este planeta.

De hecho, cuatro años después rodaría la que fue su última película, La trama (1979), pero yo me quedo, a modo de testamento, con Frenesí como el último gran filme de su impresionante carrera.

Tanta mala hostia, tanto desprecio hacia sus personajes pero sobre todo a su país natal, me proporciona nuevas y jugosas lecturas sobre su cine modélicamente perverso.

Por eso sostengo que se trata de su trabajo más revolucionario: rompe con sano espíritu nihilista el estilo por el que fue tan celebrado.

Es la película de un viejo que da limpios pero también dolorosos bofetones al cine que en aquellos años los jóvenes estaban empeñados en desmontar, eso que se llamó Free cinema, que tradujo a la inglesa la Nouvelle vague

Y todo ello sin renunciar a su juguetón y malvado proceso de deconstrucción de sí mismo.

En Frenesí palpita su odio latente a la policía con ese comisario que evita comer los platos de cocina francesa que ¿amorosamente? le prepara su mujer…

Su héroe, que encarna el actor Jon Finch, ya no es un elegante Cary Grant o Gregory Peck. Ni siquiera un inquietante y atractivo hombre corriente como Joseph Cotten en La sombra de la duda

Todo es sucio y feo en Frenesí.

De ahí su actualidad.

Su actualidad en estos tiempos tan tristes, sucios y feos como los que reflejó con frialdad quirúrgica el señor Hitchcock en Frenesí.

Frenesí

Frenesí no es otra cosa que una más de sus obras maestras.

(1) Frenesí está escrita por Anthony Shaffer según la novela de Arthur La Bern.

Saludos, ¿dónde demonios habré dejado el alfiler de corbata?, desde este lado del ordenador.

3 Responses to “El mismo ‘Frenesí’ cuarenta años después”

  1. Daniel León Lacave Says:

    Esta película, dotada de unos secundarios de los que ya no se escriben, en ciertamente una gran película.
    Pero su guión tiene algunos puntos flojos, como por ejemplo, que Jon Finch debía tener coartada para todos los asesinatos anteriores del estrangulador, y a pesar de eso le condenan.

    Bueno, supongo que a Hitchcock se le perdona…

  2. Maite Lacave Says:

    De acuerdo, pero son todos los personajes tan feos, casi se echa de menos esas rubias de hielo que interpretan casi todas sus películas

  3. admin Says:

    Pero Maite… ahí estaba la grandeza de Frenesí…
    Y Daniel, la gracia está en que siendo inocente el personaje que interpreta Finch recaiga en él, precisamente, la sospecha no del espectador sino de los personajes de esta extraordianaria película.

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