Vázquez Figueroa, más allá del bien y del mal

Podrá o no gustarte sus novelas pero Alberto Vázquez Figueroa pertenece, por fin y tras años de constante trabajo, a ese territorio que lo ubica más allá del bien y del mal.

He seguido así su trayectoria pública más que literaria a lo largo de estos años porque me resulta un personaje sorprendente que ha logrado quitarse de encima las cadenas regresivas que impone el territorio insular, por lo que entiendo al personaje como un escritor e inventor y lo que quiera acostumbrado a decir lo que le viene en gana sin miedo a despertar posibles hostilidades.

Durante unos años fue un fijo en la Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife, donde asistí a la mayoría de las ruedas de prensa que ofreció no para hablar de su último libro sino de sus inventos con una fe en la que creí encontrar a un hombre capaz de firmar un pacto con el mismísimo Satanás para que le hicieran caso.

No sé como le habrá ido en su aventura como profesor Franz de Copenhague, pero su presencia, habitual en ese encuentro con la literatura en la calle que este año corrió peligro de enclaustrarse, se convertía en uno de los momentos más entretenidos y en ocasiones surrealistas que viví en mis años de servicio cuando el escritor de notables éxitos comerciales enviaba literalmente al carajo, o al cubo de la basura, o a la mierda para que me entiendan, la mayoría de sus libros porque él de lo que quería hablar era de sus inventos.

¿Excéntrico?, ¿provocador? No lo creo, en todo caso un reflejo defensivo natural al ninguneo al que ha sido sometido por parte de cierta crítica especializada en eso que llaman alta literatura y a unos escritores empeñados en calificar lo que escribe de facilón cuando continuo pensando que no debe ser nada fácil vender lo que ha vendido este señor a lo largo de su ya larga y prolija carrera.

Porque durante un tiempo, y secuela que aún le permite continuar en activo publicando prácticamente uno o dos libros por año, Vázquez Figueroa fue una marca. Es decir, que la gente compraba sus novelas no por el título, ni siquiera por el argumento que venía impreso en la contraportada, sino porque se trataba de un nuevo título de Alberto Vázquez Figueroa.

Sin querer entrar en cuestiones más complejas, y confesado pese a todo que no soy un lector regular de sus obras porque me llaman otros estilos y géneros, leo esta mañana –mientras hago una de esas colas en el banco donde parece que el tiempo se congela– una entrevista en la que dice que si este año no lo invitaron a la Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife y de Las Palmas de Gran Canaria fue porque “no tienen dinero ni para pagarme el billete de avión”, añadiendo a continuación que por ahora no tiene pensado escribir más sobre el archipiélago porque entre las novelas, películas y series de televisión que han adaptado esas mismas novelas, nunca contó con “financiación de las Islas”.

Vázquez Figueroa olvida el escándalo, remoto ya en la noche de los tiempos, que se generó en torno a Océano, una de las primeras piedras que entorpecieron el camino de la hipotética y fantasmagórica industria audiovisual canaria, e historia chiripitifláutica a la que espero algún día dedicar un post retrospectivo.

“¿De qué me ha servido?”, se pregunta hastiado el escritor.

“De nada. De Canarias he escrito más que suficiente. Hice lo que quería hacer sin esperar nada a cambio, ni dinero, ni ninguna medalla. Ni un solo político me ha dicho gracias” sentencia el autor de Como un perro rabioso y Tuareg.

Y no le falta razón. Razón que me anima a exigir desde este su blog que Alberto Vázquez Figueroa, con todas sus luces y sombras porque todos tenemos nuestras luces y sombras, reciba algún día una Medalla o, mejor, el Premio Canarias de Literatura si estos galardones se toman en serio de una vez y dejan de lado molestas e inclasificables conveniencias.

Puestas las cosas como están, si todavía nos queda alguien que se lo merece es, precisamente, Alberto Vázquez Figueroa, para un amigo el último orate que nos queda en este archipiélago abandonado de la mano de los dioses…

Saludos, decíamos ayer…, desde este lado del ordenador.

4 Responses to “Vázquez Figueroa, más allá del bien y del mal”

  1. Víctor Álamo de la Rosa Says:

    Estimado Eduardo, con todo respeto, opino que Vázquez Figueroa es un pésimo escritor desde hace muchos años. De su ingente producción son rescatables un par de títulos del comienzo de su carrera, pero lo último que he leído de él, “Fuerteventura” y “Garoé” no me producen sino susto porque en este país se pueda publicar algo tan pero tan malo. Leí Garoé, que es relativamente reciente, porque se suponía que versaría sobre El Hierro y su conocido mito bimbache. Tuve la santa paciencia de ponerme a subrayar fallos propios de redacción escolar (repeticiones malsonantes, oraciones cuya sintaxis daba vergüenza, anacolutos y solecismos amén de tópicos temáticos y estilísticos que sonrojarían a cualquiera). Ni te cuento sobre el tratamiento de la verosimilitud novelesca en los presuntos personajes, títeres de cartón. Muy pero que muy mala. De hecho, en el ABC literario, recuerdo que salió una crítica destrozándolo sin piedad. Vázquez Figueroa es un tipo que hasta me cae bien, pero está muy lejos de lo que es y debería ser un escritor, incluso para que le dieran un premio Canarias de literatura que, al menos, sí ha sabido distinguir a escritores de verdad y de la talla de Luis Feria, José María Millares Sall, Isaac de Vega o Rafael Arozarena, por citar solo a algunos que me vienen ahora a la memoria. Me gustaría reclamar al menos un poco de respeto para los escritores que se toman en serio la escritura literaria y que jamás caigan en un mismo saco, pues, qué se yo, Dan Brown y un Saramago o un Cormac McCarthy o un E. L. Doctorow, o un Coetzee, por poner cuatro ejemplos de primera división literaria que además venden y venden muchísimos ejemplares, infinitamente más que el susodicho. Saludos.

  2. admin Says:

    Estima Víctor, citando a mi santo padre y a propósito de lo que ha escrito usté: ¡¡¡eso es un infundio de los monárquicos!!!
    Buenas tardes y un abrazo desde este lado del ordenador.

  3. SrFloppy5 Says:

    Victor Alamo, pienso exactamente lo mismo (escribo desde un ordenador extranjero). Nunca he visto una novela con mayores fallos de gramatica y redaccion, de nivel escolar, como los hallados en “Todos somos culpables”. POr no mencionar el pueril argumento, con personajes planisimos, extremos, estereotipos de la peor especie, etc. Tuve que sacar varias veces punta al lapiz de tanto senalar dichos errores.

  4. iván Says:

    Absolutamente de acuerdo con lo expuesto por Víctor, además, un mayor número de venta de ejemplares no significa la calidad del producto literario. Precisamente, las grandes bazofias literarias son las que se venden a granel si exceptuamos casos como los que nombra Víctor y algún otro. ¿Premio Canarias de Literatura para Vázquez Figueroa? Ay, por favor, sería acabar de rematar un premio ya muy moribundo y sin ningún brillo, pese a ilustres premiados y grandes escritores, sí, como Feria, Millares Sall, Arozarena, de Vega o Padorno…¡¡¡Pero si hasta el propio Vázquez Figueroa ha reconocido la mediocridad o la nulidad de muchos de sus títulos!!! Saludos.

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